Una universidad humanista. Milton Molano Camargo

Una universidad humanista - Milton Molano Camargo


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compresivo, deben ser, como buenos paradigmas, el patrón de referencia del saber pedagógico, pero sin llegar a convertirse en una camisa de fuerza que excluya otras posibilidades significativas para la compresión humana. Lo importante es: recuperar el concepto de ciencia como proceso de “investigación racional” a partir y desde la propia interacción social y aplicarlo al saber pedagógico; desarrollar paralelamente el debate epistemológico en relación con ese saber para irle dando cada vez mayor consistencia y validez; y, ante todo, para que vaya contribuyendo cada vez mejor, en forma ordenada, a la orientación y potenciación del quehacer educativo. Así, no cabe duda de que la investigación pedagógica debe realizarse desde el campo propio de la pedagogía (campo de la práctica pedagógica y educativa), pero con el aporte de los distintos saberes que hoy por hoy necesariamente tienen que ocurrir en ese campo. El problema de si debe hacerse en forma multidisciplinaria, interdisciplinaria es —a nuestro juicio— un problema que debe resolverse dentro del proceso de debate epistemológico, para cada situación de investigación específica. No puede ser tomado como principio ni como supuesto previo de la pedagogía.

      La pedagogía es, ciertamente, un “saber”, pero, ante todo, un “saber hacer” cuyos sujetos son históricos cambiantes. Por eso dice relación con la tecnología, pero no con una ciencia o con unos principios tecnológicos puramente teóricos o inmutables, sino con unos procesos dinámicos, unificados en torno a una intencionalidad.

      Así entendido, el saber pedagógico nos parece que ofrece a la vez las posibilidades de fundamentación rigurosa —científica— y a la vez la flexibilidad que requiere lo “humano” y específicamente lo relacionado-humano, histórico-interactivo. Con estas dos características, se puede garantizar la contribución que —por naturaleza— tiene que dar el saber pedagógico a la educación, que es la de fundamentarla con “buenas teorías”, reorientarla, capacitarla y potencializarla por medio del desarrollo de nuevas formas de relación y comunicación, actitudes, y, por qué no, de tecnologías, procedimientos, didácticas renovadas.

      La educación es una actividad en el orden de la cultura, por consiguiente, un saber pedagógico consistente permitirá un proceso de renovación y cambio cultural igualmente significativo. Nuevamente proponemos un enfoque integrador de los paradigmas cognoscitivos con respecto a la cultura. El respeto mutuo, entre las concepciones “analítico-críticas” rigurosas y fundamentadas y la “concepción hermenéutica, que busca ‘el sentido’ y la ‘reorientación del sentido’, debe partir de la ‘experiencia’ primaria de la realidad de la cultura, experiencia dinámica —marcha dentro de la realidad— que es la que ha permitido el desarrollo de esas dos concepciones, gracias a que tal realidad es multifacética y multidimensional, abierta. Lo que debe unificar (no uniformizar) es, precisamente, en la práctica educativa”, la búsqueda de su cualificación.

      Proyecto pedagógico

      Así surge el concepto de proyecto pedagógico. En nuestra Universidad se ha entendido este término, primariamente, como un proceso educativo-histórico concreto que aspirar a ser una “propuesta”, o una alternativa de educación superior para el país. Recientemente se ha ido codificando en unos documentos de trabajo en los cuales se ha conceptualizado el término proyecto educativo en esta forma: “Con el nombre de Proyecto Universitario Lasallista se designa el sentido esencial, los propósitos, las características, las metas, las exigencias y el estilo de la formación que ofrece la Universidad de La Salle y que deben orientar la actividad docente, discente y administrativa de quienes integran la institución”.{12} Se distingue así de los planes y de los programas, a la vez que del Marco Doctrinal.

      Más recientemente se ha propuesto esta otra definición: “Es el diseño, la organización y la gestión integrada de todos los sistemas de la vida universitaria con miras a consolidar un modelo de universidad que responde a la dinámica del desarrollo social, cultural, científico y tecnológico, mediante la formación de profesionales con sólida idealidad profesional y científica, profundo sentido humanístico, social y ético, según el modelo educativo católico”.

      El concepto inicial tuvo su origen en la propuesta de la Iglesia colombiana para la educación en el país; el segundo es más el producto de una reflexión grupal de quienes han participado recientemente del CILA, y el producto de un proceso reflexivo en la Universidad de cerca de cinco años. Lo cierto es que, al reflexionar sobre el proceso que ha llevado nuestro proyecto educativo hemos encontrado: 1) que es eso, un “proyecto educativo”. No ha partido de un proyecto “pedagógico”. 2) Que ha partido desde una voluntad institucional, pero se ha desarrollado dentro de una interacción a menudo bastante incongruente (por ejemplo, discurso ideológico versus estructura y dinámica administrativas, o versus actitudes y comportamientos). 3) Que ha suscitado la reflexión y el análisis, científico, a veces, filosófico, otras, espontáneo, las más, sobre la interacción pedagógica. 4) Que ha ido penetrando con sus criterios y orientaciones cada vez más ámbitos universitarios. 5) Que últimamente nos ha exigido la identificación más precisa del enfoque de filosofía de la educación en que se enmarca y del enfoque curricular que lo orienta, personalista (peremnialista), de “reconstrucción social” en cuanto a la primera,13 y del currículo que trata de superar el modelo instruccional hacia un modelo de aplicación social.{14} 6) Finalmente, el proyecto ha exigido una nueva reflexión sobre lo que es la pedagogía en sí misma.

      Esta experiencia nos incita a intentar una generalización de nuestro proceso y proponer que se entienda con proyecto pedagógico, “el enfoque, los fundamentos; el diseño, la organización y la gestión integrada de todos los sistemas que invierten en la interacción pedagógica; así como la integración de los saberes que concurren en ella dentro de un proceso de ‘investigación’ enucleado por esa interacción y respaldado por una sola reflexión ­epistemológica”.

      Bibliografía

      Castellanos, C., Monguí, J. y Acero, E. Jean Piaget y la educación prescolar: proyecto de investigación acerca de un modelo didáctico fundamentado en la teoría del desarrollo de Jean Piaget. Actualidades Pedagógicas, 26-29.

      Colom, A. 1982. Teoría y metateoría de la educación: un enfoque a la luz de la teoría general de sistemas. México: Trillas.

      Estrada, A. y Vargas, G. 1988. Tres modelos de planificación curricular en el ámbito universitario: descripción de las características, criterios y algoritmos. Revista Latinoamericana de Estudios de Educación, XVIII (2).

      Godet, M. 1988. Defies et crise mondiales des systemes educatifs. Futuribles, 118.

      González, L. 1987. Criterios y opciones para el mejoramiento cualitativo de la docencia superior. Revista de Tecnología Educativa, X (2-3), 87-103.

      González, C. Educación personalizada. Actualidades Pedagógicas, 15.

      González, C., Zapata, Iafrancesco, Monguí y Acero. 1982. Modelo Educativo Estructural para la Facultad de Educación de la Universidad de La Salle (tesis de maestría inédita). Universidad de La Salle, Bogotá, Colombia.

      Iafrancesco, G. Aplicación del método bidimensional de Tyler en la programación de objetivos y actividades de aprendizaje. Actualidades Pedagógicas, 29.

      Iafrancesco, G. y Muñoz, D. Modelos gnoseológicos de educación personalizada. Actualidades Pedagógicas, 31.

      Universidad de La Salle. 1983. Universidad de La Salle: su ser y su quehacer. Bogotá: Unisalle.

      La proyección práctica de la filosofía institucional{*}

      Ante propuestas ideales o teóricas, como pueden ser la filosofía de una institución, o el marco doctrinal de nuestra Universidad, una preocupación permanente es aquella que se refiere a la traducción de su contenido en las actitudes y comportamientos de quienes conformamos tales organizaciones.

      La mayor o menor distancia entre los enunciados (cultura ideal) y las realizaciones (cultura real) defiende sociológicamente una dimensión básica de la identidad o falta de identidad institucional, así como el grado de pertenencia real de las personas a tales instituciones.

      Cuando los enunciados


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