Ganar con la cabeza. Joaquin Dosil
la capacidad del jugador de rendir al máximo de su potencial.
¿Cómo afecta el estrés a la habilidad de un jugador durante un partido?
¿Perjudica cualquier tipo de estrés el rendimiento?
La respuesta a ambas preguntas podemos verla en la siguiente ilustración. La llamamos la curva de la U invertida (encontraremos esta curva un par de veces en el libro, porque describe muchos de los factores que influyen en la habilidad).
En la parte izquierda de la curva podemos observar que, al principio, con el aumento en los niveles de estrés, nuestra habilidad también aumenta hasta alcanzar el máximo (un buen ejemplo de una situación así son las pruebas o los partidos sin público. En estos partidos hay menos estrés y normalmente tanto los futbolistas como los equipos son incapaces de rendir a su máximo nivel de habilidad). De aquí se deduce que un cierto nivel de estrés es esencial. Pero también, si el nivel de estrés sigue aumentando, la habilidad se deteriora (si seguimos con el ejemplo anterior, normalmente en los grandes acontecimientos, como Olimpiadas o finales de la Copa del Mundo, los atletas no baten récords y la calidad del juego es pobre).
Cada jugador tiene su propia curva específica. En otras palabras, el alcance de la habilidad máxima varía de jugador a jugador. Hay jugadores que alcanzan su potencial máximo con niveles bajos de estrés, y cualquier aumento de nivel de estrés perjudicará de inmediato su habilidad; y hay jugadores que sólo alcanzan su máximo con niveles de estrés más altos. Un mayor estrés afectará menos a estos jugadores, pero su rendimiento será peor con niveles de estrés bajos.
Tu objetivo: aprende cómo reaccionas al estrés, para así poder saber qué nivel de estrés encaja mejor en el alcance de tu máximo potencial. Una vez que hayas logrado esto, deberías tratar de acomodarte a ese nivel de estrés, antes del partido y durante el mismo.
Éste no es un objetivo fácil, pero es perfectamente posible.
¡Este libro hará posible que alcances este objetivo!
Miremos primero cómo se manifiesta el estrés en los atletas antes de un partido y durante el mismo.
Síntomas de estrés antes de un partido:
Hay jugadores que pueden manifestar síntomas de estrés un par de días antes de un partido, y otros sólo los notan la noche antes o el mismo día del partido:
– Dificultades para conciliar el sueño.
– Dificultades para hacer actividades que requieran concentración, como leer un libro.
– Umbral de reacción más bajo, irritándose fácilmente con la pareja, los amigos o los hijos.
– Falta de tolerancia.
– Dificultad para quedarse en un mismo sitio.
– Dolores de barriga, sentir malestar de estómago, náuseas, vómitos y diarrea.
– Fuerte sudoración, orinar frecuentemente (cualquiera que haya estado en un vestuario antes de un partido ha podido comprobar las incesantes idas y venidas de los jugadores al baño).
– Dolor de cabeza, sequedad en la boca.
– Calambres en los músculos.
– Y todas las demás reacciones adicionales que todos hemos experimentado a lo largo de los años.
Cuanto más cerca esté el día del partido, más se acentuarán la sensación y los síntomas de estrés. Normalmente, el nivel máximo de estrés se alcanza en el vestuario antes del partido. Cuanto más importante sea para ti el resultado del partido, más marcados serán tus síntomas y sensaciones de estrés.
Aunque la lista de síntomas de estrés es muy extensa, cada jugador tiene también los suyos propios. Por supuesto, no todos tenemos todos los síntomas. En una ocasión trabajamos con un jugador de elite que siempre vomitaba antes de los partidos, y con otro que cuando tenía estrés bostezaba de forma exagerada (imagínate qué pensaba su entrenador de aquello una media hora antes del partido, justo mientras daba las últimas instrucciones –delante tenía a un jugador que no dejaba de bostezar–. En este caso, le aconsejamos al jugador que hablase personalmente con el entrenador y le explicase que los bostezos eran producto del estrés que tenía, y no de que no hubiese dormido la noche antes del partido).
Sólo hay una manera de identificar y reconocer los síntomas del estrés. Todo jugador debería ser consciente de cómo experimenta el estrés y con qué intensidad, y ser capaz de decir “Ahora siento estrés” o “Siento más estrés que de costumbre”.
Sólo cuando aceptes que sientes estrés y reconozcas su grado de intensidad podrás dominarlo.
Por nuestra experiencia personal, asesorando clubes de fútbol, sabemos que los atletas prefieren negar el estrés y no reconocerlo.
Los jugadores consideran el estrés una debilidad personal.
En cierta ocasión, conocimos a un jugador que tenía diarrea antes de los partidos. Este jugador nunca la relacionó con el estrés. Siempre tenía una explicación razonable para la situación (comí algo en mal estado, etc.).
El mayor error que puede cometer un jugador es negar el estrés que siente. Tal negación le impide controlar el estrés y redunda en un daño inmediato a su actuación en el terreno de juego.
Ser conscientes del estrés es el primer paso para llegar a controlarlo.
Repasa la lista de los síntomas de estrés y trata de identificar cuáles encajan en tus reacciones cuando tienes estrés.
Hay muchos jugadores y entrenadores que cometen el error adicional de creer que una vez que se salta al campo y empieza el partido el estrés desaparece.
Esta concepción tan equivocada es el motivo por el que incluso aquellos jugadores que sí son conscientes de los síntomas de estrés siguen sin hacer nada para controlarlo, porque están seguros de que al salir al campo a calentar, o más tarde cuando el árbitro hace sonar el silbato, el estrés desaparecerá y jugarán a su mejor nivel.
Esta creencia es totalmente errónea. El estrés no desaparece en el terreno de juego, simple-mente se manifiesta de manera distinta.
Normalmente, cuando los jugadores empiezan el partido desaparecen los síntomas físicos del estrés (no se tienen ganas de ir al baño, los dolores de estómago se van, etc.). Esto sucede porque el cuerpo “sabe” que en ese preciso momento no hay posibilidad de seguir yendo al baño, pero no quiere decir que el estrés se haya esfumado.
Un jugador que tenga estrés en el vestuario seguirá teniéndolo también en el campo.
Síntomas de estrés en el campo
Falta de concentración – dificultades para realizar con éxito pases sencillos.
Errores de percepción – calcular mal a dónde va a ir el balón y fallos en la aproximación al balón.
Violencia – hacer entradas violentas.
Umbral de reacción bajo – enfadarse con facilidad, gritar, increpar, etc. (normalmente gritar e increpar a los compañeros de equipo por fallos que cometen, etc.).
Problemas de coordinación – falta de coordinación entre el ojo y los pies, que perjudica la forma de jugar.
Sentir pesadas las piernas – incluso antes de que el jugador empiece a correr ya siente que encuentra difícil moverse, que