Reflexiones sobre Historia Social desde Nuestra América. Gabriela Grosores

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poniendo por delante el papel de los trabajadores en el ejercicio y la creación de esas técnicas. Así, refiriéndose a la clase obrera bajo el capitalismo, afirmó: “De todos los instrumentos de producción, la mayor fuerza productiva es la propia clase revolucionaria”. 38

      Como lo señalamos antes para las primeras sociedades de ban­das de cazadores-recolectores, las fuerzas productivas y las rela­ciones sociales son dos aspectos de un único proceso: los grupos humanos se organizan en función de las necesidades y tareas que se propongan y esas tareas y necesidades y hasta la misma organi­zación están en relación con la naturaleza y con los instrumentos que esa sociedad tiene y va a desarrollar para lograr sus objetivos. Relaciones sociales de producción y fuerzas productivas son en­tonces una unidad de dos polos, una relación contradictoria que se resuelve a través del desarrollo de las Fuerzas Productivas por una parte y de la sociedad por la otra.

      Esta “unidad de contrarios”, esta relación inseparable y a la vez conflictiva es lo que Marx denominó Modo de Producción. Anali­zando la historia a partir de aquellas primeras sociedades, es posible constatar que el modo de producción es un elemento determinan­te de la economía de las distintas sociedades, un elemento básico y determinante de las sociedades de diferentes pueblos en diferentes tiempos, que los torna comparables; que los modos de producción cambian a lo largo de la historia, configurándose diversas estruc­turas sociales, y condicionando la vida social política y cultural y la acción de los hombres, que a su vez son cambiados junto con las estructuras sociales y política por la acción humana a través de re­voluciones sociales que abarcan determinadas épocas históricas.

      En las primeras sociedades de cazadores-recolectores caracte­rizadas por la cooperación no había, ni podía haberlo, explotación del trabajo ajeno ni poder estatal, en el sentido de que un grupo fuera alimentado por los demás, para que los gobernara y tuviera el monopolio de la fuerza, de las armas. Todos debían cooperar, te­nían un papel en el grupo y cumplían con su trabajo; todos tenían instrumentos y se apropiaban colectivamente de los productos que distribuían según necesidades y posibilidades. De allí partimos.

      20 Este artículo fue elaborado a partir de clases introductorias de Historia Social General (2009-2013).

      21 Ver Vilar, Pierre, “Historia” en Introducción al Vocabulario del análisis históri­co, Crítica, Barcelona, 1982.

      22 Para Marx la “totalidad concreta”, verdadero punto de partida de la vi­sión inmediata y la representación, aparece dentro del proceso del pensamiento como un punto de llegada, “síntesis de múltiples determinaciones, y por lo tanto unidad de la diversidad”, como un “concreto de pensamiento”. A su vez, esa totalidad concreta subsiste en su independencia fuera del espíritu y, en el aná­lisis teórico de elementos particulares “es preciso que el sujeto, la sociedad, esté constantemente presente en el espíritu como dato primero.” C. Marx, Introducción a la crítica de la economía política, Anteo, Buenos Aires, 1986, pp.43-44.

      23 “Cuanto más lejos nos remontamos en la historia, tanto más aparece el individuo -y por consiguiente también el individuo productor- como depen­diente y formando parte de un todo mayor: en primer lugar y de una manera todavía muy enteramente natural, de la familia y de esa familia ampliada que es la tribu; más tarde, de las comunidades en sus distintas formas, resultado del antagonismo y de la fusión de las tribus. Solamente al llegar el Siglo XVIII, con la “sociedad civil”, las diferentes formas de conexión social aparecen ante el individuo como un simple medio para lograr sus fines privados, como una necesidad exterior. Pero la época que genera este punto de vista, esta idea del individuo aislado, es precisamente aquella en la cual las relaciones sociales (universales según este punto de vista) han llegado al más alto grado de desa­rrollo alcanzado hasta el presente. El hombre es, en el sentido más literal, no solamente un animal social, sino un animal que solo puede individualizarse en la sociedad.” C. Marx, Op.cit., pp.16-17.

      24 Bertolt Brecht, Poemas y canciones, Alianza Editorial, Madrid, 1984, p.91.

      25 De esta apariencia azarosa de procesos no determinados ni explica­bles de conjunto por la conciencia de los agentes, dedujeron y deducen mu­chos filósofos e historiadores positivistas o hermenéuticos la inexistencia de regularidades legales y mecanismos determinantes en la historia humana y la imposibilidad de ir más allá del “pequeño hecho verdadero” y sus causas y efectos inmediatos o de la actualización por el historiador de la ac­ción subjetiva del agente histórico, no como momento de la indagación sino como su punto de llegada. Ver la crítica de las posiciones de R. Aron por P. Vilar en “Historia”, op.cit.pp.20-23. Una ilustrativa exposición de las posturas del “positivismo historiográfico” del francés Seignobos en F. Dosse, La Historia en migajas, Alfons el magnánim, Valencia, 1988.

      26 Federico Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, Anteo, 1975, pp.68-72.

      27 Carlos Marx, “Tesis sobre Feuerbach”, en F. Engels, Ludwig Feuerbach y el fi n de la fi losofía clásica alemana, Anteo, 1975, pág. 90.

      28 Es de destacar que esta es una comprobación científica muy moderna. Anteriormente las concepciones dominantes suponían que en su origen, el hombre, tal como es hoy, había sido creación divina, separado y por encima del reino animal.

      29 Ver una síntesis global de ese recorrido y del proceso científico que lo ha ido reconstruyendo en Richard Leakey, El Origen de la Humanidad, Debate, Madrid, 2000.

      30 Richard Levins and Richard Lewontin, “What is Human Nature?” en The Dialectical Biologist, Harvard University Press, Cambridge, USA, 1985, pp.253-265.

      31 “… la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada indivi­duo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales.” Carlos Marx, “Tesis sobre Feuerbach”, en F. Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la fi losofía clásica alemana, Anteo, 1975, pág. 90.

      32 C. Marx y F. Engels, La Ideología Alemana, Ed. Pueblos Unidos, Buenos Aires, 1973, p.19

      33 Carlos Marx, El Capital, Tomo I, Vol.I, Capítulo V, “Proceso de trabajo y proceso de valorización”, Siglo XXI, México, 1988, pp.215-216.


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