¿Cómo correr?. Nicholas Romanov

¿Cómo correr? - Nicholas  Romanov


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me encuentro casi 25 años después de aquel día gris de octubre. Tras tomar aquella decisión, he dedicado mi vida laboral al conocimiento de una de las actividades más fundamentales del ser humano y al desarrollo de una técnica que permitiese a todo el mundo correr más lejos, más rápido y con menos esfuerzo y desgaste para el cuerpo.

      En esos 25 años, muchas cosas han ocurrido en mi vida. Conseguí emigrar de Rusia con mi mujer, Svetlana, y mis hijos, y me instalé en Miami (Florida). En Florida abrí mi negocio como entrenador de corredores profesionales, trabajando con personas y pequeños grupos al tiempo que refinaba mis teorías sobre la técnica correcta para correr.

      Al mismo tiempo comencé a establecer contacto con diversas organizaciones nacionales y clubes de atletismo. He trabajado en el comité nacional de entrenadores de Triatlón de Estados Unidos, dirigiendo seminarios y talleres con los mejores entrenadores y triatletas del país, He viajado a los Juegos Olímpicos de 2000 en Sídney como asesor y entrenador de triatletas de Gran Bretaña. En 1997 saqué mi primer vídeo, que corredores y entrenadores de todo el mundo siguen comprando.

      Durante todo este tiempo me he propuesto trabajar con corredores de todos los niveles, desde olímpicos hasta octogenarios. A mi entender, si en verdad hay una técnica correcta para correr, tendría que funcionar con todo el mundo, no sólo con los corredores de elite de categoría mundial. De hecho, aunque me he sentido muy orgulloso al ver bajar de manera considerable las marcas parciales de mis triatletas olímpicos, he sentido más satisfacción, si cabe, con atletas de mediana edad que estaban a punto de dejar de correr por sufrir lesiones crónicas y ahora corren sin dolor, más rápido y con menos esfuerzo que hace 20 años.

      Al aumentar mi conocimiento sobre la técnica para correr, mi frustración de 1977 se ha ido transformando. Hubo una época en que me debatía por descubrir la naturaleza del acto de correr, ahora me siento frustrado cuando observo a gente que quiere correr bien, pero está en inferioridad de condiciones por su falta de conocimientos sobre la técnica correcta.

      Es para esas personas para las que he escrito El método de la postura en carrera. Este libro representa 25 años de reflexión, investigación y trabajo de campo en el laboratorio humano. Mi máxima esperanza es que proporcione un método a todos los que quieran correr mejor de lo que alguna vez creyeran posible. Y que, a la vez, su salud mejore y sus vidas se enriquezcan al dedicarse al deporte más humano y elemental.

       Capítulo 2

       Si quieres estar sano, corre; si quieres ser atractivo, corre; si quieres ser listo, corre.

       Antiguo aforismo griego

       MI FILOSOFÍA DEL ATLETISMO

      Si pensabas que las promesas con grandes titulares referentes a salud, belleza y bienestar general eran una invención de la prensa popular de finales del siglo XX, el citado antiguo aforismo griego debería desengañarte. La gente siempre ha buscado «píldoras mágicas» para mejorar sus vidas, y los griegos no fueron una excepción. Y en esencia tenían razón, porque es probable que no haya otro ejercicio físico tan sencillo, accesible y beneficioso para el ser humano como correr. Correr es bueno para ti, y cuando se incorpora a un estilo de vida equilibrado, se consigue ser una persona más sana, atractiva (o bella) y reflexiva.

      Como civilización ilustrada, los antiguos griegos fueron los primeros en reconocer la importancia de correr, lo cual reflejaron en su amor por los deportes y en el arte. Las imágenes de corredores en vasijas griegas retratan el inherente valor emocional y estético de correr. En estas elegantes vasijas, los artistas tal vez mostraran la técnica correcta de los atletas que se preparaban para las olimpiadas, o quizá estuvieran brindando homenaje a los grandes héroes de los juegos (fig. 2.1).

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      Con independencia de su propósito, es cierto que estos dibujos no son meros vuelos de la imaginación artística. Muy detallados en su descripción de la técnica para correr, los dibujos muestran con claridad la diferencia en los variados esfuerzos que realizan los atletas mientras corren distintas distancias a diferentes velocidades. Lo interesante es que muestran una similitud general de los estilos al correr. Fuera para esprintar o para correr una distancia larga, la técnica en sí es la misma.

      Creo que estas similitudes no eran sólo la plasmación de la imaginación emocional o de la estética de diversos artistas griegos. Los movimientos al correr de los atletas de estas vasijas me han convencido de que los antiguos griegos, fuera por intuición o producto de la observación, descubrieron los elementos eficaces de la técnica para correr, que siguen siendo tan relevantes hoy en día como lo fueron hace miles de años.

      Observa estas imágenes y verás con claridad que todos los atletas corren apoyando la porción anterior del pie y que no aterrizan sobre el talón. Al correr descalzos, era la técnica obvia para correr con eficacia y prevenir lesiones. A mi entender, este estilo al correr descalzos en que se aterriza sobre el antepié es el ejemplo más puro de la correcta naturaleza de las carreras…, y los griegos lo sabían hace siglos.

      No creo que los griegos carecieran de los conocimientos necesarios para comprender la esencia de una actividad como correr. Aunque no tuviesen los conocimientos científicos subyacentes, tenían una poderosa capacidad para entender la realidad, mentes agudas y la más infrecuente de las virtudes, sentido común.

      Como agudos observadores del mundo, los griegos apreciaban la armonía de la interacción del hombre con la naturaleza. Con ese enfoque holístico, valoraban el papel íntegro de la humanidad en el mundo. Fue una época en la que gozaba de alta estima la pureza de pensamiento y acción.

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       Figura 2.1 (b). Otra imagen de una carrera.

      A medida que fue quedando atrás la Edad de Oro de Grecia, la humanidad pareció dejar de lado esos valores. Durante mucho tiempo, pareció como si se hubiera perdido el valor de correr per se. Sólo a finales del siglo XIX, con el revivir de los Juegos Olímpicos, pareció recuperarse el valor de esta actividad elemental del ser humano.

      Aunque las Olimpiadas y el Maratón de Boston surgieron cuando el siglo XIX daba paso al siglo XX, no fue hasta la década de los sesenta cuando se produjo el primer bum de amplio espectro con el éxito de los corredores australianos y neozelandeses, sobre todo tras los libros publicados por el famoso entrenador neozelandés Arthur Lydiard (3). En Estados Unidos, la moda de correr se desencadenó con la victoria olímpica en 1972 del maratoniano Frank Shorter (1).

      Correr dejó de considerarse un capricho estudiantil que había que abandonar en la adultez, y empezó a considerarse como un componente clave de un estilo de vida completo. En algunas instancias, se vio casi como una panacea, como una cura para todos los males de la sociedad moderna. Como sucede con todo primer amor, parecía que no tuviera defectos, sólo méritos.

      A medida que correr se convirtió en un deporte de masas, empezó a mostrar todos los aspectos de aquella sociedad. Mientras antes sólo unos pocos lunáticos se derrengaban corriendo en pantalones cortos y deportivas, de pronto las zapatillas para correr se convirtieron en el calzado de rigor para la vida diaria. Las empresas fabricantes de zapatillas prosperaron de la noche a la mañana hasta convertirse en gigantes del mercado. El campo de la competición se trasladó a las calles de las principales ciudades, en las que se corrían carreras de 5 km, 10 km y maratones. Parecía como si correr estuviera a punto de convertirse en una religión nacional.

      A medida que el arrebato del enamoramiento empezó a mitigarse, se plantearon preguntas inevitables. La gente se preguntaba: si correr es tan bueno, ¿por qué los corredores siempre cojean? Si correr 48 kilómetros semanales es bueno, ¿no sería mejor correr 96 kilómetros semanales


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