La izquierda mexicana del siglo XX. Libro 3. Arturo Martínez Nateras
a los zapatistas actualmente de ser un grupo terrorista. Ellos que califican y clasifican todos los movimientos del mundo y tienen las armas, el poder y todos los recursos, hoy, en el año 2003, en los primeros días de este año, no lo pueden invocar en contra nuestra. Porque no hay una sola acción, no hay un solo testigo protegido, alguien a quien puedan comprar para que pueda decir que este movimiento recibe dinero de terroristas, o secuestra o roba o utiliza simplemente la violencia para obtener ni cinco pesos. No lo pueden hacer porque hace 33 años nuestros dirigentes decidieron que eso no lo podemos hacer porque eso no lo entiende nuestro pueblo. Nuestros primeros dirigentes dijeron: “El que quiera llegar aquí a hacer las cosas rápido, a corto plazo, díganle que no, que no se puede, que en esta organización no es nuestro plan”. Y existen otros lugares donde sí se pueden hacer (Rebeldía, 4, p. 58).
En un documento de carácter fundacional, redactado en 1969 y que lleva por nombre “Comunicado confidencial a los militantes de las FLN sobre la militancia” (Dignificar la historia I, p. 48), el compañero Pedro escribió tajante: “[…] esta guerra revolucionaria, más que ninguna exigirá el combate en todos los frentes. Nuestra arma fundamental: la ideología”. Desde su nacimiento las Fuerzas abjuraron del imperante fetiche de las armas. En otro documento, escrito en 1971, se dice claramente: “Esta estrategia exige que el criterio anterior se anteponga a las cuestiones que vaya planteando la lucha, para resolverse siempre con un criterio político antes que militar, pues en ese aspecto nuestra posición es muy superior a la del enemigo […]” (Dignificar la historia I, p. 76).
La importancia de preservar la vida sobre los recursos fue parte central del ideario de las FLN, esto se ve claramente en el cuarto8 comunicado a los militantes, donde se evaluó el primer enfrentamiento armado con las fuerzas gubernamentales.
Aunque es preciso anotar que en el documento se consigna que la organización daba la directriz de que en caso de un enfrentamiento desfavorable con las fuerzas gubernamentales era preferible morir a caer preso, para no comprometer la seguridad y por lo tanto la vida de los demás compañeros.
Dicho lo anterior, y retomando el hilo de las experiencias previas, es de resaltar que los fundadores de las FLN no solamente fueron parte del EIM sino que participaron antes del 68 en otras organizaciones que apostaban por la vía de las armas. Una prueba de lo anterior se encuentra en una parte del doceavo9 “comunicado confidencial”, fechado el 10 de agosto de 1976, que se dirigió de nuevo a “todos los militantes” de las FLN. Este documento se redactó en “recuerdo del C. Alfredo Zárate Mota, Salvador” (quien también fue asesinado por el Ejército en Nepantla):
[…] y comprendió que sólo a través de la lucha armada se podría derrotar al enemigo que respondía con invariable violencia a los reclamos de los desposeídos.
Después de participar en la huelga nacional de médicos, conoció a Victor [sic por Víctor] Rico Galán quien en varias ocasiones lo visitó en el puerto de Veracruz plantéandole [sic por planteándole] sus actividades de integración de un grupo que por la vía armada se enfrentase a quienes detentan el poder. Aceptadas las premisas de Rico Galán, contactó Salvador en Veracruz a varios elementos que, como él, sabía honestos y dispuestos a hacer coincidir sus pensamientos con los hechos. La aprehensión casi inmediata de Rico Galán y otros elementos, cerró definitivamente las posibilidades de actuar en ese grupo (Dignificar la historia II, pp. 90-92).
El comunicado continúa con la visión de las FLN sobre las repercusiones que tuvo Olas10 en México y un breve balance del esfuerzo local por implementar sus directrices:
A través de un honesto amigo común —quien murió poco después accidentado, Angel [sic] Gutiérrez— conoció en 1968 a Heberto Castillo, quien respaldado por una descollante intervención en OLAS, fomentó en varios estados la creación de grupos que encauzaran sus actividades a iniciar la lucha armada; sin embargo, después de los sucesos políticos de fines de 1968 en México, Castillo traicionó a los elementos que había contactado.
Inmediatamente después el documento nos habla del paso de Zárate por el EIM:
A raíz de esos políticos de 1968, Salvador conoce a Mario Menéndez quien le plantea, para ya, su integración a un grupo que subiría a la sierra chiapaneca a iniciar la lucha armada contra el gobierno. Se integra así, con otros elementos al llamado Ejército Insurgente Mexicano. Conocidas son las posiciones que posteriormente sostuvo Menéndez y que llevaron finalmente a que se desintegrara el EIM. Se fundaron entonces, por los compañeros que así entendieron era su deber, nuestras Fuerzas de Liberación Nacional el 6 de agosto de 1969. En ese momento Salvador es designado Segundo Responsable de nuestra organización.
En una oda escrita por quien es actualmente el SCI Galeano se habla de la fundación de las FLN y se rinde homenaje a esos padres-madres del EZLN. Fue hecha pública, muchos años después de que fuese escrita, en una carta dirigida a Fernando Yáñez, con motivo del 33 aniversario de la fundación de las Fuerzas (La Jornada, 30/X/2002).
RELACIÓN DE LOS HECHOS
Hoy, día sexto del mes
de agosto del año
mil novecientos sesenta y nueve,
estando prevenida la historia,
el café amargo,
el tabaco por terminarse
la tarde por fenecer
y todo adecuado para conspirar
contra las sombras y tinieblas
que opacan el mundo y su sol,
los abajo firmantes comparecen
ante mí, la patria, para
declarar lo siguiente
Primero. Que los abajo firmantes
renuncian a su hogar, trabajo,
familia y estudios y a todas las
comodidades que, sobre la miseria
de los más, se han acumulado
en manos de los menos.
Segundo. Que los abajo firmantes
renuncian a un futuro,
vendido en abonos para
disfrute individual.
Tercero. Que los abajo firmantes
renuncian también a la coraza
de indiferencia frente al sufrir
de otros y a la vanagloria de un
lugar entre los poderosos.
Cuarto. Que los abajo firmantes
están dispuestos a todos los sacrificios
necesarios para luchar calladamente
y sin descanso para hacerme a mí,
la patria, libre y verdadera.
Quinto. Que los abajo firmantes
están dispuestos a padecer persecusión, [sic por persecución] calumnias y torturas, e incluso a morir si es preciso para lograr lo señalado en el punto Cuarto.
Sexto. Que yo, la patria, sabré
guardarles su lugar en la historia
y velaré por su memoria
como ellos velaron por mi vida.
Séptimo. Que los abajo firmantes
dejan bastante espacio debajo de sus
nombres para que todo hombre y
mujer honestos firmen este
documento y, llegado el momento,
lo rubrique el pueblo entero.
No habiendo más que decir
y sí mucho por hacer, los
abajo firmantes dejan su
sangre como ejemplo y
sus pasos como guía.
Heroica