Tastoanes de Tonalá. María Honoria de Jesús Hurtado Solís
Tlajomulco, Tala, Atemajac y Tetlán (Dávila, 1981: 13-14). Es posible que existiera una serie de alianzas con estas poblaciones para hacer frente a las continuas invasiones de chichimecas, tarascos y los pueblos no tributarios (Baus, 1982: 30).
Recuerdo de su territorio expresado en la danza
En la segunda década del siglo XVII los frailes doctrineros de Tonalá enviaron un informe a la Real Audiencia de México en el que decían que los habitantes del pueblo «…contados chicos y grandes pasaron de veinte mil, sólo en el pueblo de Tonalán» (López, 1983: 32). Los religiosos también hicieron referencia a que los naturales:
...querían que siempre tuvieran todos los más días fiestas por gran gusto que tenían, como también tenían en él deseos de hacer sus casas, pues, siempre estaban trazando y midiendo las tierras con que determinaron muchas veces y venían por instantes a pedirnos consuelo, por que era mucha la gente que en el pueblo había, motivo de muchas pestes por estar tan juntos (López, 1983: 35).
Continúan diciendo los frailes que todo lo que habían relatado era verdad y ya no eran indios bárbaros ni gentiles como los demás naturales del imperio, sino dóciles, pues:
...estuviéronse conforme a la ley de Dios, y a nuestros mandatos sin repugnar cosa como hijos verdaderos, pues, de la menos palabra que decíamos todos estaban, aunque no nos entendían porque hablan en lengua diferente, pero, en la fisonomía de la cara que se les veían figuraban todos los naturales que estábamos enojados contra ellos y venían hincándose de rodillas siendo una nación la más belicosa y bárbara que hemos experimentado5 según de modo de gobierno y de modo de castigar a sus compañeros [...] nos es preciso declarar que dichos indios de la gran Provincia y pueblo de Tonalán necesitan de más tierras que los demás pueblos, porque como digo que es mucha la cantidad de naturales que en dicho pueblo hay [...] estaban incómodos, pues, no tenían donde tener un animal (López, 1983: 35-37 y 39).
Los pobladores indígenas de Tonalá, como los de otros pueblos de México, pedían constantemente a las autoridades que les concedieran más tierras, pues estaban relegados a espacios reducidos y asentados en una loma pedregosa donde no podían sembrar. Por ello actuaron por sí mismos y retomaron las tierras del poniente del pueblo, donde empieza el valle de Atemajac, lo que posteriormente se llamó Las Huertas.6
En 1696 varios testigos españoles, indígenas, mestizos y mulatos declararon bajo juramento por Dios y la señal de la cruz que los naturales necesitaban más tierra para su sustento.7 Las solicitudes iniciaron en febrero de aquel año y continuaron las quejas y peticiones hasta el primero de septiembre de 1819.
En la memoria quedaron las peticiones que por tres siglos o más tiempo expresaron los naturales. El hecho de pasar su vida trazando y midiendo las tierras que les quitaron y les devolvían a cuentagotas quedó registrado en la danza de los tastoanes. Esto se puede observar en la representación cuando salen los personajes de la danza a medir la plaza, que por momentos representa el área de Tonalá. Se dan como límites del norte y oriente al río Santiago, al poniente el arroyo de Osorio y al sur la Fuente Chica.8 Esto se aprecia cuando un tastoán coloca las mojoneras, que funcionan como indicadores de cada uno de los cuatro vientos o puntos cardinales.
Tastoán y el apóstol Santiago a caballo simulando la batalla (Tonalá, 2008). Archivo Fotográfico del Ayuntamiento de Tonalá.
Ilustración del Lienzo de Tlaxcala que registra la batalla de Tonalá en 1530 entre indígenas y españoles, acompañados de sus aliados.
Evangelización y resistencia indígena
La conquista y colonización española en tierras americanas con el transcurso del tiempo dio como resultado la fusión de razas, religiones, sistemas políticos, tradiciones y artes. México es el resultado de ese sincretismo. Todavía en algunas regiones del país donde predominan las razas indígenas se observan manifestaciones culturales de carácter pagano.
Los naturales aprendieron de los frailes evangelizadores pasajes de la liturgia cristiana mediante las pastorelas, representaciones teatrales utilizadas para catequizarlos. Las celebraciones religiosas paganas fueron reemplazadas poco a poco por los frailes por otras con características cristianas, según apunta el padre Acosta:
…no es bien quitárselas a los indios, sino procurar no se mezcle superstición alguna [...] vi hacer el baile o mitote [...] en el patio de la iglesia [...] me pareció bien ocupar y entretener a los indios los días de fiesta, pues tienen necesidad de alguna recreación; y en aquella que es pública y sin perjuicio de nadie hay menos inconvenientes que en otras, que podrían hacer a sus solas, si se les quitase éstas [...] fiestas y regocijos se encaminen al honor de Dios y de los santos cuyas fiestas celebran (Ricard, 1995: 227).
Así fue como los misioneros cristianizaron las danzas y los cantares de los indios. Las primeras representaciones de la danza de moros y cristianos fueron celebradas y organizadas por los europeos para su esparcimiento (Ricard, 1995: 294).
La danza de los tastoanes es una festividad, un ritual de la cultura indígena dentro de la celebración. Es la mezcla de una danza prehispánica, posiblemente guerrera, con la representación de una batalla entre moros y cristianos donde Santiago apóstol es capitán de los cristianos y Poncio Pilatos lo es de los moros. Esta danza es una forma de resistencia frente al hispano, una continua unión de lazos con el pasado; a medida que el indígena entendía las celebraciones comunes entre españoles, fue incorporando a su danza simulacros de enfrentamientos como los que ellos mismos experimentaron en carne propia o como los que los españoles representaban. Los naturales no conocían el idioma castellano ni estaban todos conformes con someterse a ellos, por eso continuaron la representación acompañada de su danza, con coloquios que fueron introduciendo de acuerdo con su particular punto de vista. El ritual finaliza con el triunfo de los cristianos y la victoria de la cruz o con la muerte de los tastoanes y el triunfo del hombre blanco.
La representación española lleva algunos diálogos en los que intervienen diferentes personajes y Santiago apóstol, patrono y defensor de los españoles, es protagonista. Es de suponer que el indígena hizo sus propios diálogos o coloquios totalmente diferentes de los que recitaban los españoles, utilizando sólo los nombres de los personajes de moros y cristianos y mezclándolos con los reyes magos representados en las pastorelas.
Estos diálogos fueron hechos en su lengua nativa. A medida que pasaba el tiempo los indígenas iban añadiendo a sus coloquios otros pasajes de acuerdo con los nuevos acontecimientos, como se sigue haciendo hasta la fecha.
Actualmente los diálogos son poco entendibles porque contienen unas palabras en español, en lengua indígena e indígenas castellanizadas. Por eso no se les da la importancia que tienen a estos coloquios y no se comprende cabalmente su significado. Las frases que conforman los párrafos hacen referencia a las batallas más largas y sangrientas en que combatieron los españoles con los naturales.
Las batallas en las que opusieron resistencia los indígenas están registradas en el lienzo de Tlaxcala. En el año de 1530 los españoles y sus aliados sostuvieron una fuerte batalla contra los indígenas que se opusieron a que la cacica de Tonalá los recibiera pacíficamente. En 1541 una multitud de indígenas asaltaron la Guadalajara de Tlacotán y pusieron a los españoles en aprietos. Otra fuerte batalla, ocurrida en 1542, fue la tan nombrada que aconteció en el cerro del Mixtón, cerca del poblado de Apozol, Zacatecas.
Se dice que en estas batallas apareció Santiago montado en un caballo blanco, empuñando una espada en su mano derecha para defender a los españoles en su lucha contra