Ganar con la cabeza. Joaquin Dosil

Ganar con la cabeza - Joaquin Dosil


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      Rendirse rápido – perder la esperanza y no dar todo de sí.

      Tendencia a evitar implicarse en el juego y no cooperar – se ve con claridad cuando cada vez que intentas pasar el balón a un compañero, éste ya se encuentra cubierto por un defensor. A veces incluso te hace gestos para que no le pases la pelota (un centrocampista que no se ofrece para recibir el balón). Otras veces observas que un delantero está tenso y trata de esconderse detrás del defensa que lo marca. Si lo ves desde fuera, se puede observar que no es el defensa el que sigue al delantero, sino que, por el contrario, es el delantero el que se pega al defensa. De este modo no puede recibir el balón y nadie podrá criticarle después. En muchos casos incluso es el propio delantero el que se queja a sus compañeros de que no le pasan el balón. Es lo que se denomina en el fútbol como “esconderse”, “quemar el balón” o “desaparecer”.

      Respirar con dificultad y sequedad de boca – sentir que te falta el aire, no al final del partido sino incluso antes de dar el primer esprín, no hay aire.

      Estos síntomas de estrés varían de jugador a jugador, y no siempre se manifiestan todos. Cada jugador desarrolla a lo largo de su carrera sus propios síntomas de estrés. Es comprensible que la aparición de algunos de estos síntomas en los jugadores, aunque sólo sea por un breve período de tiempo, perjudique su rendimiento y les haga cometer errores.

       Es importante reconocer cuáles son tus síntomas de estrés típicos de ti. De tal modo, si fueses incapaz de controlar el estrés antes del partido, podrás hacerlo durante el partido.

       ¡Esta tarea es más difícil, pero aún así es posible!

      Repasa la lista de síntomas de estrés que se dan en el campo y trata de comprender cómo se manifiestan en ti.

      Hay jugadores que admiten con franqueza que salen al campo tensos. Sin embargo, como después de llevar un par de minutos metidos en el partido ya se han liberado del estrés y rinden al máximo de su habilidad con éxito, creen que ese problema no es grave y se equivocan.

      A veces eso es así. La tensión puede desaparecer después de un par de minutos, pero ¿qué puede ocurrir en esos minutos, antes de que desaparezca el estrés? Cuando se trata de deporte profesional no podemos permitirnos jugar mal el primer minuto y luego mejorar nuestro rendimiento. A veces te será imposible corregir unos primeros cinco minutos de falta de concentración aunque juegues de forma excelente los otros 85 minutos.

      ¡Los errores que puedas cometer los primeros cinco minutos del partido pueden ser la diferencia entre ganar y perder!

      Cualquier persona a quien le guste el fútbol sabe que en los primeros cinco minutos de un partido se marcan muchos goles y se fallan muchas oportunidades, y normalmente la causa de ello es la falta de concentración, motivada por la tensión que sufren los jugadores.

      El primer objetivo de todo jugador (para poder hacer gala de su máxima habilidad desde el pitido inicial hasta el final) debería ser reconocer su propia sensación de estrés y su grado de intensidad antes de un partido, y luego tener la habilidad de controlar esas sensaciones antes de saltar al campo.

      El segundo objetivo debería ser identificar de forma correcta e inmediata sus sensaciones de estrés durante el partido. De ese modo el jugador podrá controlar esas sensaciones o (lo que no es menos importante) cambiar su juego para adaptarse a la situación.

      Peldaño 3: ¡El estrés es una reacción normal, pero es necesario controlarlo!

      En este peldaño deberías conseguir:

      – Reconocer correctamente el estrés.

      – Calcular la intensidad del estrés.

      – Regular el nivel de estrés hasta adaptarlo al nivel que mejor te convenga, para así rendir a tu máximo potencial.

      Una vez que entiendas cuáles son los síntomas de estrés y admitas que negar su existencia es un error, aprenderás cómo controlarlo antes de un partido y durante todo el partido.

      Tu objetivo debería ser controlar el estrés antes del partido, de tal modo que al entrar en el estadio ya estés en disposición de adaptar tu nivel de estrés y tu máximo potencial (según la curva que vimos anteriormente).

       La habilidad que se requiere para controlar el estrés durante un partido es mucho menor que la que se requiere para hacerlo antes del partido. El estrés innecesario hay que dejarlo en casa o en el vestuario.

      Antes de aprender cómo controlar el estrés, es importante que sepas cuál es tu nivel de activación en cada momento, y cuál es el nivel de activación que necesitas para alcanzar tu máximo potencial.

      Para lograrlo te proponemos que te construyas un estresómetro. Puedes modelarlo en el cuentaquilómetros de un coche, o en un contador digital, o en una báscula, o en cualquier otro artefacto de medir que encaje. Ahora concéntrate en las sensaciones de estrés que tienes en este momento (tu ritmo respiratorio, dolores de estómago, malestar, inquietud interior, falta de concentración, etc.) y trata de asignarles un valor numérico del uno al diez.

       ¡Hazlo ahora!

      Este valor indica de hecho el nivel de activación mientras lees este libro (espero que sea bajo).

      Ahora, intenta cerrar los ojos y recordar tu último partido. Remóntate con tu imaginación a cuando estabas en el vestuario y trata de adjudicarle un número que podría describir el nivel de activación que tenías antes del partido.

       ¡Hazlo ahora!

      Vuelve a cerrar los ojos e intenta recordar tu mejor partido, aquél en el que sentiste que habías alcanzado lo máximo de tu potencial. Trata de recordar cómo te sentías antes del partido, y anota según tu estresómetro el nivel de activación que tenías antes del partido.

       ¡Hazlo ahora!

      Esos tres valores distintos expresan tu nivel de activación en este momento, el nivel de activación que experimentaste antes de tu último partido y el que necesitas para alcanzar tu mejor rendimiento.

      Lo que te queda por aprender, en estos momentos, es cómo controlar tu nivel de activación y lograr siempre el nivel más adecuado que te permita rendir al máximo en el campo. Eso es lo que haremos a continuación. Mientras tanto, trata de entrenarte trabajando en distintas situaciones usando tu estresómetro. Otórgate un valor de estrés que describa el nivel de activación que tienes la noche y la mañana anteriores a un partido, un par de horas antes de saltar al campo, en el vestuario, mientras haces el calentamiento en el terreno de juego, cuando el árbitro hace sonar el silbato de inicio y en otras situaciones durante el partido.

      En tu tiempo libre trata de entrenar y averiguar cuál es el nivel de activación que necesitas para alcanzar tu habilidad máxima. Seguro que has hecho muchos partidos buenos. Trata de recordarlos, así como el nivel de activación que tenías antes del partido, hasta que des con el valor correcto con el que hacer que tus habilidades rindan al máximo. Sé consciente de que no hablamos de solamente un valor, sino de una gama de valores.

      (Por ejemplo: activación en reposo 1-2, activación en el vestuario antes del partido 8-9, la activación más adecuada a tu rendimiento 6-7, etc.).

      Resumen

      – Todo el mundo siente tensión, a un nivel o a otro. El estrés nos afecta a todos.

      – El estrés no siempre es algo negativo.

      – Es importante aprender cómo se manifiesta el estrés en ti.

      – Es importante saber reconocer el nivel de activación que experimentas en cada momento.

      –


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