Ganar con la cabeza. Joaquin Dosil
– Abre los ojos muy lentamente y no te incorpores de inmediato. Concédete un minuto o dos antes de volver a tus actividades de rutina, fresco y lleno de energía.
Lee un par de veces las instrucciones y ponlas en práctica una o dos veces al día. No te preocupes por el tiempo que te lleve decidir dar el ejercicio por finalizado. Con la práctica será tu propio cuerpo el que se encargue de decirte cuánto tiempo necesita para relajarse. No te obsesiones con el tiempo. Mantén la mente en blanco y una actitud pasiva. Practica este ejercicio y descubre lo placentero que es.
Una vez realizado el ejercicio un par de veces, trata de encajarlo en tus necesidades. Ya sabes concentrarte en contraer y relajar todos los músculos de tu cuerpo, o parte de ellos, según tu nivel de estrés personal y teniendo en cuenta el tiempo de que dispones.
Resumen de los fundamentos del ejercicio
Acuéstate o siéntate cómodamente.
Cierra los ojos.
Relaja el cuerpo.
Adopta una actitud pasiva.
Respira hondo 5 veces.
Concéntrate en contraer y relajar partes del cuerpo. Siente la sensación agradable de un cuerpo relajado. Vuelve lentamente de la relajación a la actividad normal o quédate dormido.
La relajación para jugadores jóvenes
En realidad, este ejercicio vale para cualquiera. Si los ejercicios anteriores no te resultaban atractivos, puedes probar éste.
Lee el texto un par de veces y luego siéntate cómodo, cierra los ojos y realiza el ejercicio siguiendo las instrucciones (basado en el Ejercicio de Orlick de relajación de dedos de espagueti1).
En este ejercicio vas a tratar de hablarle a tu cuerpo.
¿Te suena extraño?
No hay problema en hablarle al cuerpo. Tu cuerpo, por muy sorprendente que te parezca, hará todo lo que le mandes hacer.
– ¡Diles a los dedos de tus pies que se muevan! Comprueba que lo hacen.
– ¡Diles a los dedos de tu pie derecho que se muevan ellos solos! Compruébalo.
– ¡Diles a los dedos de tu pie izquierdo que se muevan!
– Detenlos.
– Ahora diles a los dedos de tus pies que se muevan muy despacio, como en cámara lenta.
– Ahora, diles que se muevan más rápido… y luego ordénales que vuelvan a moverse despacio… y que se detengan.
¡Los dedos de tus pies obedecen tus órdenes! ¡Bien! Pues si hablas a otras partes de tu cuerpo de igual modo que hablaste a los dedos de tus pies, tu cuerpo te escuchará y obedecerá tus órdenes. Sobre todo, si lo practicas muchas veces.
Aprendamos ahora a hablarle al cuerpo.
Para empezar, pensemos en el chocolate.
A mí me encanta el chocolate, como a ti y a muchos otros.
El chocolate que lleva tiempo en el frigorífico, o en un cuarto frío, se pone duro y se puede romper fácilmente.
Por el contrario, cuando se deja el chocolate al sol se pone caliente, blando y flexible, sobre todo si está envuelto en papel de aluminio.
– Hagamos ahora que tu cuerpo se ponga caliente, blando y adormecido como una chocolatina caliente. Es posible que le tengamos que hablar mucho a nuestro cuerpo antes de que entienda qué es lo que queremos exactamente de él. Empezaremos por los dedos de los pies. Primero trabajaremos con el pie derecho. Diles a los dedos de tu pie derecho que empiecen a moverse muy despacio, y luego diles que paren. ¡Ordénales que se pongan calientes y flexibles como chocolate blando…!
Repite lo mismo con los dedos de tu pie izquierdo. Diles que permanezcan en ese estado.
– Ahora, mueve despacio tu pie derecho… y luego dile que pare y que se caliente, que se ponga flexible y adormecido como un trozo de chocolate blando…
– Ahora mueve el pie izquierdo y dile también que se ponga caliente, flexible y adormecido como chocolate caliente. Tus pies en estos momentos están calientes y blandos.
– Ahora mueve muy despacio los dedos de tu mano derecha… mándales parar y diles que se calienten, se pongan blandos y adormecidos.
– Ahora mueve muy despacio los dedos de tu mano izquierda… páralos y diles que se pongan calientes, blandos y adormecidos, como chocolate blando…
– Ahora mueve muy despacio tu mano derecha… párala y dile que se ponga caliente, blanda y adormecida…
– Mueve también tu mano izquierda y dile que se caliente, se ablande y se duerma. Justo ahora, tienes las manos y los dedos calientes, blandos y dormidos.
– Intenta decirle a todo tu cuerpo que se caliente… que se ablande… y que se duerma. Siente cómo todo tu cuerpo se va calentando y se pone como una barra de chocolate blanda y caliente.
– Concéntrate en tu respiración, y dile que salga de modo muy, muy suave. Ahora todo tu cuerpo está en calma, caliente, blando y adormecido… Permanece unos minutos en este estado.
– Cuando decidas que quieres parar, cuenta muy despacio de uno a cinco. A medida que vas contando notarás que tu cuerpo se llena de energía, vigor y fuerza, y que está listo para enfrentarse a las tareas que tienes por delante. Crees en tu capacidad para llevarlas a cabo.
– Abre los ojos muy despacio y no te levantes de inmediato. Tómate uno o dos minutos antes de retomar tus actividades cotidianas, fresco y lleno de fuerza.
¿Cuándo puede serte de utilidad el ejercicio del chocolate?
Cuando estás asustado o bajo estrés y tu cuerpo está rígido como el chocolate que sacas del frigorífico. Con el cuerpo así, lo más seguro es que fracases a la hora de demostrar tu habilidad en el terreno de juego. El ejercicio del chocolate puede utilizarse con éxito antes de saltar al campo (o antes de hacer un examen).
Cuando te sientas muy tenso, si logras relajar tu cuerpo y ponerlo blando y distendido, como una barra de chocolate caliente y blanda, serás un deportista mejor.
Para tener éxito con este ejercicio, tienes que practicarlo hasta alcanzar la habilidad de ser capaz de ignorar lo que ocurre a tu alrededor. Puedes ordenar a tu cuerpo que haga el ejercicio. Empieza por los dedos de los pies y sigue hasta alcanzar tu objetivo.
Resumen
La relajación es una técnica. Para poder llevarla a cabo con éxito, es necesario entrenar y practicar lo máximo posible. No esperes resultados inmediatos, y no te desanimes si no te salen los ejercicios o no sientes después de hacerlos las sensaciones que se mencionan en el texto. En vez de desanimarte, sigue practicando el ejercicio lo mejor que puedas. La perseverancia te recompensará. Cuanto más habilidoso seas haciendo el ejercicio, mejor te sentirás al acabar. Podrás llegar a relajarte casi en cualquier sitio, sea cual sea: en casa, en el vestuario antes de un partido, en el bus cuando vas a jugar un partido, durante el descanso en el vestuario (un ejercicio breve), en el banquillo de los reservas y en más sitios.
– Es importante que te acostumbres a practicar la relajación a diario, como parte de tu vida de futbolista.
– Escoge la técnica de relajación que te vaya bien a ti.
– La relajación libera tu mente de pensamientos y te ayuda a regular el estrés.
– Respirar hondo es una técnica sencilla, pero muy efectiva. Respira hondo en cualquier ocasión.
Rincón del entrenador
Ya hemos dicho que los futbolistas no son más que seres humanos, y es importante que