Leyendas del baloncesto vasco. Unai Morán

Leyendas del baloncesto vasco - Unai Morán


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la oportunidad de batir al mismo oponente al que ya habían derrotado cuatro años antes. En 1980, la víctima fue el Maccabi israelí. Los dirigidos ya por Lolo Sainz reinaban en el continente.

      El donostiarra (9) fue decisivo para ganar la Copa de Europa de 1978.

      En un baloncesto sin la sobrecarga de calendario actual, la Copa de Europa otorgaba el pasaporte para una prestigiosa Copa Intercontinental que permitía calibrar el nivel al otro lado del Atlántico. El Real Madrid se alzó también con tres títulos y el interior vasco fue clave para la consecución del tercero de ellos. La competición se disputaba en formato de liguilla y a la última jornada llegaron empatados los blancos y el Obras Sanitarias de Argentina. Los sudamericanos, que ejercían como locales, defendían con un punto de ventaja la jugada final del partido y Brabender falló el lanzamiento decisivo, pero Prada apareció bajo el aro para palmear el rebote y anotar la canasta que otorgaba el trofeo a su equipo (103-104).

      A lo largo de sus ocho temporadas en el Real Madrid, el donostiarra tuvo en Iturriaga, Querejeta y el joven Joseba Gaztañaga a tres compañeros vascos de vestuario con los que compartió gestas. Se convirtió en un referente para el resto de la plantilla por su experiencia y supo aportar casi siempre, desde el banquillo, todo lo que su equipo necesitaba. Casi siempre, porque la historia fue injusta con él y lo señaló tras fallar unos tiros libres que hubieran otorgado a su equipo el pase a otra final europea. Sucedió en 1979. Los blancos necesitaban ganar al omnipresente Varese para acceder al partido decisivo, pero perdían por un punto (82-83) con el reloj a cero. Prada fue víctima de una falta y disponía de tres opciones para clasificar a su equipo. Era un certero lanzador, pero no acertó en ninguno de ellos y quedó señalado como culpable de la derrota y del consecuente fracaso. «Al principio me afectó mucho, pero, con el tiempo, aprendí a relativizarlo», admite.

      El conjunto andaluz no pudo más que luchar por evitar el descenso, y la parte baja de la clasificación no era el hábitat natural de Prada, así que buscó refugio en el Inmobanco, heredero del antiguo Vallehermoso, en el que había debutado como profesional. El equipo madrileño peleó por la zona noble de la clasificación, pero desapareció al final de la temporada y obligó al donostiarra a buscarse un nuevo destino, que encontró en Tenerife, donde coincidió con tres antiguos compañeros del Real Madrid que le hicieron sentir como en casa: Cabrera, Szczerbiak y Meister. Con el Canarias disputó sus dos últimas temporadas en la elite, que fueron también las primeras de la recién creada ACB. Promedió más de 12 puntos y cinco rebotes en 31 minutos de juego, números nada desdeñables para un treintañero que solventaba con agilidad y buena mano su falta de kilos en la pintura.

      El espigado interior seguía siendo un jugador de valía, pero en un baloncesto de creciente exigencia física tenía los días contados, así que optó por retirarse en el Collado Villalba de Primera B. Con los madrileños jugó sus dos últimas campañas y abandonó las pistas en 1987, a los 34 años. Había competido década y media entre los mejores y disputado 18 partidos como internacional, llegando a representar a España en el Eurobasket de 1977. Demasiado bagaje como para resumirlo en tres tiros libres fallados.

      BIOLOGÍA Y MEDIO AMBIENTE

      Luis María Prada recurrió a su altura y condición física para abrirse un hueco en el mundo del baloncesto, pero siempre tuvo claro que el deporte no le iba a garantizar el sustento de por vida. El cerebro siempre estuvo al mando y supo compatibilizar su etapa de jugador con los estudios de Ciencias Biológicas, algo que no resultaba sencillo en un equipo que aspiraba a lo máximo en dos frentes: la Liga y la Copa de Europa. Su incorporación al mercado laboral, de hecho, fue una de las preocupaciones que pudo bloquear su salida del Real Madrid en 1981, ya que el donostiarra exigía un equipo que le pudiera garantizar también un puesto de trabajo en su sector.

      Tras su retirada, Prada progresó en su carrera laboral y accedió a un puesto de técnico en la consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, donde se jubiló a finales de 2019. El baloncesto profesional que tantas satisfacciones le reportó quedó en un segundo plano, pero el que tuvo, retuvo, y no han sido pocas las veces que el guipuzcoano se ha vuelto a vestir de corto para jugar junto a sus compañeros con la asociación de veteranos del Real Madrid. «Los valores en los que incide este club se te van quedando dentro y marcan tu vida, incluso cuando ya no formas parte de él», asegura, blanco de corazón.

      EL AVAL

      CAMPEÓN CONTINENTAL E INTERCONTINENTAL

      POR PARTIDA TRIPLE

       NOTAS

       6. El Real Madrid ganó por 75-67 al Varese. Morse acabó con los 12 puntos que había anotado antes de que saliera Prada. El donostiarra, uno de los tres únicos jugadores blancos que saltaron a la cancha desde el banquillo, se permitió el lujo incluso de anotar una canasta en ataque.

       7. La irrupción de un joven Fernando Martín y su incorporación al Real Madrid dejó sin hueco a Prada. El conjunto blanco trató de ceder al donostiarra al Estudiantes como moneda de cambio, pero el jugador lo rechazó por considerarlo una imposición. El club le negó la carta de libertad, lo que frustró su fichaje por el Joventut, y el Caja de Ronda se presentó como mejor alternativa posible para solucionar el entuerto.

      JOSEAN QUEREJETA

      Nombre

      José Antonio Querejeta Altuna

      Nacimiento

      Lazkao, Gipuzkoa (19-3-1957)

      Estatura

      2,00 metros

      Posición

      Alero

      Trayectoria

      La Salle Beasain (formación), Atlético San Sebastián (formación), Baskonia (1974-1978), Real Madrid (1978-1980), Baskonia (1980-1981), Joventut (1981-1982), Zaragoza (1982-1983), Corazonistas (1983-1984) y Baskonia (1984-1988).

      Palmarés

      2 Ligas (1979 y 1980) y

      1 Copa de Europa (1980).

      Otros logros

      Campeón del Torneo Internacional de Navidad de la FIBA con el Real Madrid y del Trofeo Asociación con el Baskonia (1985). Además, se colgó un bronce europeo con la selección júnior de España.

      Querejeta, con la camiseta del Baskonia, en un partido ante el Real Madrid.

      DE SANGRE ROJA… Y AZUL

      La España de la dictadura era monocolor en la política… y también en el deporte. El Real Madrid era el gran referente, por no decir casi el único. La entidad blanca dominaba, sin apenas contestación, en fútbol y también en baloncesto, gracias, sobre todo, a una política de talonario que, en claro contraste


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