Estrategias de comunicación política. Ramón Alberto Lugo Rodríguez

Estrategias de comunicación política - Ramón Alberto Lugo Rodríguez


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y los votantes. Entre sus principales ideas se encuentran las siguientes:

      – Los electores logran obtener información acerca de las posiciones de los candidatos con respecto a algunos temas en particular por medio de los spots en medios masivos, lo cual hace más factible que los votantes comparen sus propias posiciones sobre el tema a la hora de elegir al candidato por el cual votarán. Además de que su estudio señala que los efectos de los mensajes anunciados sobre los votantes dependen de varios factores, entre otros, su preferencia partidaria y el sexo del candidato que envía el mensaje, así como el tema tratado y la atención de la audiencia.

      – Los ataques por medio de mensajes negativos disminuyen la participación electoral. Los mensajes negativos pueden ser, y son, usados estratégicamente para este propósito; por ello, constituyen una seria amenaza antidemocrática. Así, los candidatos que podrían beneficiarse por una baja participación electoral pagan por mensajes de contenido negativo para desalentar la participación en el proceso.

      – El principal problema en el siglo xxi es la utilización de herramientas encaminadas a disminuir el electorado participante por parte de estrategas políticos que conocen perfectamente las consecuencias de sus actos.

      Además de ellos, existen otros autores que han expresado su preocupación respecto a las campañas negativas, como Thomas Patterson (2002), quien hace la observación de que las campañas políticas negativas desalientan tanto a algunas personas que hasta llegan al punto de simplemente querer menos política en sus vidas.

      Es por ello fácil imaginar que un individuo que ha sido recién expuesto a noticias y mensajes políticos de corte negativo expresará poco o nulo ánimo por acudir a votar en las próximas elecciones. Sin embargo, si el votante gana suficiente información por medio de estos mensajes negativos entonces se encontrará más propenso a acudir a emitir su voto (Wattenberg y Brians, 1999: 896).

      Kim Leslie Fridkin y Patrick J. Kenney (2004) presentaron un estudio basado en fundamentos teóricos e investigación empírica, con el fin de saber si las campañas con mensajes políticos negativos aumentan o disminuyen los niveles de votación entre los ciudadanos, y si aportan claves para entender los efectos derivados de la información provista por las campañas negativas en el proceso de evaluación que realizan los ciudadanos respecto a los candidatos en una contienda electoral. Los autores destacan que la influencia de las campañas negativas no es uniforme, más aún: el impacto de los mensajes de contenido negativo es condicionado por el contenido negativo de la información, la fuente del mensaje y las características del ciudadano que recibe el mensaje.

      Los autores señalan que los mensajes negativos que no proveen información útil o son realizados en un tono estridente, suelen provocar reacciones adversas hacia los candidatos que los emiten. Sugieren que cuando los candidatos decidan utilizar campañas negativas, deben enfocar la negatividad de sus mensajes a la crítica de la visión y opiniones expresadas en los mensajes políticos de sus oponentes, y no hacia sus características personales, señalando que todos los candidatos deberían evitar el golpeteo bajo.

      Por su parte, John G. Geer (2006) critica el uso exclusivo de mensajes de contenido positivo dentro de las campañas políticas y muestra las características principales, importancia y naturalidad del negativismo en los mensajes políticos, así como sus ventajas dentro de la lucha por el poder. Entre sus principales ideas se enumeran las siguientes:

      – La práctica democrática requiere el uso de la negatividad por parte de los candidatos. En otras palabras, la contienda democrática demanda que todos los ciudadanos conozcan los aspectos buenos y malos de los candidatos, es decir, sus capacidades profesionales y políticas, su experiencia en la toma de decisiones de gobierno, sus características de personalidad y, más importante aún, su desempeño en el sector público previo, así como sus objetivos de políticas públicas.

      – En el debate público se avanza sobre el uso de mensajes de contenido negativo por parte de los candidatos, en lugar de soslayarlo, y este punto ha sido olvidado dentro de la discusión acerca de las campañas negativas.

      – No existe una conexión causal entre el incremento de la negatividad en las campañas y la disminución de la confianza y participación ciudadana que se han observado durante las últimas cuatro décadas.

      – Los mensajes de contenido negativo influencian al público, pero no son tan poderosos como para ayudar a cambiar el paisaje electoral. Existen otros factores, como las condiciones de la economía y la identificación partidaria, que son de mayor importancia.

      – No existe una relación entre el incremento en los niveles de ataque dentro de las campañas políticas y la disminución de la fe en las elecciones como medio para generar responsabilidad en los gobernantes por parte de los votantes.

      – La negatividad ayuda a avanzar hacia una sociedad libre y deliberativa, ya que la utilización de mensajes de contenido negativo durante los procesos electorales ayuda a informar a los ciudadanos sobre aspectos de los candidatos que de otro modo no podrían ser conocidos, y esto es de vital importancia en una sociedad en la que para tomar mejores decisiones de voto, la información disponible respecto del desempeño público previo es una cuestión central.

      Otro estudio destacado es el que realizaron Ronald J. Faber, Albert R. Tims y Kay G. Schmitt (1993). El objetivo de su investigación fue sugerir una serie de factores relacionados con las características del mensaje y del votante —que pueden afectar el resultado de la exposición a anuncios de contenido negativo— y examinar el papel de dos variables potencialmente importantes relacionadas con el votante: las fuentes alternativas de información y el grado de participación e interés en la política, ya que influyen en la magnitud del impacto que los mensajes de contenido negativo tienen sobre los votantes. Ambas variables han sido analizadas con anterioridad y se ha encontrado que tienen cierto grado de influencia sobre la motivación de los votantes y su habilidad para procesar información de carácter político (Aitkin, 1980; Berkowitz


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