El socialismo y la cuestión obrera. Fernando Martínez López

El socialismo y la cuestión obrera - Fernando Martínez López


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nuevo proceso electoral cuando apenas se había cumplido un año de las anteriores elecciones y abrió lo que se ha llamado la época del regeneracionismo de los partidos del turno.80 Pese a que algunos tratadistas de las elecciones del 99 insisten en que fueron las primeras honradas de la Restauración, Silvela puso en funcionamiento, sin ningún tipo de contemplaciones, todos los recursos del Ministerio de la Gobernación para alcanzar una mayoría segura. Los socialistas almerienses presentaron la candidatura de Pablo Iglesias y de Jaime Vera e hicieron, en la medida de sus fuerzas, activa propaganda con el objetivo de despertar la conciencia obrera en torno a la cuestión electoral e imponer al menos la lectura de sus papeletas en el escrutinio. Se sentían con fuerza en la ciudad al haberse organizado algunas sociedades de resistencia. Tomás Alonso ayudó a planificar y realizar una cierta campaña de propaganda electoral entre las sociedades obreras. Hasta estas elecciones los socialistas almerienses no habían hecho realmente campaña electoral, pese a la presentación de candidaturas. Proclamaron los candidatos, imprimieron las candidaturas, designaron comisiones para que representaran a la Agrupación en la puerta de los colegios. Les faltaba, no obstante, dinero para impresos, para locales, para luces y propaganda.

      Aquellos socialistas de fines del XIX tenían claro la función movilizadora y esclarecedora que debían tener las elecciones en el proceso de configuración de la identidad obrera. Por ello señalaban que no les importaba que tuvieran pocos votos, lo que realmente pretendían era consolidarse políticamente: «Si somos fieles y leales servidores de nuestra causa —decían— en nuestra derrota material está nuestra victoria moral».81 Era tal la descomposición que veían en estos partidos burgueses provinciales que llegaban a pensar que «si los obreros tuvieran plena conciencia de sus derechos de ciudadanos e hicieran buen uso de la papeleta electoral, a pesar de la falsedad del censo, la candidatura obrera podía obtener en la capital un triunfo positivo». Por ello se dirigían a los obreros tratando de forjar su identidad como clase:

      ¡Despierta obrero, despierta!

      Los que estos días te adulan son los verdugos de ayer y tus asesinos de mañana. No estreches con tu callosa mano la de esos explotadores que, con hacerlo, te deshonras.

      Desprecia sus fugitivos halagos y sus pasajeras promesas. Acude allí donde están tus compañeros de infortunio, júntate a ellos y verás cuan pronto recobras, en el común sentir de la desgracia y en la igual comunión de ideas y aspiraciones, el vigor preciso para saber estimar tu dignidad (que esos mercachifles de la política pretenden comprar por dos pesetas) y la fuerza para luchar y vencer a tu mayor enemigo, al que hoy aparenta ser tu protector y mañana se convierte en tu negrero.

      Acude a la lucha electoral con fe y vota la candidatura del Partido Socialista Obrero.82

      «Triunfó la inmoralidad. Candidatura de la honradez 42 votos» era el telegrama que enviaron los socialistas a la dirección del partido para dar cuenta del resultado electoral. Ante el apaño y la farsa electoral, lo que más le dolía al corresponsal de El Socialista eran los pobres que eran llevados a votar: «He visto manadas de electores que todo el año andan a pie y descalzos, llegar de seis y de a ocho en el interior de un coche cerrado. ¡Qué estúpidos! Desdichados, ¿hasta cuándo queréis estar siendo esclavos?»

      En algunos pueblos las elecciones se hicieron el sábado por la noche. La candidatura socialista «fue leída en los colegios en el escrutinio, pero luego no fue publicada en la lista de todos. La Crónica se limitó a decir que habíamos obtenido nueve votos. La Provincia ni aún eso». Tomás Alonso concluía su análisis y valoración señalando: «Se hace indigesta nuestra candidatura. Ya irán tragando poco a poco».

      En las elecciones a diputados a Cortes de mayo de 1901, convocadas por Sagasta, los socialistas de Almería volvieron a presentar como candidatos por la circunscripción a Pablo Iglesias y a Jaime Vera. No les leyeron los votos. Es significativo que en las elecciones del 93, cuando la Agrupación Socialista empezaba a caminar y el movimiento societario era incipiente, se les contabilizaran más votos que ahora que la organización era mayor y el movimiento societario tenía una mayor envergadura. Jaime Vera aparece con dos votos por la capital en las actas oficiales del escrutinio, mientras que a Pablo Iglesias no le contabilizaron ninguno. Sin embargo, aparecen 16 votos para Pablo Iglesias en el pueblo de Viator.83 Aunque los votos de las elecciones apenas son indicativos de la verdad del sufragio, en este caso son referenciales de la irradiación e influencia de la Agrupación Socialista entre los obreros de los pueblos más cercanos a la capital.

      La dinámica de las siguientes elecciones hasta la coalición republicano-socialista de 1909 fue similar. Los socialistas siguieron presentando en candidatura cerrada, contra viento y marea, a Pablo Iglesias y Jaime Vera a diputados a Cortes por la circunscripción de Almería, cosechando análogos resultados a las elecciones comentadas aunque ya empezarían a contarse votos de las zonas mineras como Gérgal, Olula de Castro o Huércal.

      10. LOS INICIOS DE LA UGT EN ALMERÍA

      Como ya se ha señalado, la Unión General de Trabajadores había contado efímeramente, a principios de los noventa, con las sociedades de barrileros, carpinteros y albañiles. A principios del siglo XX volvió a tener entre sus filas a algunas sociedades obreras de resistencia en la ciudad y en la provincia. La sociedad de panaderos, La Igualitaria, fue la primera que ingresó en la UGT en esta nueva etapa (diciembre de 1901)84, incorporando a las filas del sindicato a sus 150 afiliados. Era una sociedad cuyo grupo impulsor y primeras directivas coincidían con la dirección de la Agrupación Socialista. No es de extrañar, por tanto, que Pablo Iglesias representara a esta sociedad en el VII Congreso de la UGT, celebrado en mayo de 1902.85

      El Arte de Imprimir, de tipógrafos, fue la segunda sociedad obrera en ingresar en la UGT en este nuevo período. Volvió a reorganizarse como sociedad de resistencia en diciembre de 1901 y en abril de 1902 acordó ingresar en la Federación Tipográfica y por consiguiente en la UGT.86 Los tipógrafos almerienses volvían a retomar el hilo conductor que les unió a la Federación Tipográfica a principios de los años ochenta. En agosto de 1902 una nueva sociedad, la de Constructores de carruajes que acababa de constituirse en mayo de aquel mismo año, ingresaba también la UGT.87

      A pesar de la vinculación que el movimiento societario de finales de siglo tuvo con la Agrupación Socialista, pocas sociedades ingresaron en la UGT. Su debilidad organizativa y económica y la pervivencia del espíritu gremialista hacían que las sociedades recién constituidas fuesen reticentes al ingreso en la UGT, salvo en las que sus socios estaban claramente posicionados con el socialismo como es el caso de la sociedad de panaderos. En octubre de 1902, de las once sociedades que existían en la capital tan sólo las tres señaladas, que no eran precisamente las más numerosas, estaban integradas en la UGT.88 Una vinculación que duró poco tiempo para las sociedades de panaderos y constructores de carruajes, pues fueron dadas de baja por el Comité Nacional en enero de 1903 por no haber satisfecho las cuotas.89

      En 1904 ingresaron en la UGT la Sociedad de Obreros en Hierro, la sociedad de obreros agrícolas de Almería La Aurora, y la Sociedad de Obreros Mineros de Gérgal titulada Despertar Obrero. La primera de ellas, tras pasar por una gran inestabilidad a lo largo de 1903 y primeros meses de 1904 como consecuencia de los cambios de dirección —de anarquistas y republicanos a socialistas— y del fracaso de una larga huelga en los talleres de la Compañía del Sur de España, decidió ingresar en la Federación de oficio y en la UGT.90 La sociedad de obreros agrícolas La Aurora fue uno de los bastiones más firmes de la UGT en la provincia de Almería hasta la II República. Se había constituido a finales de 1903 impulsada desde el Círculo Republicano. En marzo de 1904 cuando acordó vincularse a la UGT contaba con unos 600 socios. A lo largo de su vida organizativa tuvo varias reorganizaciones e integró a agricultores y jornaleros del barrio del Zapillo y del Barrio Alto y llegó a tener secciones en El Alquián, La Cañada y los pueblos cercanos a la capital como Huércal, Pechina, El Chuche y Viator. La UGT había dado un paso decisivo para penetrar en el campo en los congresos de 1899 y 1902 al tomar la resolución de ayuda a los aparceros y arrendatarios. Desde su sede, ubicada en el domicilio social de la sociedad de albañiles 1º de mayo, se desplegó la campaña contra la crisis de subsistencias lanzada por la UGT y el


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