Con tinta sangre del corazón. Gustavo Sainz
65. Este periódico, cuyo nombre completo es El Despertador Americano. Correo Político Económico de Guadalajara, lo fundó Hidalgo al mes siguiente de haber ocupado la ciudad de Guadalajara, en donde a la sazón se encontraba establecida una de las muy pocas imprentas de la Nueva España. (José Toribio Medina, La imprenta en Guadalajara de México, XII).
66. Para Campo y Rivas la Independencia era, como para casi todos los realistas, algo injusto, pues ella acaba con la prosperidad de América, con la riqueza y bienestar de todos los habitantes de Nueva España. Y, a su juicio, era absurdo y criminal acabar en un día con todo aquello tan bueno, tan justo, que se había edificado en tres siglos. Con estos argumentos increpa a los insurgentes diciendo: “¿Conque el honor y la gloria de todo un Reino y de toda una Nación, adquirida con tantas privaciones, fatigas y sacrificios por tres siglos, en breves días por unos pocos malvados se ha de ennegrecer y marchitar? ¿Ya la América dejó de ser justa, ilustrada, fiel, humana, dulce y generosa, y de improviso se trocó en ignorante, bárbara, miserable, codiciosa y sanguinaria?” (Manuel del Campo y Rivas, Manifiesto filantrópico, p. 4).
67. Una historia intermitente, cuántica. Expansión de huellas fosforescentes. Vasta oscuridad protectora. Destellos eléctricos. Descubrimiento del escenario concreto, incluso del polvo posado sobre los muebles. Absoluta inseguridad de la secuencia. Vaniloquio de las formas. Reposo de invernadero nocturno. (Calasso, op. cit., p. 184).
68. Hidalgo es “un sofista descarado y sacrílego” que se ha propuesto “manifestar a toda la Iglesia católica el desprecio que hace de sus armas espirituales, de la autoridad de sus legítimos pastores, de las decisiones de sus concilios, de la rectitud de sus tribunales y de la santidad de sus leyes más augustas”, y además es un aliado de Napoleón, un fariseo más que trata de perder en lo espiritual a las ovejas americanas. (Edicto de los Inquisidores, Dr. Bernardo de Prado y Ovejero, Lic. Isidoro Sainz de Alfaro y Beaumont, Dr. Manuel de Flores, en contra de Hidalgo, Diario de México, XIV, enero 28, 1811).
69. “El libro de Andrzejewski, Las puertas del paraíso, convierte una frase ininterrumpida en flujo de niños, flujo de marcha con estancamiento, estiramiento, precipitación, flujo semiótico de todas las confesiones de niños que acuden a sincerarse al viejo monje que encabeza el cortejo, flujo de deseo y de sexualidad, iniciando cada cual la aventura por amor, y más o menos directamente arrastrado por el oscuro deseo póstumo y pederástico del conde de Vendôme, con círculos de convergencia —lo fundamental no es lo que los flujos hagan. ‘Uno o múltiple’, ese ya no es el problema: hay un agenciamiento colectivo de enunciación, un agenciamiento maquínico de deseo, incluidos el uno en el otro, y en conexión con un prodigioso afuera que de todas formas hace multiplicidad”. (Deleuze y Guattari, Rizoma, p. 27).
70. Fray Servando es enviado al reclusorio Los Toribios, en Sevilla. “Ésta era la más bárbara de las instituciones sarracéni-cas de España”. “Fui entonces destinado a una torre de dos altos, y me añadieron a los grillos un grillete puesto en una barra de hierro de tres o cuatro arrobas”. Se fuga desmoronando una pared y arrancando una ventana de hierro. Nuevamente detenido en la prisión de Cádiz, trasladado a Los Toribios, reforzados sus grillos, enferma y pasa muchas peripecias hasta que consigue huir nuevamente.
71. “El Descubrimiento no fue un diálogo de culturas, ni un encuentro de pueblos: fue violencia, depredación y conquista”. (José Saramago, El País, p. 873, 23 de septiembre, 1998).
72. Los instrumentos con los cuales se modeló la Sociedad Liberal fueron muchos: la pluma (corrosiva) de Voltaire; la espada (puritana) de Cromwell; el telescopio de Galileo; la revolución copernicano-cartesiana; el misticismo (evangélico) de Lutero; la lógica (y el ascetismo ultramundano) de Calvino; el optimismo (naturalista) de Rousseau; y el realismo (político) de Maquiavelo. (Emmet John Hughes, The Church and the Liberal Society, p. 3).
73. Sermón del padre Bringas del 7 de diciembre de 1810. “El cura Hidalgo y sus secuaces —reitera una y otra vez— penetrados del espíritu de la política reprobada del impío Napoleón Bonaparte, intenta sepultar en sus ruinas nuestra América, consumar, si pudiesen, la pérdida de la España y aniquilar la Iglesia de Jesucristo”. (Fray Diego Manuel Bringas, Antología del Centenario, p. 131).
74. Mezcladas, junto a los reclamos auténticos de los insurgentes se mezclan otros que prevalecían ante la publicación del Manifiesto comunista. ¿Pero ustedes quieren abolir la propiedad? ¿Quieren la comunidad de las mujeres? ¿Quieren abolir la religión? ¿La familia? La patria?
75. Se refieren a la creación de dos Comandancias de Provincias Internas, así como a la enajenación de capellanías y obras pías.
76. Alusión a John Dee, que en el siglo xvi, a través o de su médium Edward Kelly, hablaba con los ángeles en lengua revelada (el enoquiano), y que con su libro Mónada jeroglífica pretendió dar la clave para conocer los secretos del cosmos.
77. El ciclo está escrito en el cielo, en el retorno de las constelaciones. El terror de la matanza es fundamentalmente terror de que no exista cielo, de que el animal no retorne, de que el astro no reaparezca. El ligero desorden en el cielo (la oblicuidad eclíptica, la precesión de los equinoccios) corresponde al inmenso desorden sobre la tierra (la muerte). (Calasso, op. cit., p. 215).
78. En 1802 Carlos IV, o mejor dicho Godoy, valido de la reina y monarca de hecho, nombró a José de Iturrigaray virrey de la Nueva España. Este hombre dio muestras de su codicia al apenas llegar, pues habiendo obtenido permiso de la monarquía “para traer libremente en caso de ropas de su uso aquellas piezas que no haya podido concluir al tiempo de su marcha”, introdujo mercancías a la Nueva España por valor de 119 000 pesos a fin de venderlas, según aparece en la sentencia pronunciada en su contra años más tarde. A este abuso escandaloso siguieron otros semejantes que le enajenaron todo prestigio y toda respetabilidad. (Genaro García, El Plan de Independencia de la Nueva España en 1808, p. 91).
79. Asociado Yermo a don Juan Lavat, no libre tampoco de ciertas rencillas personales “lo hice salir de la capital violentamente —decía el virrey a la Junta de Sevilla— dos años o más hace; porque estaba atrincherado en ella tomando los sueldos y sin haber arbitrio después de años de que fuera a España, como estaba mandado por S. M. a hacer el servicio”. Cancelada calcula que los conjurados serían trescientos, “todos los más del Comercio”; “unos Cajeros —según Beye de Cisneros— muchachos sin dinero”; Jáuregui asegura que apenas llegaban a doscientos treinta y dos. Cancelada pone entre ellos a “algunos criollos”, pero le desmiente el propio Yermo, quien afirma “que la gloria de esta empresa es sólo de los europeos”; podemos por lo mismo, creer al virrey, conforme al cual, entre los conspiradores “no hubo siquiera un mexicano”. (Lucas Alamán, Historia de Méjico desde los primeros movimientos que prepararon su Independencia en el año de 1808 hasta la época presente, pp. 4, 149) .
80. Florescano mostró que medio siglo antes del inicio de la insurrección, los hacendados y los productores de alimentos en Nueva España habían logrado controlar los precios del mercado. Entre 1742 y 1810 la población de la Nueva España casi se duplicó, lo que hizo necesario el abastecimiento en gran escala. Ade-más, después del auge económico de la década de 1780, las grandes haciendas aumentaron de tamaño, a veces apoderándose de las tierras de los pequeños granjeros independientes y de los indí-genas. Por ello, las dos principales instituciones destinadas a impedir el hambre en la ciudad de México, la Alhóndiga y el Pósito, los graneros públicos, dejaron de funcionar correctamente. (Anna, op. cit., p. 161).
81. Enrique Muñi establece la logia escocesa masónica.
82. “No hay corazón, no hay corazón, sino un problema, es decir, una distribución de puntos relevantes; ningún centro, pero siempre descentramientos, series con, de una a otra, la claudicación de una presencia y una ausencia —de un exceso y un defecto. Hay que abandonar el círculo, mal principio de retorno, abando-nar la organización esférica del todo: es por la derecha que todo vuelve, la línea derecha y laberíntica. Fibrillas y bifurcación (sería recomendable analizar deleuzianamente las series maravillosas de Leiris)”. (Michel Foucault, Theatrum Philosophicum, p. 8).
83. Destitución y prisión del virrey Iturrigaray.