El socialismo y la cuestión obrera. Fernando Martínez López

El socialismo y la cuestión obrera - Fernando Martínez López


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dejaron el trabajo para darle su último adiós. Las sociedades llevaron coronas de flores, la banda municipal acompañó el cortejo fúnebre.64 Meses más tarde, la Federación convocó a todas sociedades y a los obreros a una gran manifestación para colocar la lápida que la sociedad de canteros había labrado para su tumba.65 Aquella mujer había sabido granjearse el cariño de los obreros, ocupaba un espacio propio, participaba en las discusiones de los dirigentes obreros, era una lectora empedernida de libros y periódicos y su nombre «salía de los labios de los trabajadores conscientes con el respeto y el cariño que puede merecer una hermana o una madre».

      El año 1900 nació con la entrada de nuevos militantes y la reelección de un nuevo comité de la Agrupación Socialista con Mariano Vizcaíno de presidente y Antonio Hernández Clemente como tesorero-contador.66 El 1º de mayo de aquel año el paro fue general entre los obreros de la capital. Nadie acudió a trabajar. Los vapores fondeados en el puerto no pudieron llevar a cabo sus operaciones de carga y descarga porque ni un solo trabajador asistió a sus habituales tareas.67 Donde sí acudieron en masa fue al meeting organizado por la Agrupación Socialista y varias sociedades obreras en el teatro Apolo. En esta ocasión un orfeón, organizado por la sociedad de Oficios Varios, se sumaba a la fiesta obrera cantando himnos al inicio y al final del acto. Por primera vez aparece en Almería la figura del orfeón obrero, algo tan común en Francia y que sin embargo era casi insignificante en el mundo del trabajo en la España de esos años. Fue un acto especialmente socialista porque allí se habló de los objetivos que guiaban al socialismo y hablaron sus líderes conocidos.68 La celebración del 1º de mayo se había terminado por imponer en la ciudad y ya formaba parte de las efemérides de las capas populares a finales de siglo XIX. Se había producido la fusión del mito fundacional con el ritual. Y unidos ambos desempeñaron funciones decisivas en la configuración de la identidad obrera.

      Pablo Iglesias realizó su segunda visita de propaganda a Almería en el mes de junio de 1900. Estuvo cuatro días e intervino en un mitin en el frontón Jai-Alai y en las diferentes veladas que se celebraron en el local de Matricula Unida, en las sociedades de albañiles y barrileros y en la barbería de la Almedina. El líder socialista planteó en sus intervenciones que la realización del socialismo era posible porque se encarnaba en la realidad. Se había pasado de un socialismo «teórico y peculiar de un puñado de pensadores, sin masas que los secundasen» a un socialismo en conexión con la realidad y con seguidores.69 La prensa trató bien la segunda visita de Pablo Iglesias a Almería. La Crónica Meridional ensalzaba la figura de Pablo Iglesias calificándolo de «apóstol», término que la literatura hagiográfica pronto acuñaría para definir al líder socialista. El inicio del suelto del diario almeriense podría inscribirse ya en ese tipo de literatura cuando señala:

      El compañero Iglesias (D. Pablo Iglesias ha de llamársele porque si alguna «burguesía» puede aceptarse es la burguesía de la honradez, la «burguesía» del talento, el «privilegio» (así le queremos llamar) o mejor dicho, la justicia con que la naturaleza distingue a los apóstoles de una idea, es un «Don» que nadie puede regatear) con su palabra persuasiva, al alcance de todas las inteligencias, derramó hilos de luz, sutiles, discretos, llenos de sana doctrina, bienhechores, porque en aquella sencilla peroración, desprovista de las ampulosidades y hojarasca a que nos tienen acostumbrados los oradores de relumbrón, lo práctico, lo verdadero, fue lo que el compañero Iglesias expuso ante una concurrencia de obreros donde suplía a la «calidad» el corazón siempre dispuesto para desenvolverse en el bien, que posee este obrero español…70

      La visita del líder socialista reforzó las posiciones de los dirigentes socialistas en la Federación y todo el movimiento societario cobró nuevo impulso en la capital. Nuevas sociedades como la de los barberos se organizaron y pidieron la supresión del trabajo los domingos por la tarde y los mineros de Sierra Almagrera empezaron a organizarse en sociedades de resistencia.71 La Junta local de Reformas Sociales se constituyó en la capital en julio de 1900 ocupando las cinco vocalías obreras conocidos militantes socialistas como Tomás Alonso, Antonio Marín, Juan Ruescas, Francisco Ruiz Ruano y el mecánico Abadía. El nombramiento por aclamación de Tomás Alonso como secretario de la misma era una deferencia personal a su labor entre los obreros, pero a su vez un reconocimiento por parte de las autoridades de la influencia del socialismo entre la clase trabajadora almeriense.

      9. LOS SOCIALISTAS ANTE LAS ELECCIONES (1893 Y 1901)

      Los socialistas almerienses acudieron por primera vez a unas elecciones en marzo de 1893. Lo hicieron por la circunscripción de Almería sin pactos ni alianzas con ninguna otra fuerza. Presentaron como candidatos a diputados a Cortes a Antonio García Quejido, dirigente ugetista, en estos momentos en Bilbao, y a José Comaposada Gili, presidente de la UGT de Barcelona.72 Decidieron presentar candidatos con el fin de movilizar el movimiento societario y dar cumplimiento a la resolución adoptada por el Congreso celebrado en Valencia en 1892 que obligaba a presentar candidaturas allí donde había Agrupación.73 La designación de García Quejido y José Comaposada obedecía al criterio, ya adoptado por el Partido Socialista en las elecciones de 1891, de presentar a sus hombres más representativos a escala nacional para darlos a conocer. En esta ocasión, García Quejido era candidato a su vez por Madrid, Santander y Oviedo.74 La presentación de una candidatura cerrada —dos candidatos por la mayoría cuando se elegían tres— constituía una clara expresión de la obstinación de los socialistas en la postura de «clase contra clase», que venía marcada por sus Congresos.

      Las fraudulentas actas electorales contaron los primeros votos socialistas. Se impuso, una vez más, el encasillado caciquil. Los socialistas contabilizaron «oficialmente» 44 votos para Antonio García Quejido y 40 para José Comaposada, mientras que El Socialista daba unos 80 votos para la circunscripción. Todos ellos se escrutaron en la ciudad, especialmente en el distrito 3º (Puerto y Almedina), zona de mayor concentración obrera en donde vivían los dirigentes del socialismo almeriense75. El semanario obrero valoraba positivamente los votos obtenidos en Almería y en otras ciudades españolas —unos 7.000 en total—, teniendo en cuenta «la sañuda guerra que contra nuestro Partido en general y contra nuestros candidatos en particular han hecho los partidos republicanos y los medios infames y ruines que han puesto en juego para quitar votos a las candidaturas socialistas».76 En general, ésta sería la tónica del voto socialista en futuras elecciones de la Restauración. Hasta la Segunda República la influencia del socialismo no quedaría reflejada en las urnas.

      No obstante, los socialistas almerienses como los de toda España acudieron a las elecciones a diputados en Cortes siempre que se convocaban y funcionaba la Agrupación. La convocatoria de elecciones a diputados a Cortes por parte de Sagasta para finales de marzo de 1898, en medio del proceso bélico, crearon la expectativa en el socialismo español de obtener un acta de diputado para Pablo Iglesias por Bilbao.77 Pablo Iglesias no salió diputado, pero fue la vez que más cerca estuvo de conseguirlo hasta la conjunción republicano-socialista de 1910. La Agrupación Socialista designó a Jaime Vera y a Pascual Simal Muñoz como candidatos para estas elecciones por la circunscripción de Almería.78 En realidad, poco interés podían suscitar unas elecciones generales que se hacían como un trámite más en la monótona alternancia de los partidos turnantes, cuando el clima que la prensa y la clase política hacían respirar era precisamente el de la guerra y los sentimientos ultra-patrióticos.

      El resultado electoral de las elecciones a diputados a Cortes de 1898 fue un vuelco de las urnas para los liberales que obtuvieron siete actas de diputados y una para los silvelistas. Los socialistas almerienses se quejaron de que no se les había escrutado ni un solo voto y denunciaron la farsa electoral del siguiente modo:

      Aquí se han hecho las elecciones el día antes del señalado para ello. Cuando se abrieron los colegios nos encontramos con que ya estaban llenas las urnas de papeletas, con lo cual la mayor parte de nosotros no tuvo que molestarse en votar. Aun así calculamos en 150 el número de votos que nos dejaron emitir; pero en el escrutinio no nos han dado ningún voto. Verdad que se hizo de un modo expeditivo. Se volcó la urna, se quemaron las papeletas, a cada candidatura de los compinchados se les dio el número de votos convenido y asunto terminado. Nosotros, por haberse impedido a los notarios que nos prestaran sus servicios, hubimos de conformarnos con protestar en el periódico


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