Corte. Igor Marojević

Corte - Igor Marojević


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del evento, el jefe de redacción de El guarda fronterizo, Ivan Pleša, presentó a los participantes:

      «Karen Frost en nombre de Radio Zemun; Monika Vranić como corresponsal local de La disposición de Zagreb; Ivan Vranić representando en calidad de jefe de redacción a la revista Esvárad, una publicación que está a punto de salir; y Novak Maričić de Radio Zemun y de El miembro del Comité, un nuevo periódico cuyo primer número aparecerá muy pronto».

      El acto comenzó a las 19 horas. Además de los hombres de la Kulturbund, que acudieron en un número considerable, en la sala atestada de público pudo verse al diseñador Hugo Boss, el Dr. Moser como alcalde de Zemun y al controvertido director de Esvárad, el refugiado de Zagreb Martin Momačka Makovački, también un exfuncionario del Partido Laboral Nacionalsocialista de Zagreb y actual jefe del Partido Laboral Social Nacionalista, cuyo ayudante, Ivan Vranić, es hermano de Monika Vranić. Quién sabe si a raíz de la breve estancia de Novak Maričić en Zagreb, al final, Momačka y Vranić tuvieron que huir de la capital de todos los croatas y establecer un nuevo partido en Zemun.

      El debate lo abrió Ivan Pleša de El guarda fronterizo, un redactor jefe que ayer por la tarde experimentó el rol de coordinador. En primer lugar, saludó al público y advirtió que en el debate participarían periodistas de todos los nuevos medios de comunicación, los medios remodelados y los futuros medios de Zemun, excepto los periodistas del ilegal y comunista El verdadero guarda fronterizo. Después de mostrarse crítico, a pesar de hacerlo con tópicos, con el infame periódico El verdadero guarda fronterizo, Pleša le cedió la palabra a Monika Vranić. Ella sostuvo que, dada la situación del periodismo en Zemun, lo ideal sería que los censores realizasen la valoración ideológica de los artículos después de ser publicados:

      «Una censura demasiado sistemática impediría que los periodistas hiciesen público a tiempo su material, lo cual daría al traste con su creatividad».

      Karen Frost respondió que la finalidad del periodismo no es informar a tiempo o de un modo creativo, sino útil.

      Monika contraatacó con el ejemplo de «Los aquí presentes, Novak Maričić e Ivan Vranić, son periodistas por inspiración y no por experiencia profesional, dado que lo óptimo para un periodista es carecer de experiencia y escribir las noticias por pura inspiración. Se trata, en efecto, de una apuesta valiente y muy importante, en la cual el periodista asume deliberadamente un gran riesgo e intenta prever la opinión posterior de su censor», dijo. Y como si quisiera demostrar que tenía sed de un debate público, tomó un trago de Sinalco frío, enviado directamente desde Walsum (el debate lo patrocinaba la fábrica de la primera bebida europea sin alcohol).

      Karen le respondió a Monika que «La inspiración y la falta de experiencia son importantes sólo para los poetas, nunca para los periodistas, que usan el lenguaje de un modo mucho más responsable. Y si quieres que los lectores se enteren de las noticias con rapidez, ¿por qué no colaboras en algún diario, y no en un semanario secreto y tan analítico como el Objektiver Beobachter?».

      Incurrió en un error grave: no sólo era la jefa de redacción de nuestro semanario, sino también la primera vez que se mencionaba en público la publicación. Así fue como se desató un auténtico concierto de asombrados suspiros. En un ámbito tan reducido, donde casi todo tiene carácter público, nos habíamos esforzado por ocultar nuestra existencia ante todos aquellos que no formaban parte del ejército alemán o que no eran colaboradores directos. Lo que hasta entonces no había sido más que un rumor que corría por Zemun, un secreto, ayer por la tarde quedó al descubierto. Gracias al descuido de Karen Frost, los habitantes de Zemun conocieron el nombre de un periódico que, hasta ayer por la tarde, había resultado determinante en su destino, aunque de forma secreta. […]

      ¿Acaso la decisión de montar, en plena guerra, la redacción del Objektiver Beobachter casi sólo con civiles, no era un experimento atrevido? Demasiado atrevido y costoso. ¿Cuánto dinero había destinado el señor Neuhausen, presidente del consejo del semanario, a la construcción de una «casita» para instalar en ella la redacción?, y ¿cuánto en disponer de un jardín a su alrededor para que todo resultase invisible a los ojos ajenos?, ¿cuánto…? […]

      Bastante confundida y ruborizada, Karen preguntó a sus íntimos, a colegas y a toda una serie de personas a las que veía por primera vez, dónde estaba el aseo. Tras la respuesta de Pleša, se dirigió al reservado.

      Ivan Vranić estuvo de acuerdo con la opinión de su hermanastra Monika. Nadie le aplaudió, a excepción de Hugo Boss. Mientras hablaba sobre Monika, Ivan miraba al modista con una expresión de inocente admiración. Algo que resultó extraño en el rostro de un hombre tan alto y fuerte, de cejas tan peligrosamente densas que parecía haber nacido para alistarse en las SS.

      Ya de vuelta, la jefa de la redacción dijo que seguiría en su lugar, a pesar de que dos o incluso tres participantes se oponían a sus opiniones y de que se sentía completamente sola:

      «Si fuese necesario —dijo mientras se sentaba y miraba a Maričić con un gesto de reproche—, ¡podría enfrentarme con diez de ellos!».

      «¡O con cien!», gritó alguien desde el público en serbio, aludiendo al sistema de la Vendetta 100/1.[*]

      Pleša escenificó el final del debate al darse cuenta de que los participantes tampoco se veían con ánimos para seguir departiendo. Monika y Novak continuaban charlando y riendo entre dientes e Ivan había empezado a hacer dibujitos en un papel. Karen miró a Novak de un modo frío y arrogante, quién sabe si para ocultar su falta de seguridad, cualidad que parece ser la más poética en cuanto a su imagen pública, pues contrastaba con su altura, con su fuerza física y con la larga cabellera dorada que se desplomaba con firmeza sobre su espalda.

      EL AMOR EN STUTTGART: EL AMOR EN ZEMUN

      Publicado en El verdadero guarda fronterizo.

      Si Karen Frost se marchó de Alemania, se debió sobre todo a la decepción que le había causado su amante Hugo Boss, quien al salvar su matrimonio la había defraudado. El hecho de que la hermana de ella viviese aquí desde hacía un año y pocos meses, no fue más que un motivo secundario a la hora de trasladarse precisamente a Zemun. Karen también podría haberse instalado en Belgrado para buscar trabajo en la capital de todos los serbios. Sin embargo, debido a su tamaño, le resultó demasiado parecida a Stuttgart, la ciudad que había abandonado y que trataba de olvidar, para olvidar con ella a Hugo Boss. Así pues, Zemun parecía la opción más lógica, lo mismo que el trabajo en la radio local.

      Cuando abandonó Alemania, Karen logró alejarse de Hugo Boss, pero no así de los alemanes. Cualquier ser humano decente que encontrase a tantos compatriotas suyos en tierras extranjeras como hay aquí, y además vestidos de uniforme, de inmediato se consideraría a sí mismo un invasor o poco menos que un turista perdido. Sin embargo, cuando Hugo Boss dio con ella en Zemun, a la alemana, vestida de paisano, de nuevo le asaltó la idea de convertirse en la inspiración del famoso diseñador. Aquello que, antes de dejar Stuttgart, a Karen le había parecido tan agradable como la pena de muerte, ahora en Zemun la complacía como una dulce ilusión.

      Si una noche, en ausencia del novio de Karen Frost, Hugo Boss no se hubiese presentado en su enorme caserón alquilado de la calle Belgradense, ella nunca habría descubierto tal ilusión. Mientras miraba a su inesperado huésped debió de sentirse como en casa; como en la casa de la que había huido.

      Según el testimonio de nuestro fiable informador, ya en el pasillo, y tras dejar a un lado su bolsa de cuero negro, Hugo Boss le habló de la oferta que le habían hecho los ustachi para diseñar sus uniformes.

      «Apenas me enteré de que tú vivías en su país, acepté la oferta y me presenté aquí —añadió Boss, entrando en la sala de estar—. Claro que lo último en lo que había pensado yo al venir aquí era en poner paz entre croatas y serbios. Lo único que me interesaba era restablecer mi relación contigo, ay, mi amor medio trágico de Stuttgart que había llegado a Zemun huyendo de mí… Ay, Karen, ¡tú eres la mujer en cuyo cuerpo me inspiré para remodelar el Allgemeine-SS! Lo


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