La joyería. Carles Codina
toque aplicado a una muestra indica con cierta imprecisión que el metal es superior al quilataje del ácido utilizado. Para saber si el oro es de 22 quilates tendríamos que repetir la operación con el ácido de toque para 22 quilates, en caso de que la muestra mantuviera el brillo en 18 quilates. Si el brillo en 18 quilates cayera, tendríamos que repetir la muestra con ácido de toque de 14 quilates y así sucesivamente, hasta que el brillo se fijase en algún quilataje.
Para comprobar si una pieza es de plata existen ácidos de toque específicos, pero si decidimos analizarla, con el ácido de toque de 18 quilates utilizado para el oro, la raya se volverá de color azul claro, pues habrá reaccionado en cloruro de plata.
El equipo básico para realizar la comprobación por el método de la “piedra de toque” requiere distintos ácidos, así como una piedra y una estrella. Los ácidos de toque más usuales son los de 14, 18 y 22 quilates. La estrella tiene en cada punta un título distinto que se utiliza como muestra para comprobar el quilataje.
Para comprobar el quilataje de una aleación se frota la pieza encima de una piedra de toque y se aplica ácido de toque del mismo quilataje. En este caso, se frotó un poco de plata y un poco de oro de 18 quilates y se aplicó ácido de toque de 18 quilates. La plata se identifica por el tono azul y el oro por el brillo que mantiene.
Plata
La plata es un metal muy maleable, y, al igual que el oro, en estado puro es muy blanda. En su liga con el cobre adquiere mayor dureza y resistencia, pero también se vuelve más oxidable.
La plata se alea frecuentemente con cobre en una proporción de 925 milésimas como primera ley, es decir: 925 partes de plata fina y 75 partes de cobre. Es la aleación más frecuente, aunque en algunos casos, por ejemplo para embutir o para tornear, puede añadírsele una pequeña proporción de cadmio (2,5 milésimas). Éste debe tirarse en el crisol envuelto en papel de fumar, siempre y cuando el cobre y la plata estén ya fundidos; de lo contrario, se perderían propiedades en la aleación, ya que el cadmio se oxida rápidamente y se volatiliza.
Colgante de plata, obra de Xavier Doménech.
Plata | ||
Punto de fusión | Densidad | |
Plata fina | 960 °C | 10,5 |
Plata de 925 milésimas | 893 °C | 10,4 |
Fundición
Antes de proceder al fundido en sí, es imprescindible conocer varias operaciones básicas. La más importante es la preparación de la liga del oro y de la plata para que se ajuste al título o ley.
En joyería, la aleación más utilizada para el oro es la de 750 milésimas o 18 quilates. Se acostumbra a multiplicar por 0,33 la cantidad de oro fino que se posee para encontrar la aleación necesaria y añadirla al oro fino que tenemos.
Ejemplo: si se tienen 75 g de oro fino, ¿cuánta liga se precisa para lograr el peso total de la aleación? El resultado es 24,75 g de liga:
75 g × 0,33 = 24,75 g de liga que se añadirá al oro fino.
El peso total será: 75 + 24,75 = 99,75 g de oro de 18 quilates.
Ligar el 33,33 % es lo correcto, pues ajusta perfectamente a las 750 milésimas que marca la ley. Muchos fundidores y fabricantes añaden sólo un 32 %, asegurando una ley más alta, especialmente si se funde con centrífuga.
1. El metal puede fundirse en distintos tipos de horno; en este caso, se ha utilizado un horno de gas con turbina eléctrica, que contiene un crisol de grafito en su interior.
La plata, el cobre y el fundente son los tres elementos esenciales para preparar las aleaciones.
2. Una vez fundido el metal, debe colarse en una chaponera en el caso de desear obtener una plancha.
3. Si el objetivo es obtener un riel para preparar hilo, el metal fundido debe colarse en una lingotera. Es importante que las lingoteras estén calientes en el momento de colar el metal; en caso contrario, el metal puede salir escupido por el choque térmico.
4. Una vez colado y frío el metal dentro de las distintas lingoteras, se obtiene el lingote inicial. Éste se debe decapar antes de empezar a laminarlo.
Oro amarillo
El oro amarillo de 18 quilates suele ligarse con una liga compuesta por una mitad de cobre y la otra de plata. Según las proporciones que se utilicen, se obtendrán un color y una dureza distintos. En la tabla A se pueden apreciar las aleaciones más frecuentes para realizar una aleación de oro amarillo.
Para saber el oro fino que tiene una aleación
Se multiplica el peso que tenemos por 750, en el caso de ser de 18 quilates, y se divide por 1.000. El resultado será oro fino.
Para saber el metal ligado
Se multiplica el peso de metal fino por 1.0 y se divide por la ley de la aleación, que en nuestro caso sería 750. El resultado es oro de ley.
Si tenemos un modelo de un metal determinado y queremos saber cuánto pesará en oro o en plata
Cuanto más cobre contenga la aleación, más rojo y más duro será el metal; y cuanta más plata, más amarillo y más blando.
También existen ligas preparadas para fundir directamente, las cuales, una vez ligadas con oro fino, confieren al oro de ley distintas características y colores.
Oro blanco
Del mismo modo que en las distintas aleaciones de oro amarillo (oro verde, oro paja y oro rojo), el oro blanco se consigue variando 250 milésimas de aleación con distintas proporciones de paladio, plata y níquel. El oro blanco tiene un tono amarillo muy pálido, y es por ello que habitualmente se le da un baño electrolítico de rodio después de su pulido. Las aleaciones más aconsejables para trabajar son las realizadas con paladio y plata (véase la tabla B).
El oro totalmente paladiado resulta muy blando, por lo que puede ser útil para trabajos como el forjado, pero es un inconveniente cuando se han de construir garras de hilo para galerías o para trabajos que requieren un metal más resistente. Para fundir las aleaciones con paladio se precisa una temperatura más alta; por lo tanto, es aconsejable utilizar oxígeno.
Tablas A y B.
Fundentes y purificadores
Cuando se funde el metal es conveniente utilizar productos que lo limpien y lo protejan de la oxidación. El producto más conocido es el bórax, que, aplicado en el momento de fundir,