El cuerpo en la danza. Núria Massó Ortigosa
esta biomecánica y estos mecanismos pueden modelarse y adaptarse a los diferentes tipos de danza para que el bailarín sea capaz de alcanzar la perfección de su gesto dancístico. Creemos que el conocimiento de esta parte del texto, junto con el capítulo de acondicionamiento ampliamente desarrollado por Mireia Pujol, es de gran interés para los profesores de danza, que, de esta forma, podrán enseñar correctamente a sus alumnos evitándoles gran número de lesiones innecesarias.
También a lo largo del texto se exponen las diferentes patologías que con mayor frecuencia pueden afectar al bailarín y su íntima relación con la alteración de la biomecánica normal y con el gesto dancístico. Esta parte del texto es básica para los médicos y fisioterapeutas que deben tratar a los bailarines, ya que el conocimiento de los mecanismos lesionales es fundamental para su prevención y tratamiento. En esta línea es importante el capítulo de Martín Rueda sobre las ortesis para prevenir y tratar la metatarsalgia.
Tampoco deben olvidar los profesionales sanitarios que el bailarín ha de ser tratado en el especial entorno social que lo rodea, con las repercusiones psicológicas que ello conlleva. En este sentido, el capítulo de Montse Sanahuja es muy ilustrativo.
Para terminar, diré que es seguro que este libro, escrito con un estilo ameno y sencillo, tendrá una gran acogida entre los diferentes profesionales interesados en el tema.
Dr. Antonio Viladot Voegeli
Especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología Profesor Asociado de la Universidad de Barcelona
INTRODUCCIÓN
“El arte no es la representación de una cosa bella sino la bella representación de una cosa”
I. Kant
La danza es una forma de expresión con una larga historia y que ha ido adoptando formas diversas junto con la evolución del ser humano.
Como expresión artística, nace de la propia condición humana, que genera particulares acciones, sentimientos, actitudes individuales y sociales. La utilización del lenguaje corporal en nuestra especie es algo atemporal y universal en cuanto a culturas y geografía.
Como lenguaje, la danza va adquiriendo formas distintas a lo largo del tiempo y según las culturas y formas de pensamiento.
Es una forma de expresión que utiliza como instrumento el propio cuerpo, y es especial en cuanto que logra una modelación y modificación de este instrumento. Aquí reside una de las particularidades de esta forma de arte. El individuo es capaz de generar cambios y de adaptar su instrumento, el propio cuerpo, a sus necesidades expresivas según la modalidad de danza que utiliza como forma de expresión. Este es un elemento diferenciador de otras formas de expresión artística. Pero esta apreciada capacidad puede volverse un arma contra el propio bailarín si el proceso de modelación y adaptación no está hecho con habilidad y delicadeza.
Han hecho falta muchos años para adaptar nuestro cuerpo a una habilidad, la de caminar, decisiva en la evolución del ser humano hasta el momento actual. Hicieron falta muchos años para que nuestra mano llegara a adquirir la habilidad y destreza necesarias para la escritura, el dibujo y la música. También el cerebro ha ido evolucionando, sin lo cual no podríamos aprovechar estas adaptaciones. Pero el bailarín cuenta con apenas unos años, los de su crecimiento y maduración, para adaptar su cuerpo a la sofisticación y perfección del gesto dancístico. Y también para adaptar su mente a convertir esta forma de expresión en espectáculo y hecho social.
Creo que es un deber procurar que estos mecanismos adaptativos se desarrollen de la mejor manera posible. En este libro pretendo aglutinar algunos conocimientos sobre la biomecánica del cuerpo humano en la danza. También pretendo establecer una base de relación entre la biomecánica y la patología que puede aparecer durante la práctica de la danza, puesto que ello permite una mayor comprensión y sobre todo mejorar los sistemas de prevención de enfermedades.
Como médico, mis conocimientos y experiencia profesional me han permitido la comprensión y el descubrimiento de algunos aspectos de la danza. Como practicante de la danza, he podido profundizar en el estudio de sus patologías gracias a mi propia experiencia, al conocimiento de la técnica y al contacto directo. A la vez, debo agradecer a los profesionales de ambos campos sus observaciones y comentarios, siempre enriquecedores para la percepción y la reflexión.
En el camino que recorre el bailarín durante su aprendizaje encuentra retos a superar de distinta índole (físicos, psicológicos, culturales...). La resolución de estos retos puede mejorar a través de un mayor conocimiento del propio cuerpo y del propio trabajo.
Me gustaría colaborar a despertar un interés por el conocimiento. No abordamos temas generales de anatomía descriptiva o de fisiología, puesto que existen actualmente suficientes trabajos y bibliografía en los que el bailarín puede adquirir bases generales. En cambio, abordamos la biomecánica de la articulación y la función muscular específicas de la danza obviando estas bases previas. Puede ser interesante compaginar la lectura de este libro con la consulta de atlas y libros de anatomía general o de la danza.
Empecé a planificar este texto por petición de profesionales con los que compartíamos proyectos y experiencias. Pensé que podía aprovechar mi experiencia en la consulta de Medicina de la Danza que habíamos creado tiempo antes, junto con un equipo de colaboradores, con el objetivo de llenar un vacío que existía en la atención y seguimiento médico del bailarín. Por otro lado, mi trabajo como investigadora me permitía tratar algunos temas desde la curiosidad y con una perspectiva abierta.
No obstante, mi trabajo diario me acerca a personas con afecciones importantes, incluso invalidantes, para los movimientos más básicos o para el mantenimiento postural, y que me exigen un esfuerzo de análisis importante encaminado a su posterior mejoría siempre que sea posible. Por ello, el esfuerzo por mejorar el trabajo de alguien como el bailarín, que posee una control postural y dinámico tan desarrollado, podía parecer superfluo. Curiosa-mente, estos contrastes vividos en mi experiencia profesional no hicieron más que avivar el interés tanto por uno como por otro aspecto.
No he pretendido crear un tratado completo de medicina de la danza. Me he centrado en tratar algunos de los temas que en mi opinión son de mayor interés para el estudiante, el profesor o el coreógrafo. Haciendo un esfuerzo de selección, en el contenido final siempre faltarán temas que algunos lectores pueden echar en falta, y que quedan excluidos por criterios de selección basados en intereses generales y en mi propia experiencia personal. Quedan asuntos interesantes por tratar, como son la función y las afecciones del codo y la mano, que son sobreutilizados en algunas modalidades de danza. También quedan temas del ámbito de la fisiología y la nutrición, temas que son importantes para el bailarín. Tampoco se incluye en este libro capítulo alguno sobre psicología, salvo el estrechamente ligado a la patología musculoesquelética y las situaciones que ésta genera en el bailarín o en la compañía.
Deseo aportar una ayuda en algunos aspectos de la formación y preparación del bailarín. Deseo que el estudiante, así como el profesional dedicado a la escena o a la enseñanza, encuentren en este libro un soporte para su formación y una ayuda en determinadas situaciones. Deseo también que despierte su interés por una parte del conocimiento de su profesión. Incluyo en ello a las personas que practican la danza de forma amateur y que pretenden disfrutar de la experiencia de una práctica artística tan especial.
No me gustaría limitar la utilidad de este libro al profesional de la danza, sino hacerlo extensible al profesional de la salud con interés especial por el tema. Por ello existen capítulos o párrafos más orientados a uno u otro de los dos campos profesionales.
Es importante para el ser humano disfrutar de aquellas actividades que le permitan el desarrollo de sus capacidades particulares. La danza puede canalizar la expresión de ideas, hechos y sentimientos. Es una suerte para el practicante poder desarrollar una actividad que le permite manejar su capacidad de movimiento, su posición en el espacio y su expresividad. Cuando la danza va ligada a un compromiso profesional, corre el riesgo de perder algunos aspectos positivos