Jaque a la Reina. Soledad Deza
práctica cotidiana médica “informaba” sobre todos los métodos anticonceptivos pero recomendaba a sus pacientes que quisieran planificar sus embarazos sólo uno: la abstinencia sexual. Además, aclaró que no recetaba los métodos anticonceptivos ni ponía DIU a las mujeres que lo solicitaran en ese centro de salud
Este episodio excepcional para mí pero recurrente en las mujeres tucumanas, una vez más, demuestra cómo los Estados deben tomar cartas en el asunto y marcar una política clara en materia de derechos sexuales y reproductivos. No puede seguir existiendo en la provincia un vacío legislativo y el uso indiscriminado de la objeción de conciencia porque están desobedeciendo la ley y afectando la vida de terceras personas. En consecuencia, queda claro que las próximas políticas que debe asumir el Estado Nacional a través del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable será apuntar directamente a desarmar en el sistema de salud público la transferencia de la moral personal y las creencias religiosas de los efectores de salud a sus prácticas médicas, y que definitivamente cumplan con la ley. Este libro colabora en esta empresa.
Por último, es necesario destacar que los entramados de poder que se ciernen sobre las discusiones que tienen que ver con el aborto son muy fuertes. Pero este libro desarma, con argumentos, cualquier posición tajante que se quiera mantener y alienta a debatir sobre la legitimidad de las políticas dirigidas al cuerpo de las mujeres.
A todas luces, esta obra es expresión de discusiones actuales que abonan la reflexión colectiva dentro del movimiento de mujeres, feminista y académico sobre la autonomía de nuestros cuerpos, la justicia reproductiva, el derecho a decidir y la libertad que concentra el debate sobre aborto legal y aborto voluntario.
Los diferentes artículos muestran de forma meritoria la articulación entre marcos teóricos multidisciplinarios e investigaciones empíricas en escenarios concretos. De manera que el libro habiéndose concentrado en lo que sucede en la provincia y en escala de Tucumán, pero en matices en todas las provincias, constituye una sólida base empírica y de reflexión política en materia de derechos humanos, sexuales, reproductivos y no reproductivos.
Jaque a la Reina pone en jaque a los mecanismos que provocan injusticia en las mujeres. Jaque a la Reina pone en jaque a los posicionamientos morales y éticos de toda una sociedad que frente a la realidad del aborto, olvidan que hay una cuestión social y de justicia. Jaque a la Reina pone en jaque el crimen y el castigo como solución.
Por último, mi especial agradecimiento a Soledad Deza que pensó en mí para prologar este trabajo, lo que fue un gran desafío y un verdadero estímulo en mi camino que cruza lo profesional académico y la militancia feminista. Quiero también trasmitir que todos los trabajos de esta obra abonaron a mis reflexiones teóricas y políticas que, muchas veces, pareciera que sólo pueden resolverse con la abstracción de las teorías feministas pero que, sin embargo, una vez más, la investigación empírica devela lo invisible y naturalizado para las mujeres. Lo que me queda como aliciente es que los colectivos de mujeres, lesbianas y otros géneros debemos andar y desandar un camino sinuoso hasta llegar a concretar la humanidad de nuestros derechos.
1 Socióloga (UNSAM-UBA), Investigadora del CO.NI.CET.
Prólogo a la segunda edición
Nelly Minyersky2
El intenso y exhaustivo prólogo que acompañó la primera edición me permitirá reducir las palabras que me solicitaron para acompañar el magnífico aporte a la sociedad que significa esta obra. Cuando se han transcurrido años de la vida transitando diferentes y variadas décadas, muchas de ellas de enorme tristeza y desolación al ver que en nuestro suelo se violaban los derechos del hombre de todo tipo; pero también otras en que se intentó y se intenta revertir esta situación, es imprescindible abrevar nuevas emociones y conocimientos en las nuevas generaciones. Es profunda la emoción que se siente cuando las banderas de la plena vigencia del estado de derecho y de los derechos humanos de todos y cada uno de los habitantes de nuestro país sin discriminaciones etarias y de sexo, son enarboladas por una pléyade de jóvenes con dignidad, emoción y profundidad.
Tener la evidencia de que las nuevas generaciones recogen y hacen suyas éstas luchas es mantener las esperanzas en que estas batallas continúan y continuarán librándose, en aras de procurar un mejor vivir para la ciudadanía. Todos sabemos que atravesados por estas tensiones existen dos sectores que históricamente han sido considerados como minusválidos y en consecuencia sus derechos violados en forma casi permanente. Bregar por la efectiva vigencia de una plena ciudadanía para las mujeres y niños todavía es una batalla constante y esta obra integra el conjunto de las mejores armas para conseguir los resultados deseados y deseables.
Este libro, si bien en su esencia es jurídico, contiene incisivas investigaciones que lo enriquecen y lo sitúan en el ámbito de la sociología jurídica. Para comprender la importancia de este aporte, creemos necesario realizar algunas reflexiones sobre qué es el derecho, ya que las mismas nos permitirán abrevar mejor en sus páginas y comprobar cómo en la presente obra se ha tenido una perspectiva de género en cada uno de sus capítulos.
Se traduce de sus páginas la ilegitimidad del poder patriarcal. Recordemos las palabras de Rita Segato: “Hay algo artificioso e ilegítimo en el orden patriarcal. Ese algo es precisamente la maniobra que instaura su ley. Esta ilegitimidad originaria produce que, inevitablemente, los votos de obediencia a esa ley y al orden que ella establece deban renovarse diariamente (…) Cuanto más disimulada y sutil sea esta violencia, mayor será su eficiencia para mantener despierta y clara la memoria de la regla impuesta y, al mismo tiempo, podrá preservar en el olvido el carácter arbitrario y poco elegante de la violencia fundadora así como los placeres propios del mundo que ella negó.”
El Derecho ha sido y es un ámbito de batalla política, un factor de poder. Constituye un instrumento importantísimo como gran organizador social: distribuye poder, otorga derechos e impone obligaciones. En todas las épocas el Derecho ha respondido a los sectores dominantes de la sociedad. La fuerza social del Derecho impone un comportamiento, o la creación instrumental de un cierto estado de cosas. Su fuerza se encuentra en el carácter de discurso legal y de discurso legítimo, en su capacidad para crear representaciones. Legitima relaciones existentes en la vida de las personas y también niega otras, al silenciarlas. A partir de esas legitimaciones nacen relaciones que traen aparejados derechos y obligaciones, y al callar respecto de otras, las niega. Se identifica así para el ciudadano lo lícito con lo bueno y lo ilícito con lo malo.
La ley es un campo de lucha en el que interactúan diversos actores con voces más o menos fuertes. La verdadera legitimidad de la ley depende estrictamente de que contemple desde su articulado un universo diverso y abarcativo. De la lectura de los capítulos que componen la obra se deduce con toda claridad la ilegitimidad de algunas normas que regulan nuestros derechos sexuales y reproductivos, así como también la violación que significa la omisión del dictado de ciertas leyes.
El papel que desempeñan los operadores jurídicos (jueces, juristas, profesores de derecho) inciden en el imaginario social respecto de lo que es ser mujer. Siguiendo a Alicia Ruiz podemos decir que el Derecho es un discurso social que prescribe y prescribe legitimando, reconociendo y otorgando la palabra a algunos y negándosela a otros. Al mismo tiempo corresponde recordar que la fuerza social del Derecho no se limita a la imposición de un comportamiento o a la creación instrumental de un cierto estado de cosas. La fuerza del Derecho tiene un efecto dialéctico, se encuentra en su carácter de discurso legal y de discurso legítimo; en su capacidad para crear representaciones de las cuales se derive un respaldo político; en su aptitud para movilizar a los individuos en beneficio de una idea o de una imagen.
Resulta imperativo articular debidamente nuestra legislación de fondo (Código Civil y Código Penal), con los marcos constitucionales y convencionales, los tratados de derechos humanos, y los distintos organismos e instrumentos que ellos han creado. Estos instrumentos son una prueba del avance de nuestra cultura hacia los principios de igualdad, no discriminación y autonomía. La interpretación de todo el plexo normativo debe realizarse teniendo en cuenta prioritariamente los derechos fundamentales que estos últimos contienen.