¿Hubo socialismo en la URSS?. Jaime Canales Garrido
gobernación permanente e ineludible del Estado, empieza a preparar inmediatamente la extinción completa de todo Estado”103.
Entretanto, no hay que ignorar que la época de la dictadura proletaria se caracteriza por una lucha encarnizada de los dos sistemas: el capitalista -desplazado de las palancas del poder y económicas- y el socialista, emergente y, por ende, endeble.
Acerca de dicha lucha, Lenin escribe en su artículo La economía y la política en la época de la dictadura del proletariado: “Teóricamente, no cabe duda de que entre el capitalismo y el comunismo existe cierto período de transición. Este período no puede dejar de reunir los rasgos o las propiedades de ambas formaciones de la economía social, no puede dejar de ser un período de lucha entre el capitalismo agonizante y el comunismo naciente; o en otras palabras: entre el capitalismo vencido, pero no aniquilado, y el comunismo ya nacido, pero muy débil aún”104.
Por consiguiente, habiendo una lucha sin cuartel entre los dos sistemas, de suyo se comprende que solo puede tratarse de la lucha de clases. De allí que Lenin, reiterando las tesis de Marx y Engels, señaló: “Y las clases han quedado y quedarán durante la época de la dictadura del proletariado… Las clases han quedado, pero cada una de ellas se ha modificado…han variado igualmente las relaciones entre ellas. La lucha de clases no desaparece bajo la dictadura del proletariado, lo que hace es adoptar otras formas… Mientras subsistan las clases, mientras la burguesía derribada en un país decuplique sus ataques contra el socialismo en el terreno internacional, seguirá siendo indispensable esa dictadura”105.
Sin embargo, en su artículo Con motivo del cuarto aniversario de la Revolución de Octubre, Lenin esclareció que lo que habían llevado a cabo el pueblo ruso y los bolcheviques era solo el inicio de la gran revolución social: entre el 7 de noviembre de 1917 y el mes de enero de 1918, la revolución democrático-burguesa había sido llevada a su término. Pero -según Lenin- era necesario avanzar hacia la revolución socialista: “Con plena conciencia, de manera firme e inflexible seguimos adelante, hacia la revolución socialista, sabiendo que no está separada de la revolución democrático-burguesa por una muralla china, sabiendo que sólo la lucha decidirá en qué grado conseguiremos (en fin de cuentas) avanzar, qué parte de nuestra tarea inconmensurablemente elevada llevaremos a cabo, qué parte de nuestras victorias consolidaremos”106.
Siempre didáctico -y precaviéndose de los inevitables ataques de los reformistas y pseudo socialistas, que no habían entendido la correlación existente entre la revolución democrático-burguesa y la revolución proletaria socialista- esclareció que la primera se transforma en la segunda. “La segunda resuelve de paso los problemas de la primera. La segunda consolida la obra de la primera. La lucha, y solamente la lucha, determina hasta qué punto la segunda logra rebasar a la primera… El régimen soviético es precisamente una de las confirmaciones o manifestaciones evidentes de esta transformación de una revolución en otra… es el máximo de democracia para los obreros y los campesinos y, a la vez, significa la ruptura con la democracia burguesa y el surgimiento de un nuevo tipo de democracia, de alcance histórico-universal: la democracia proletaria o dictadura del proletariado”107.
Y lo primordial para que la revolución socialista triunfara definitivamente estribaba en la construcción de una economía socialista, en las difíciles condiciones de la Rusia Soviética, definida por Lenin, como un país de pequeños burgueses. Por eso, la lucha de clase se daba con acentuado vigor también en la esfera económica: “La economía de Rusia en la época de la dictadura del proletariado representa la lucha que en sus primeros pasos sostiene el trabajo mancomunado al modo comunista: -en escala única de un enorme Estado- contra la pequeña producción mercantil, contra el capitalismo que sigue subsistiendo y contra el que revive sobre la base de esta producción”108.
Pero las consecuencias de la guerra, la ruina, el sabotaje, el peligro de una nueva agresión imperialista -recién acabada la intervención de las potencias capitalistas que había catapultado la guerra civil-, el descontento y, consecuentemente, la peligrosa oscilación de millones de campesinos pequeños y medianos entre la revolución y la contrarrevolución, la devastación física y moral del país, obligaron al Poder Soviético a retroceder, “a transar para avanzar”.
Porque lo anterior, concatenado a lo que desde el primer momento los bolcheviques habían esperado -se podría decir, incluso con desmedida ansiedad-, a saber, que el proletariado de los países más desarrollados de Europa, en primer lugar de Alemania, llevase a cabo la revolución socialista poniendo fin al cerco capitalista que rodeaba a la Rusia Soviética, había fracasado.
En efecto, había llegado el mes de marzo de 1921, y todos los movimientos y levantamientos revolucionarios en los países de Europa Occidental habían sido, prácticamente, sofocados por la fuerza. Esto fue fundamento suficiente para que Lenin, en su Informe al X Congreso del Partido Comunista (b) de Rusia señalara: “En estos tres años hemos aprendido a comprender que las esperanzas puestas en la revolución internacional no significan que la revolución vaya a estallar a plazo fijo… Por eso debemos saber amoldar nuestra actuación a las correlaciones de las fuerzas de las clases en nuestro país y en otros países, de modo que estemos durante largo tiempo en condiciones de mantener la dictadura del proletariado… Un planteamiento así será el único justo y sensato”109.
El repliegue de la revolución en su relación con el capitalismo, fue suficientemente explicado por Lenin -entre otras de sus obras- en el artículo Acerca de la significación del oro ahora y después de la victoria completa del socialismo, en los siguientes términos: “Sólo el marxismo ha definido con exactitud y acierto la relación entre las reformas y la revolución, si bien Marx tan sólo pudo ver esta relación bajo un aspecto, a saber: en las condiciones anteriores al primer triunfo más o menos sólido, más o menos duradero del proletariado, aunque sea en un solo país. En tales condiciones, la base de una relación acertada era ésta: las reformas son un producto accesorio de la lucha de clase revolucionaria del proletariado…Después del triunfo, ellas (aunque en escala internacional sigan siendo el mismo ‘producto accesorio’) constituyen, además, para el país en que se ha triunfado, una tregua necesaria y legítima en los casos en que es evidente que las fuerzas, después de una tensión extrema, no bastan para llevar a cabo por vía revolucionaria tal o cual transición”110.
La adopción del “capitalismo de Estado”, aun cuando no respondía en absoluto a los principios enunciados por Marx y Engels acerca de la revolución proletaria, según Lenin, se encuadraban, por entero, en la doctrina marxista, pues el propio Marx había declarado que sus enseñanzas no eran un dogma, sino, más bien, una guía para la acción.
Por ello, sin perjuicio de la teoría marxista, y considerando los serios problemas que enfrentaba el Poder Soviético, había que ser capaz de alterar el rumbo, particularmente cuando las condiciones objetivas así lo determinaban: “Las dificultades son inmensas. Estamos acostumbrados a luchar contra las dificultades inmensas… Pero hemos aprendido también, al menos hasta cierto punto, otro arte imprescindible en la revolución: la flexibilidad, el saber cambiar de táctica con rapidez y decisión, partiendo de los cambios operados en las condiciones objetivas y eligiendo otro camino para nuestros fines si el que seguíamos antes no resulta conveniente o posible en un período determinado”111.
Y refiriéndose a la introducción de aquellas medidas, con claro contenido capitalista, en la economía que se quería socialista, Lenin, a guisa de justificación, señaló: “Calculábamos -o quizá sea mejor decir: suponíamos, sin haber calculado suficientemente- que con órdenes directas del Estado proletario podríamos organizar al modo comunista, en un país de pequeños campesinos, la producción estatal y la distribución estatal de lo producido. La vida nos ha hecho ver nuestro error. Han sido necesarias diversas etapas transitorias -el capitalismo de Estado y el socialismo- para preparar el paso al comunismo con el largo trabajo de una serie de años... Eso es lo que nos ha enseñado la vida, lo que nos ha enseñado el desarrollo objetivo de la revolución”112.
No obstante, Lenin -seguro de que los pasos dados al adoptar el “capitalismo de Estado” tenían, en ese momento, como finalidad primordial preservar el Poder Soviético, la única fuerza