Una universidad humanista. Milton Molano Camargo

Una universidad humanista - Milton Molano Camargo


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ni les niega su poder de iluminación de las contradicciones internas de la organización, sí les resta credibilidad y eficacia. ¿Cómo superar esta anomalía?

      Consideraciones generales

      ¿Qué sucede cuando una persona o institución no obra como piensa? Una primera respuesta a este interrogante podría ser que en realidad no se ha pensado, o que no ha pensado correctamente.

      En el primer caso, podría hablarse de adopción de pensamientos ajenos a la persona o a la institución, como en el caso de filosofías copiadas, por cumplir un requisito, sin participación de quienes integran la organización; o en el segundo caso, de pensamientos adoptados sin comprender por experiencia propia, lo que ellos significan: “[…] el acto de intelección [dice el pensador Bernard Lonergan en su profundo estudio sobre la comprensión humana] es la fuente, no solo del conocimiento teórico sino de todas sus aplicaciones prácticas y ciertamente de toda actividad inteligente”.{1}

      Por el contrario, una filosofía institucional que ha nacido desde el itinerario, de la experiencia de las aspiraciones intrínsecas de la organización, que ha sido construida por procedimientos de amplia participación y en los cuales la mayoría o la totalidad de quienes participan “comprenden” el sentido y alcance de los enunciados, permitirá lograr lo que propone el filósofo mencionado, esto es, una actividad “inteligente”, es decir, congruente y eficaz con respeto a dicha filosofía. Sin embargo, el tamaño de las organizaciones actuales, la variedad de sus integrantes y la renovación frecuente de personal, hacen bastante difícil el cumplimiento de estas condiciones.

      La gestión de la identidad y del sentido de la pertenencia

      El sentido de identidad y pertenencia se construyen, de todas maneras, por medio de la coordinación de la acción de quienes integran la organización, cualquiera sea su nivel y función; aunque de conformidad con la responsabilidad propia de cada quien. Es decir, la gestión de la identidad y de la pertenencia en cuestión de aprendizaje en personal, pero igualmente de gestión institucional, intencional. Se da, pues, en este terreno, una relación dialítica (y en el caso de la Universidad, crítica) entre el individuo y la organización.

      Desde el punto de vista de la organización, el sentido de tal gestión responde a la consideración de que la identidad y el sentido de pertenencia son ingredientes de la calidad de lo que pretende y hace la organización, por consiguiente, a una política de promoción, de seguimiento y evaluación permanente de estas dos dimensiones. Tal política ha de tener claves como las siguientes:{2}

      1. Claridad y congruencia en cuanto a la filosofía o marco doctrinal o institucional.

      2. Exigencia explícita, en la misión institucional, de que los enunciados teóricos se traduzcan en valores, actitudes y prácticas específicas.

      3. Atención a las personas, como base para la atención de sus funciones y tareas (en una institución educativa, por sobre todo, esto tiene que traducirse en un ambiente personalizador y en un clima socioafectivo congruente).

      4. Promoción de comportamientos y prácticas acordes con los principios y valores institucionales.

      5. Comunicación efectiva en todas las direcciones (horizontal, ascendente, descendente, transversal, hacia afuera de la organización).

      6. Compromiso de todos con tal marco filosófico o institucional.

      Para lograr este último compromiso se conviene replicar la respuesta filosófica en los modelos, programas y proyectos sectoriales o particulares, como uno de los argumentos que los justifican.

      El proceso de internalización de la filosofía institucional

      El marco filosófico o doctrinal de una institución, lo mismo que los valores, pueden ser internalizados, según lo propone el esquema psicológico de Kohlberg, en un nivel preconvencional, convencional o posconvencional, es decir, por evitar sanciones (legales o sociales) por “cultura organizacional” (es decir, porque así se acostumbra en la organización), o por genuina motivación intrínseca.

      Este último estadio implica comprensión personal del “valor del valor”, o del principio que se propone, de su significado e importancia para la vida de la persona, y del grupo, de su utilidad para el cumplimiento de sus funciones, tareas y prácticas dentro de la organización.

      Un supuesto importante, sin embargo, en este último caso, dentro de la sensibilidad de la sociedad, es el que a la persona le interese el “sentido” de lo que hace y de su vida y de su propia superación, lo mismo que la transformación que lo rodea.

      La internalización de la filosofía institucional dentro del marco de un proyecto educativo

      En el caso de una organización educativa, la internalización de su filosofía también está relacionada con el proceso de gestión que se haga de esta, y en el primer lugar, ya no solo con la claridad de esa filosofía, sino con su transcendencia. Para el desarrollo holístico e integrador de la persona humana. Pero igualmente depende de la “comprensión” que cada quien tenga de lo que significa dicha filosofía y del significado que esta tenga para mejorar sus prácticas educativas.

      Una buena filosofía institucional permitirá a un agente educativo articular el sentido de su saber específico con el compromiso formativo del proyecto educativo, y con los demás saberes que concurren al desarrollo de este compromiso. Así, por ejemplo, un docente puede profundizar en los valores inherentes a la disciplina que enseña y a la vez extrapolarlos hacia campos formativos distintos a lo estrictamente académico, como pueden ser la exactitud; el rigor; el cuidado de los equipos; la comunicación clara, precisa y funcional de las ciencias “exactas” hacia actitudes éticas o de relación social. Es decir, una clara filosofía institucional permite discernir y elegir enfoques, modelos y estrategias pedagógicas congruentes con esta.{3}

      En la misma forma, una buena filosofía institucional permitirá a un agente educativo renovar sus prácticas evaluativas, haciéndoles pasar de ser mecanismos de control, o hasta de sanción, a ser procedimientos formativos, bien por medio de la denominada evaluación formativa, o mejor todavía, por la promoción de una actitud de la autoexigencia para lograr mejores niveles de calidad personal y profesional.

      En fin, permitirá, por sobre todo, un cambio en la relación “docente-estudiante” desde actitudes asimétricas y hasta autoritarias e intransigentes (más propias de relaciones de “poder” que de relaciones formativas), hacia actitudes de mutua colaboración en la construcción conjunta de nuevos y mejores “servidores de la sociedad” y del conocimiento.

      Para finalizar, este proceso de internalización de una filosofía institucional significativa, sin embargo, lo mismo que sucede en todo genuino aprendizaje, no se puede lograr sin el compromiso de cada persona. La llave de este aprendizaje está en el interior de cada quien. Es, en el fondo, el problema de autenticidad y honestidad consigo mismo y, en el caso de la educación, con la sociedad. Porque también en este caso la cultura organizacional nos puede bien “domesticar”, bien potencializar, dotándonos de nuevas capacidades, o bien, retar para crear y proponer nuevas y mejores opciones que las que están planeadas.

      Bibliográfia

      Cervantes, J. 1999. Espiritualidad lasallista. Ponencia presentada en el Centro de Investigaciones Lasallistas, Bogotá, Colombia.

      Lonergan, B. Insight: estudio sobre la comprensión humana. Salamanca: Sígueme.

      El origen y la dinámica histórica del Proyecto Educativo Universitario Lasallista{*}

      Una pregunta que se suelen hacer los participantes en un curso de introducción a la historia es ¿para qué se hace la historia?, ¿para satisfacer una simple curiosidad intelectual?, ¿para justificar la continuidad de procesos tal vez ya obsoletos?

      Y en la actualidad se suele responder —en un nivel de información popular—: “La historia sirve para comprender el presente y, en la medida de lo posible,


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