Corte. Igor Marojević

Corte - Igor Marojević


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que unos fervientes ortodoxos atraviesan con la cabeza gacha para humillarse ante Dios y, al mismo tiempo, para no partirse la crisma. Estuve allí, cerca de la ciudad de Nikšić, cuando la situación en los Balcanes se estabilizó con la llegada de los soldados alemanes. Si los italianos no se hubiesen adueñado de Montenegro, me habría ganado el puesto de director de las minas de Nikšić. Comencé a viajar a Bor, Majdanpek, Aleksinac y Kostolac para visitar mis minas en Serbia y organizar desde mi puesto de director de las minas de Bor la exportación de minerales al Reich, con lo que conseguí nuevos encargos, sobre todo el de jefe del sector industrial de la AMS. Y como usted bien sabe, así conseguí dividir la sede administrativa, desligando de ella la sección industrial. Pronto la convertí en una institución independiente, llamada Consulado General de Cuestiones Industriales en la AMS y no en el NDH —dijo en tono de burla el general de división nazi y cónsul industrial general en la AMS, Franz Neuhausen.

      Dangić le dijo que había pensado encargarle el apoyo propagandístico para la «limpieza ideológica» del este de Bosnia a Maričić, y sugirió que la operación de borrar la escoria roja del mapa de la zona contase también con el apoyo de un nuevo periódico. Karen Frost y Franz Neuhausen le preguntaron qué nombre le pondría y él respondió que El miembro del Comité (en alusión a su comité nacionalista del este de Bosnia, que tiene una importante base en Zemun). Al traducir estas palabras, Maričić se quejó de ciertos sonidos extraños. Y no se refería a los ronquidos de Vincetić, sino más bien al ruido que vuestro narrador no pudo evitar hacer justo entonces, cuando se acercaba con sigilo a Neuhausen. Él se volvió hacia Karen. La corpulenta alemana escuchó la pregunta de Neuhausen y llamó a Maričić. Entonces los dos civiles mascullaron algo ininteligible. Acto seguido, Frost le dijo a Neuhausen:

      —Parece que el señor Maričić dispone de la suficiente experiencia periodística como para ocuparse del apoyo propagandístico.

      Pasaron a considerar el lugar idóneo donde establecer tal centro propagandístico. Frost le dijo a Neuhausen que preferiría Zemun, no sin darle sus razones:

      —Trabajo en Zemun y ya tengo piso.

      —Además es una ciudad llana —dijo Maričić—, equipada con una cadena de radio que puede resultar útil no sólo para el apoyo a la acción de normalización ideológica del este de Bosnia, sino también para el periódico El miembro del Comité.

      Karen informó de que si Radio Zemun se convertía en una emisora de apoyo propagandístico, la beca que le habían concedido a ella resultaría una inversión ideal, y añadió que Maričić podría ayudarle en su trabajo como jefa de redacción de Radio Zemun. En aquellos momentos, a vuestro narrador, Karen le pareció miserable, aunque era evidente que aquella puta no pensaba lo mismo.

      Neuhausen le preguntó a Novak si le gustaría aceptar el trabajo en el nuevo periódico financiado por los alemanes, así como en la radio. Novak dijo que lo aceptaría con mucho gusto.

      En la sala hacía cada vez más frío, pero nadie protestaba. La mayoría de los presentes se caldeaba con bebida en sus planes y maquinaciones. Por su parte, Karen Frost entraba en calor tecleando en la máquina de escribir Olympia todo cuanto habían acordado los presentes.

      Neuhausen intentó despertar a Vincetić y ponerle un bolígrafo en la mano. Como si estuviese soñando que firmaba algo, el croata aceptó el bolígrafo. Sin abandonar su modorra, firmó de manera un tanto ilegible la aceptación por parte de los ustachi de los nuevos acuerdos sobre el este de Bosnia. Tras él, los demás también firmaron el documento redactado por Neuhausen y Dangić, tecleado por Frost. He aquí un nuevo pequeño país, el este de Bosnia, que nadie podrá jamás controlar, puesto que ni sus propios habitantes consiguen controlarse a sí mismos.

      —De no haberle conocido a usted —le dijo Neuhausen al traductor y periodista Maričić—, a su jefe Dangić lo hubiésemos tenido por un mediocre.

      Vuestro narrador tuvo que contener la risa. A tal efecto, concentrarse en el frío de la sala le fue de cierta ayuda. No obstante, se concentró demasiado y comenzó a temblar. Le pareció incluso que sufría un ataque epiléptico. Y aunque no hubo ataque porque no era epiléptico, finalmente estornudó.

      Si Novak no le hubiera dado a vuestro narrador un terrible empujón, éste quizá habría conseguido salir a tiempo de la sala. Acto seguido, el narrador se dio de bruces contra el frío suelo entarimado, duro como un cuchillo obtuso.

      Neuhausen hizo una llamada telefónica:

      —Hemos capturado a ese bandido que distribuye prensa ilegal por Zemun, ese tipo tan bajo que casi nunca alcanzamos a ver. ¡Venid enseguida!

      —Der unsichtbare Mann! [*]Der unsichtbare Mann! —se oyó al final de todo. Eran los soldados alemanes que llegaban a detenerme.

       En el próximo número: «Cómo escapa Der unsichtbare Mann de los guardias nazis»

      HUGO BOSS HACE LA PAZ

      Publicado en el Objektiver Beobachter.

      Hace dos meses que Hugo Boss llegó, pero todavía no ha confeccionado los nuevos uniformes —esos con los que los ustachi tienen previsto reemplazar el plagio de nuestro uniforme negro, que, por cierto, incluso nosotros hemos dejado prácticamente de utilizar—, y esa era la razón oficial de su traslado a Zemun.

      El centro de la ciudad estaba compuesto por una serie de calles a la manera austrohúngara, muchos parques y árboles y un muelle no muy grande, pero agradable. Lo que no encajaba y ofendía su sentido estético era el sucio mercado y los viejos vendedores, que ofrecían ropa de segunda mano y zapatos en descomposición fuera del circuito comercial habitual.

      En principio, Hugo Boss planeaba diseñar un uniforme gris. Es un color muy práctico para la indumentaria militar porque recuerda al color de la pólvora y es la síntesis entre el blanco y el negro. Pero en su nueva conversación telefónica con el metzingense, el caudillo croata no lo aceptó, porque el gris era el color del uniforme que los ustachi habían vestido durante los años treinta, hasta que lo cambiaron por la imitación del Allgemeine confeccionado para las tropas de las SS. Así que Hugo Boss sugirió los dos restantes colores posibles: el verde y el rojo. Se lo comunicó a Pavelić y la respuesta también fue negativa por la semejanza entre un posible uniforme verde y varios uniformes ya existentes de colores militares. A propósito de los uniformes rojos, Hugo le propuso el matiz carmesí, pero el Poglavnik no quiso ni oír hablar de ello.

      Hugo Boss ni siquiera ha diseñado los nuevos uniformes, aunque pasa la mayor parte del tiempo en el taller de la calle Morfie que le ha conseguido el ejército croata, muy cerca de Adolfhitlerstrasse, la calle principal. Allí recibe a los chicos jóvenes de la ciudad, en cuyas formas corporales busca la inspiración para inventar el schnitt [*] del nuevo uniforme.

      A primera vista, sus modelos preferidos entre los locales son los que pertenecen a la religión católica. O al menos eso parecía durante los primeros tres meses de su estancia en Zemun, cuando dos de sus modelos croatas se convirtieron en algo así como huéspedes permanentes del taller: primero el sargento de los ustachi Pavo Domitrović y luego Ivan Vranić, el periodista zagrebense que se había mudado de su ciudad natal a Zemun. Los jóvenes croatas locales y no los serbios acudieron en masa al taller debido al artículo en que Ivan Pleša, el redactor jefe del periódico de los ustachi zemunenses El guarda fronterizo, mencionó los honorarios que recibiría quien posase ante Boss. Pero cuando Pleša les susurró a algunos ortodoxos que quizá a Domitrović y Vranić, los dos croatas que se habían instalado en el taller, no sólo se les pagaba por posar, sino por algún tipo de favor sexual al artista de Metzingen, también los ortodoxos de Zemun engrosaron las filas de modelos locales de Boss. Y es así como Hugo Boss, intercambiando a un modelo por otro de entre los muchos que esperaban en fila ante el taller de la calle Morfie, ora serbio, ora croata, ha sido la primera persona en establecer la paz entre las dos naciones mayoritarias de Zemun.

      POR UNA CENSURA FLEXIBLE

      Publicado en el Objektiver Beobachter.


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