Sunna Gua: Constataciones del alma. Paola Andrea Pérez Gil
y certeza de identidad propia es nuestro saber milenario que en la voz gnoscente de quien lo asuma, sin el miedo a desnudar su alma, esté dispuesto a tejer con el saber del mundo. También, una práctica de la descolonización que, en ocasiones, bajo el tapiz interpretativo de puenteo integrativo asume en autonomía lo deseable del pensar occidental no occidentalista para trascender lo crítico social emancipador hacia el silencioso y analógico encuentro del saber americano ancestral.
Este esfuerzo, incluso, en términos de una psicología ancestral indígena que por ancestral es reconocedora de toda ancestralidad del mundo y, por lo tanto, con cercanías epistemológicas, ontológicas, gnoseológicas y cosmogónicas a las psicologías perennes orientales promueve la validación y la recuperación de saberes vitales y profundos con los cuales se teje el encuentro teorético solo posterior a la prescripción vivencial mítica y ritual. Aceptar la tarea humilde de consciente desobediencia epistémica también implica para este libro de investigación reconocer con dignidad y sin culpa el valor de ancestralidades orientales que occidente prejuició de manera light como lo esotérico y que en la certeza de su vivencia espiritual y su comprensión filosófica constituyen el rigor y el vigor científico de ciencias perennes desconocidas y violentadas por el atrevimiento de no haberse alineado en la perpetuidad occidental de solo la razón, como identidad existente, y haber permanecido conscientes en el sentido de que lo humano y su esencia espiritual está constituido tanto por sustancialidades racionales como corazonantes. La locura demente de negar los saberes que no privilegiaron algún lugar básico ideático apodíctico y político de la intuición dialéctica, sino que comprendieron siempre, a lo largo de los milenios, que era un asunto integrador de opuestos que solo se acercan a lo total en la gravidez humana del amor. Por eso, este libro, tan indígena como es, tan occidental como es, también oriental es…
En coherencia con lo anterior, recordamos que en nuestro tercer libro, Descripciones de una psicología ancestral indígena, la certeza evidenciada era la de un caminar hacia el ser del alma y del espíritu que en su andar de tierra como método de caminar hacia sí mismo desplegaba el pletórico repertorio de mitos y ritos que fortalecían la convicción de una psicología ancestral indígena como caminar transformador del ser humano en el encuentro de sus instancias más íntimas de mismidad almífica.
En él mismo, el motor cognoscente siempre ha sido ser sintiente que en comprensión fenoménica vive con base en el saber de ancestralidad el encuentro con su propio psiquismo, las clásicas, complejas y excelsas por su máximo grado de humanización hermenéutica de las expresiones aforísticas del investigar fenomenológico “toda filosofía es mi filosofía”, “es certeza (verdad) porque así lo viví”, entonces, “toda vivencia de psiquismo es psicología”; todo lo anterior es el manifiesto de la ciencia cualitativa que ha acompañado y permanece aún vital y metódicamente en la investigación que origina el presente texto. Asimismo, se insiste en descripciones que reafirman las comprensiones conceptuales de esta psicología ancestral, en especial, en el manifiesto psicoterapéutico de las prácticas de la curación del alma; la hermosa paradoja chamánica de despertar al psiquismo humano integrando aquella faceta femenina de lo emocional tan radicalmente encubierta y negada al punto neurótico contemporáneo por el occidente raciocéntrico, la estética sagrada de una sensibilidad profunda y mística que también es ciencia para una ciencia que se integra espiritual y sabia, caminando el territorio de la ancestralidad.
En la última afirmación conceptual proponíamos la psicología ancestral indígena
[…] como el camino de encuentro trascendente (transpersonal) con el ser de mismidad interior (el sí mismo) fundido con toda la (telúrica) existencia, desarrollo que se produce mediante la vivencia del cuidado (terapéutica mítica y ritual) del origen, del conocimiento y sabiduría indígena, de la memoria más que histórica trascendente del mito del cosmos y las herramientas ancestrales (usos y costumbres) que hacen posible el encuentro y evolución del sí mismo (del ego al alma y al espíritu), generando progresivamente (o súbitamente) un efecto ordenador o transformador donde la mente se despeja de la superficialidad (el pensar bonito) llevada a estados conscientes de conexión con lo espiritual. De tal forma que, resultamos nosotros mismos los indagados, la cosmogonía, mitos y rituales el proceso terapéutico de curación a través de la conexión con la fuerza del espíritu (fe), los abuelos internos los psicólogos, el corazón, el gran maestro, la vida, las malocas, lagunas y montañas los consultorios, las plantas y elementales los grandes libros y nuestro reconocimiento como seres, como “gente” la sanación. La experiencia metafísica y ontológica para occidente, y espiritual y trascendente para los abuelos del asentarse (ser siendo), un estar en comunión sagrada de mismidad, otredad y divinidad, la humanización como consciencia psíquica de la tierra en mí, de yo en ella, alma en evolución de espíritu y solo así camino del Dios en mí. (León, 2017, p. 213)
En relación con el enfoque sintiente de este nuevo libro, de esta nueva investigación, resta aclarar que aquí lo presente, igual que siempre, está al margen de cualquier operacionalización o conceptualización hermenéutica solo analítica textual; de igual forma, esta nueva vivencia que compartimos en todas sus hojas, en todas las trochas, en todas sus palabras, en cada uno de los lugares sagrados sintonizados, manifiesta el sentido espiritual y cualitativamente descriptivo que reafirma y reargumenta con vital certeza el tejido intuitivo y conceptual de lo que se vive que es.
Este ser que vive, ama y se descubre es la consciencia sintiente de investigadores, quienes, por más de una década, se investigan a sí mismos con base en el derrotero ontológico y espiritual del camino ancestral indígena; por lo mismo es que se ha defendido en variados escenarios que la psicología de la ancestralidad indígena es psicología para cualquier humano en el mundo y en la realidad de lo otro es psicología de la tierra para la tierra y para el cosmos. El camino valiente de investigadores que buscan y encuentran su origen en el reconocimiento del método de andar la tierra y que en su trasegar descubren con respeto vital el panorama de las perspectivas del evolucionario pensar bonito, como filosofar místico cosmogónico, de su relación ontológica de ser la tierra misma y del saber propio como ciencias milenarias del conocimiento antrópico y telúrico, y en ellas, las prácticas de la vida, de la curación y su siembra.
Al respecto, quisiéramos advertir que no podemos naturalizar nuestras categorías sagradas prejuiciándolas de modas pasajeras subculturales o restándoles valor como un lenguaje Mhuysqa contemporáneo, no nos podemos cansar tan rápido frente al voraz epistemicidio moderno y su presión intelectual, hay siempre que levantar corazón y cabeza con el orgullo milenario de trascender el pensar metódico cartesiano hacia el pensar bonito, la terapéutica farmacológica del mortal negocio de la salud con la curación con nuestras plantas y lugares sagrados, el espíritu absolutista hegeliano con el espíritu de nuestra Hitcha guaia (pacha mama) o la razón técnica kantiana con el valor de volver a vibrar en el signo sagrado de nuestros mitos. Para este libro y para nuestro camino recuperar la voz propia es una obligación gradual del nieto y no nos podemos nunca más permitir la vergüenza de no nombrarlas una y muchas veces, según sea necesario.
Además, estamos seguros de que las categorías de la ancestralidad americana son tan profundas y en grado contemplativo, por lo tanto, teórica y prácticamente son complejas, en consecuencia, tal cual se presentan y empezamos a reconocer con no pocos autores indígenas y mestizos que es preciso nombrar y reivindicar la manera propia de nombrar, insistimos, hay que decir diez mil y una veces pensar bonito y hay que conectar de manera insondable diez mil y un intentos para evidenciar en la inteligencia consciente del corazón lo que esta milenaria propuesta andina implica. Hasta ahora estamos empezando a que los castos, homogénicos y virginales oídos de occidencia se acostumbren y los integren, porque nuestras voces y conceptos ya no se apagarán, pues es el tiempo cuántico de su emerger. De verdad, viendo el mundo de hoy, ¿se podría decir que hay más inteligencia en Occidente que en Oriente? ¿O en el mundo ancestral indígena? ¿Quién contiene la memoria más vivida del vivir mejor? ¿El qué derrocha conocimientos o el que tiene sabiduría de vivir?
A propósito de Boaventura de Souza dice lo siguiente:
Si me preguntas cómo definir este nuevo ciclo en términos progresistas (porque también puede ser una nueva barbarie, todavía peor), diría que tiene que tener una dimensión epistemológica muy fuerte, y que