Darren y Pat. Ángel Morancho Saumench
locales de diversión; además con frecuencia vamos a Londres —dijo Ryan.
—¿Nos considera vulgares? Sí es así, tuteémonos. ¿Y a que se dedican allí? ¿A algo que pueda ser vulgar? —contestó irónicamente Pat.
—Ja, ja, por favor señora, no he querido molestar.
—Hemos dicho que nos tutearíamos —interrumpió Pat.
—Sí, es cierto Pat, ahora me corrijo. Aclaro que lo que me ocurre es que estoy acostumbrado a otros lugares y el de aquí ya lo conozco de julio del año pasado. —Se produjo un incómodo silencio—. Aprecio que sois curiosas. Mañana voy a ir a Shanklin, es un lugar formidable, para mí lo más bonito de la isla; está un poco lejos, pero en esta isla todo es cercano comparado con Inglaterra. Iba a ir solo, pero agradeceré vuestra compañía si os apetece. Y seguramente que tendréis curiosidad por ver uno de los pocos reductos playeros en los que se admite el nudismo.
—No creo que sea adecuado para mi hija.
—¡Jo, mamá! Ya soy adulta. Tengo ya dieciséis años desde marzo.
—Erin, eres una adolescente que se cree adulta. Pero no es así.
Ryan pensó que no había estado muy afortunado con sus expresiones. Contemplaba a Pat casi con impudicia, algo que ella ya había percibido. Intentando mantener la conversación, les invitó a ver el interior:
—Mi tío lo ha amueblado demasiado bien. ¡Hasta tenemos teléfono y televisión! Algo que en este lugar es infrecuente. ¿No queréis verlo? —ofreció Ryan.
—Pues claro que nos encantaría, pero estamos recién llegadas y tenemos que deshacer las maletas y preparar la cena pronto para poder acudir al festival. Gracias, tenemos nuestras obligaciones. Gracias de nuevo, Ryan, nos ha gustado mucho —aclaró Pat.
—Sí que lo siento Pat, sois una compañía agradable, espero que nos veamos con frecuencia, no es fácil encontrarse aquí con mujeres tan hermosas.
—¡Claro que sí, es fácil! Ocupamos el bungaló de ahí abajo, el primero según se baja. Estamos muy cerca. Pero un bungaló no tiene nada que ver con este chalé —contestó Erin, a quien también le estaba gustando Ryan, aunque se sentía medio novia de Coven y fiel a él, otro joven de su edad con el que ya salía el año pasado y se conocían desde hace años
Ya se habían alejado del chalé cuando Pat le dijo a su hija:
—Me has sorprendido con tu entusiasmo, hija. ¿Dónde se quedó tu continua protesta contra el capitalismo?
—Mamá, tú no sabes si el señor Kelly es de izquierdas. —Ja, ja, ja —se rio Pat.
*****
La familia Donnelly cenó pronto. Cuando se disponían a marcharse, Pat dijo:
—Estoy muy cansada y sin Darren no me agradan este tipo de festivales. Hijos, ¿alguno os queréis quedar con mamá?
—Es mejor que vayamos todos juntos, Pat —contestó la abuela—. En el primer cajón del mueble de la cocina hay medicinas, tómate un analgésico.
Tras irse su familia se quedó sola, ya había empezado y ahora seguía recordando a Ryan, ¡vaya mozarrón! No podía quitárselo de su cabeza evocando su libidinosa mirada. Él estaría solo ahora, pues comentó que no iría. Se dijo: «Quiero cambiar, pero Darren no me ayuda, y este joven puede ser un excelente compañero para ese cambio».
Pat era consciente de que estaba muy excitada, notaba sus glándulas hormonales. Darren le había fallado en un potencial fin de semana que ambos habían deseado estar juntos para solucionar sus últimos encontronazos. Al final decidió llevar a la práctica lo que había pensado durante la cena. Se duchó, se puso su mejor atuendo con lencería limpia…, la más sexy.
Ya bien vestida salió a la calle, había un silencio absoluto. Se veía la calle completamente despejada, casi todo el mundo había acudido al festival. Se dirigió no muy resuelta, pero con paso firme, a la casa de Ryan. La puerta del jardín no estaba cerrada, la abrió y se dirigió a la puerta de entrada al chalé. Llamó al timbre y en seguida la abrió Ryan, que exclamó:
—Hola Pat, ¿necesitas algo?
Pat, ahora sí, decidida, le dijo:
—¿Podemos seguir juntos el festival en la tele? Yo no he ido, pero sí toda mi familia. Me gustará verlos en alguna de esas tomas que hacen del público; además podrás enseñarme la casa…
Ryan entendió en seguida. Vivía solo, su tío estaba fuera y él seguía solo, algo que esa mujer sabía. Era suficiente para intentar seducirla.
El ambiente era tenso. Ella sabía a qué había ido y a él no hacía falta decirle que se le presentaba una perita en dulce. Pat entró y se encontró con un gran salón en el que estaba la televisión. Ryan la encendió y sintonizó el canal local. Estaba claro que la señal no era buena, apenas se distinguían algo más que rayas horizontales, Ryan dejó un canal deportivo que sí se veía relativamente bien.
—No he venido a ver deportes, mejor me enseñas la casa —dijo Pat.
Recorrieron la planta baja y subieron a la segunda, entrando en todas las habitaciones y baños, cuando lo hicieron en la de él, Ryan dijo:
—Este es mi dormitorio, Pat. Ya ves que es muy confortable.
Ella se volvió, le tenía detrás. Atrevidamente él la enlazó por la cintura y la besó en las mejillas sin resistencia de Pat.
—Si te molesta, no sigo.
—No tiene importancia… hoy no está mi marido… —Unos puntos suspensivos orales que significaban mucho.
Ni siquiera la referencia a su marido la hizo pensar. Se inició la ceremonia previa al apareamiento. Pat se dejó llevar, solo expresó su sorpresa cuando ya le besó sus labios abriendo la boca, y así siguieron tumbándose en la cama donde poco a poco él la fue desvistiendo. Tras retirarle su ropa interior inferior, la excitó lo indecible cuando le practicó un cunnilingus. ¡Darren jamás le hizo eso y seguramente que ni querría hacerlo! Mientras, iba sintiendo el inicio de un gran y pletórico orgasmo. Acabaron enlazándose, para ella fue un clímax desconocido y peculiar por lo impresionante, se sintió genial. Para él la sorpresa había sido encontrarse con una preciosa mujer a la que no hizo falta conquistar, y menos pagar…
Llevaban unidos bastante tiempo cuando Pat recordó que debía volver a casa antes de que lo hiciera su familia. Se desembarazó de Ryan y se vistió. Él quiso retenerla, pero ella insistió en que se tenía que marchar. Ryan se resignó, pero se ofreció para acompañarla.
—No hay nadie por la calle y está muy oscuro, te acompaño para protegerte por si acaso. —Gracias —dijo Pat.
Ya a la puerta del bungaló ella le abrazó, le besó y dijo:
—Ha sido formidable Ryan, pero ni podemos ni debemos seguir, adiós. —Él siguió el beso abrazándola con pasión, así estuvieron unos instantes nada breves.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек,