Mujer, ¡apuéstale a la familia!. Lucía Legorreta

Mujer, ¡apuéstale a la familia! - Lucía Legorreta


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el problema: centrarnos primero en lo positivo y en las áreas de oportunidad, y luego expresar lo que sentimos y pensamos. Si es difícil hacerlo verbalmente, lo puedes hacer por escrito.

      Recopilar toda la información posible: después de expresar el problema es importante buscar comprender al otro lo más posible: por qué lo hizo, qué no le gusta, cómo quiere que se mejore.

      Parafrasear lo que se entendió para evitar malentendidos: «Entonces, lo que sentiste fue… y te sentiste así porque…».

      Retroalimentar: dar una respuesta ante lo que se nos ha compartido: «Entiendo que te hayas sentido así; quiero que sepas que no fue mi intención…».

      Asegurar a la otra persona nuestro amor por ella: es importante recordarnos que nos amamos y hacérselo saber al otro.

      Analizar juntos el problema de manera racional y buscar posibles soluciones: cada uno propone una entendiendo el punto de vista del otro.

      Analizar las propuestas, examinando juntos los pros y los contras de cada una de las soluciones propuestas.

      Escoger la mejor solución posible: y proponerte hacer todo lo posible por cumplirla.

      5. Infidelidad financiera

      ¿Eres infiel financieramente hablando? Si estás casada o vives con alguien, ¿le mientes a tu pareja sobre lo que realmente te costó tu compra?, ¿tienes alguna tarjeta de crédito o débito, o quizá una cuenta de ahorro, cuya existencia desconoce tu pareja?

      Este tipo de conductas son más comunes de lo que imaginamos. Cuando un hombre y una mujer se casan, usualmente resienten perder su autonomía, ya que llevan años satisfaciendo sus propias necesidades y gustos sin tener que dar explicaciones. Sin embargo, una vez casados, la situación es distinta.

      A lo largo de nuestra vida de matrimonio hay ciertos eventos financieros o etapas que son un «gatillo» en la relación:

       Comprometerse o vivir juntos: un acuerdo prenupcial, manejo del dinero y aportaciones de cada uno.

       Casarse: gastos de boda, luna de miel y el inicio de una vida en pareja.

       Nacimiento del primer hijo: embarazo, parto y gastos. También el pensar si ella dejará su empleo o regresará a trabajar.

       Perder el empleo: en ambos integrantes, algo que impacta tanto en lo emocional como en lo financiero.

       Jubilación: cuando alguno o los dos debe retirarse.

       Una enfermedad o una situación difícil: ya sea en los cónyuges, hijos o algún familiar cercano.

       Divorcio: además del efecto emocional, tiene un impacto económico.

       Padres ancianos: cuando deben hacerse cargo de ellos.

      Para establecer una relación duradera, la pareja debe hablar abierta y francamente de temas financieros. Establecer citas de dinero, en las cuales se hable del ingreso de ambos, de cómo piensan gastarlo y ahorrarlo y, ¿por qué no?, establecer para cada uno una cantidad para gastos en gustos personales.

      En su libro Financial Infidelity, Bonnie Eaker Weil relaciona la actitud que tanto el hombre como la mujer tienen hacia el dinero, con la forma de expresar sus afectos y sentimientos:

       El avaro: guarda el dinero solo para él, esperando que su pareja realice los gastos fuertes. Estas personas no son afectuosas y hablan poco.

       El controlador: controla el gasto llevando cuentas exactas de ingresos y egresos. En la parte emocional suelen controlarse tanto que pueden terminar solos.

       El impulsivo despilfarrador: no puede controlar sus gastos ni sus deudas, tampoco tiene control de sus impulsos emocionales; es irresponsable y cambia de humor bruscamente.

       El que esconde y espía: no se sabe si tiene dinero, esconde las cuentas y lo que compra. Emocionalmente son personas reprimidas y pasivo-agresivas.

       El que se sabotea: tiene deudas fuertes, pierde el trabajo o lleva a la ruina su negocio. Provoca crisis en las relaciones y le cuesta trabajo tener intimidad.

       La persona abierta y segura: no le da miedo hablar de dinero.

      Lo importante de la infidelidad financiera no es el costo del dinero, sino las razones de fondo por las cuales en la pareja uno desconfía del otro.

      6. Los celos, un sentimiento tóxico

      Revisar sus bolsillos, mirar su teléfono y su mail, preguntar constantemente a dónde fue y con quién estuvo, son sensaciones molestas e inquietantes, una necesidad imperiosa de saber y controlar que trae como consecuencia crisis en las parejas.

      Sentirnos celosos es una experiencia que se basa en la sospecha (seguida de intranquilidad y reclamos) de que la persona amada cambie su cariño o amor y los traslade a otra persona. El celoso quiere exclusividad; ser poseedor único del amor.

      Una pareja embargada por los celos pierde la paridad, la equidad que debe existir para aceptar la autonomía, la historia previa de cada uno y los deseos de proyección hacia el futuro.

      Los celos son normales, pero en exceso demuestran una gran inseguridad y definitivamente afectan a la relación de la pareja.

      El problema no reside en el hecho de sentir celos, sino en su intensidad, en su frecuencia, en la manera de manifestarlos y en cómo estos influyen en nuestra conducta.

      ¿Cómo te das cuenta de que los celos se convierten en un problema? Si tu pareja hace lo siguiente o tú lo haces con tu pareja:

       Coarta tu libertad de usar cierto tipo de ropa.

       Te busca insistentemente cuando desapareces y cuando estás presente no te hace caso.

       Prefiere que en las reuniones te quedes callada y no hables con desconocidos.

       No quiere que veas o salgas con amigos del sexo opuesto.

       Te hace un dramón si llegas tarde a casa.

       Te llama constantemente al celular o te manda demasiados correos electrónicos.

       Te desalienta cuando quieres hacer alguna actividad y siente su estabilidad emocional en riesgo.

       Te ha hecho perder posibilidades de trabajo, viajes, diversión o negocios con el argumento de que «alguien quiere algo contigo».

       Te hace sentir que sin él tu vida no tiene sentido.

       Devalúa constantemente tu persona y tus acciones.

       Te vigila velada o abiertamente ante la posibilidad de que tengas una posible relación paralela.

      ¿Eres una mujer celosa? ¿Se puede lograr ser menos celosa? Algunos consejos para lograrlo:

       Piensa que todos los vínculos son diferentes.

       Acércate al otro sin supuestos previos.

       Dale a tu pareja lo mejor de ti.

       Descarta pensamientos que te generen celos.

       Aprende a confiar y a valorarte más a ti misma.

       Quítate de la cabeza la idea de que el otro te pertenece.

       Una relación de pareja debe ser una relación de crecimiento constante, no de sufrimiento eterno.

       Aprende a convivir con tu pareja, no a rendir un informe de actividades para el otro.

       Evita caer en el chantaje emocional.

       Considera a tu pareja como un ser humano y no como una de tus


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