La izquierda mexicana del siglo XX. Libro 3. Arturo Martínez Nateras

La izquierda mexicana del siglo XX. Libro 3 - Arturo Martínez Nateras


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y sin reservas a esta empresa por encima de su situación económica, familiar, o de cualquier otro tipo. No se le debe ilusionar con la idea de un triunfo rápido o sin esfuerzo, ni con la promesa de impunidad o recompensas futuras, sean del tipo que fueren, sin exagerar nuestras condiciones para hacerlas bonacibles [sic] o siempre mejorables, al contrario, que se entienda que habrá y hay problemas muy graves y periodos de retroceso inevitables, pero también que sólo con nuestros esfuerzos, nuestra capacidad para sobreponernos y asimilando las experiencias adquiridas, podremos vencer cualquier dificultad (Dignificar la historia I, pp. 64-65).

      Se podría trazar una genealogía inferida de las FLN, pero a partir de sus propios escritos podemos tener por cierto que las Fuerzas fueron fundadas por sobrevivientes de otra organización anterior llamada Ejército Insurgente Mexicano (EIM). Esto sería a nivel grupal; mas para hablar sobre las experiencias individuales previas de sus primeros miembros podemos decir que cada uno de ellos había participado además en organizaciones con formas de lucha abierta —mal llamada legal, no olvidemos los derechos que nos otorga el artículo 39 constitucional— antes de optar por la vía armada. Puedo afirmar que tanto a nivel colectivo como individual esta organización era heredera y había sido partícipe de otras experiencias políticas, tanto pacíficas como militares.

      La primera fue en una entrevista que le hizo la revista Proceso en casa de Rosario Ibarra, realizada por Álvaro Delgado —fue publicada el 4 de noviembre de 1995—. Y fue hecha tiempo después de que Fernando fuera liberado tras haber estado preso en el Reclusorio Oriente. Veamos el fragmento de la entrevista donde Yáñez dio pistas sobre la participación de miembros de las FLN en el EIM; el fragmento proviene de la parte donde menciona al impulsor de la experiencia previa:

      Meses antes de la constitución de las FLN, César Germán Yáñez, Alfredo Zárate y otros fundadores habían estado en Chiapas. Fue por invitación, dice Fernando Yáñez, del periodista Mario Menéndez, actual director del diario Por esto de Yucatán: “Los citó en la Selva Lacandona, lugar adonde, creo, nunca asistió. Se quedaron como las novias de rancho: vestidos y alborotados en la selva, pero con la idea de regresar ya que pensaron que era un buen lugar para prepararse y algún día comenzar la lucha armada en México”. De Mario Menéndez vuelven a saber en 1971, cuando fue detenido y se conoce la identidad de quienes habían estado en la selva. ¿Él los delata? Yo no sé si él o algunos otros que, con él, fueron aprehendidos, pero lo cierto es que comienzan a buscar a nuestros compañeros, sin que se supiera que ya habíamos fundado la organización. Recuerda que las FLN continuaban creciendo, “formando una pirámide”. En julio de 1971 se produce un enfrentamiento con la policía en Monterrey, la cual confunde a los militantes con traficantes de droga. No registran bajas, pero la organización es descubierta. Perseguidos, huyeron ese mismo mes a la ciudad de Puebla, donde los recibió Julieta Glockner. En esa ciudad permanecen unos tres meses […] (Proceso, 992, 4/11/1995).

      Por otra parte, en el onceavo “comunicado confidencial” que se dirigió también a “todos los militantes” de las FLN (Dignificar la historia II, 2016, pp. 87-89) y fechado el 10 de junio de 1976, podemos leer cómo en la “Evocación del C. Mario Sánchez Acosta” —regiomontano y uno de los fundadores de las Fuerzas, quien fuera asesinado por el Ejército federal en Nepantla— se refleja en la vida de uno de sus militantes el paso por experiencias organizativas previas y la participación de algunos de los fundadores de las FLN en el EIM:

      Durante su vida civil recorrió, como muchos de nuestros compañeros, innumerables caminos buscando la solución definitiva a los problemas de su pueblo hasta comprender por fin que sólo la lucha armada en una guerra por desgracia larga y cruenta, podría conducir al pueblo al poder.

      Entendido aquello, avocó todas sus fuerzas y medios para hacerlo posible y en febrero de 1969, se incorpora a un grupo de elementos (algunos de ellos hoy son compañeros nuestros también) al Ejército Insurgente Mexicano, dirigido por Mario Menéndez, adopta entonces su primer pseudónimo: Benigno. Sus peculiaridades para adaptarse al medio —la montaña selvática— y su personalidad, lo conducen a tener mando en ese efímero grupo que pronto, por la baja calidad moral de algunos de sus integrantes y la deshonestidad de su dirigente se desintegra. Benigno, actuando en consecuencia con su pensamiento, sigue en la clandestinidad y junto a quienes demostraron tener los empeños suficientes para seguir adelante, funda el 6 de agosto de 1969 nuestras FLN.

      Una versión más sintética sobre la experiencia previa en el EIM y su impacto en la fundación de las FLN se encuentra en Nuestra historia III (Nacen las FLN s/p):

      La concreción del proyecto revolucionario se asienta en dos premisas: la comprensión objetiva de la coyuntura histórica que vive el país y la militancia en la fallida organización guerrillera denominada Ejército Insurgente Mexicano, disuelto por su propio dirigente, el periodista Mario Menéndez.

      Esa combinación de experiencia y conciencia alienta al grupo de jóvenes que reunidos en la ciudad de Monterrey deciden continuar la lucha armada, pero subordinada a claros lineamientos políticos (tanto teóricos como prácticos) que impidan los errores y desviaciones que culminaron con la desintegración del EIM. La fecha: 6 de agosto de 1969.

      Entrambos fragmentos nos muestran otra parte del balance de la experiencia que significó el EIM. Por otro lado quiero llamar la atención sobre algo que ha sido poco registrado y que es de suma importancia: la participación de algunos fundadores de las FLN en otras organizaciones que buscaban impulsar la lucha armada antes de 1968, algo que veremos párrafos adelante.

      Existe la premisa de que la cruenta represión del gobierno al movimiento estudiantil —cuyo nefasto pináculo fue el 2 de octubre de 1968— fue la causa principal que llevó a muchos


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