Las profecías y revelaciones de santa Brígida. Santa Brígida
se pueda detectar su artificio. A mi vista él es como una vil serpiente porque, igual que la serpiente es más odiosa que cualquier otro animal, él también es para mí el más deforme de todos, en la medida en que reduce a nada mi justicia y me considera como alguien reacio a infligir castigos.
Su espalda es como el carbón negro, aunque debiera ser como el marfil, pues sus obras deberían ser más valientes y puras que las de otros, para apoyar a los débiles con su paciencia y ejemplo de buena vida. Sin embargo, es como el carbón porque, también él, es débil para resistir una sola palabra que me glorifique, a menos que le beneficie a él. Aún así se cree valiente con respecto al mundo. En consecuencia, aunque él crea que se mantiene recto caerá en la misma medida de su deformidad y privado de vida, como el carbón, ante mí y mis santos.
Sus intestinos apestan porque, ante mí, sus pensamientos y afectos huelen a carne podrida, cuyo hedor nadie puede soportar. Ninguno de los santos lo puede soportar. Al contrario, todos alejan su cara de él y exigen que se le aplique una sentencia. Sus pies están muertos, porque sus dos pies son sus dos disposiciones en relación conmigo, o sea, el deseo de enmienda por sus pecados y el deseo de hacer el bien. Sin embargo, estos pies están muertos en él porque la médula del amor se ha consumido en él y no le queda nada más que los huesos endurecidos. Es en esta condición que está ante mí. Sin embargo, mientras su alma permanezca en su cuerpo podrá obtener mi misericordia.
EXPLICACIÓN
San Lorenzo se apareció diciendo: “Cuando yo estuve en el mundo tenía tres cosas: continencia conmigo mismo, misericordia con mi prójimo, caridad con Dios. Por esto, prediqué la palabra de Dios celosamente, distribuí los bienes de la Iglesia con prudencia, y soporté azotes, fuego y muerte con alegría. Pero este obispo resiste y camufla la incontinencia del clero, gasta liberalmente los bienes de la Iglesia en los ricos, y muestra la caridad hacia sí y hacia lo suyo. Por lo tanto, declaro para él que una nube luminosa ha ascendido al Cielo, ensombrecida por llamas oscuras, de tal forma que muchos no la pueden ver.
Esta nube es el ruego de la Madre de Dios para la Iglesia. Las llamas de la avaricia y de la ausencia de piedad y de justicia la ensombrecen, de tal manera que la amable misericordia de la Madre de Dios no puede entrar en los corazones de los oprimidos. Por ello, que el arzobispo vuelva rápidamente a la caridad divina corrigiéndose, aconsejando a sus subordinados de palabra y de obra, y animándolos a mejorar. Si no lo hace sentirá la mano del Juez, y su Iglesia diocesana será purgada a fuego y espada, y afligida por la rapiña y la tribulación, tanto que pasará mucho tiempo sin que nadie la pueda consolar”.
Palabras de Dios Padre a la Corte Celestial, y la respuesta del Hijo y la Madre al Padre, solicitando gracia para su Hija, la Iglesia.
Capítulo 24
Habló el Padre, mientras atendía toda la Corte Celestial, y dijo: “Ante vosotros expongo mi queja porque he desposado a mi Hija con un hombre que la atormenta terriblemente, ha atado sus pies a una estaca de madera y toda la médula se le sale por abajo”. El Hijo le respondió: “Padre, Yo la redimí con mi sangre y la acepté por Esposa, pero ahora me ha sido arrebatada a la fuerza”. Entonces habló la Madre, diciendo: “Eres mi Dios y Señor. Mi cuerpo portó los miembros de tu bendito Hijo, que es el verdadero Hijo tuyo y el verdadero Hijo mío. No le negué nada en la tierra. Por mis súplicas, ¡ten misericordia de tu Hija!”. Después de esto, hablaron los ángeles, diciendo: “Tú eres nuestro Señor.
En ti poseemos todo lo bueno y no necesitamos nada más que tú. Cuando tu Esposa salió de ti, todos nos alegramos. Pero ahora tenemos razones para estar tristes, porque ha sido arrojada en manos del peor de los hombres, quien la ofende con todo tipo de insultos y abusos. Por ello, apiádate de ella por tu gran misericordia, pues se encuentra en una extrema miseria, y no hay nadie que pueda consolarla ni liberarla excepto tú, Señor, Dios todopoderoso”. Entonces, el Padre respondió al Hijo, diciendo: “Hijo, tu angustia es la mía, tu palabra es la mía y tus obras son las mías. Tú estás en mí y Yo estoy en ti, inseparablemente. ¡Hágase tu voluntad!”. Después, le dijo a la Madre del Hijo: “Por no haberme negado nada en la tierra, tampoco yo te niego nada en el Cielo. Tu deseo debe ser satisfecho”. A los ángeles les dijo: “Sois mis amigos y la llama de vuestro amor arde en mi corazón. Por vuestras plegarias, tendré misericordia de mi Hija”.
Palabras del Creador a la esposa sobre cómo su justicia mantiene a los malvados en la existencia por una triple razón.
Capítulo 25
Yo soy el Creador del Cielo y la tierra. Te preguntabas, esposa mía, por qué soy tan paciente con los malvados. Esto se debe a que soy misericordioso. Mi justicia los aguanta por una razón triple y también por una razón triple mi misericordia los mantiene. En primer lugar, mi justicia los aguanta de forma que su tiempo se complete hasta el final. Podrías preguntar a un rey justo por qué tiene a algunos prisioneros a quienes no condena a muerte, y su respuesta sería: ‘Porque aún no ha llegado el tiempo de la asamblea general de la corte, en la que pueden ser oídos, y donde aquellos que los oyen pueden tomar mayor conciencia’.
De forma parecida, Yo tolero a los malvados hasta que llega su tiempo, de manera que su maldad pueda ser conocida por otros también ¿No previne ya la condena de Saúl mucho antes de que se diera a conocer a los hombres? Lo toleré durante largo tiempo para que su maldad pudiera ser mostrada a otros. La segunda razón es que los malvados hacen algunos buenos trabajos, por los cuales han de ser compensados hasta el último céntimo. De esta forma, ni el mínimo bien que hayan hecho por mí quedará sin recompensa y, consiguientemente, recibirán su salario en la tierra. En tercer lugar, los aguanto para que se manifieste así la gloria y la paciencia de Dios. Es por esto que toleré a Pilatos, Herodes y Judas, pese a que iban a ser condenados. Y si alguien preguntara por qué tolero a tal o cual persona, que se acuerde de Judas y de Pilatos.
Mi misericordia mantiene a los malvados también por una triple razón. Primero, porque mi amor es enorme y el castigo es eterno y muy largo. Por eso, debido a mi gran amor, los tolero hasta el último momento para que se retrase su castigo lo más posible en la extensa prolongación del tiempo. En segundo lugar, es para permitir que su naturaleza sea consumida por los vicios, pues experimentarían una muerte temporal más amarga si tuvieran una constitución joven. La juventud padece una mayor y más amarga agonía en la hora de la muerte. En tercer lugar, por la mejora de las buenas personas y la conversión de algunos de los malvados. Cuando las personas buenas y rectas son atormentadas por los perversos, esto beneficia a los buenos y justos, pues les permite resistirse a pecar o conseguir un mayor mérito.
Igualmente, los malvados a veces tienen un efecto positivo en otras personas perversas. Cuando éstos últimos reflexionan sobre la caída y maldad de los primeros, se dicen a sí mismos: ‘¿De qué nos sirve seguir sus pasos?’ Y: ‘Si el Señor es tan paciente será mejor que nos arrepintamos’. De esta forma, a veces vuelven a mí porque se atemorizan de hacer lo que hacen los otros y, además, su conciencia les dice que no deben hacer ese tipo de cosas. Se dice que, si una persona ha sido picada por un escorpión, se puede curar cuando se le unte aceite en el que haya muerto otro alacrán. De forma parecida, a veces una persona malvada que ve a otro caer puede verse aguijoneado por el remordimiento, y curado, al reflexionar sobre la maldad y vanidad del otro.
Palabras de alabanza a Dios de la Corte Celestial; sobre cómo habrían nacido los niños si nuestros primeros padres no hubieran pecado; sobre cómo Dios mostró sus milagros a través de Moisés y, después, por sí mismo a nosotros con su propia venida; sobre la perversión del matrimonio corporal en estos tiempos y sobre las condiciones del matrimonio espiritual.
Capítulo 26
La Corte Celestial fue vista ante Dios. Toda la Corte dijo: “¡Alabado y honrado seas, Señor Dios, tú que eres, eras y serás sin fin! Somos tus servidores y te ofrecemos una triple alabanza y honor. Primero, porque nos creaste para que gozásemos contigo y nos diste una luz indescriptible en la que regocijarnos eternamente. Segundo, porque todas las cosas han sido creadas y son mantenidas en tu bondad y constancia, y todas las cosas permanecen a tu conveniencia y se someten a su palabra. Tercero, porque creaste a la humanidad y adoptaste una naturaleza humana por su bien.
Nos regocijamos