Los elementos de investigación. Hugo Cerda Gutiérrez

Los elementos de investigación - Hugo Cerda Gutiérrez


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filosóficas, que supuestamente les sirven de soporte y de fundamento.

      En esta densa y compleja colección de escuelas y posturas epistemológicas, filosóficas y metodológicas que fundamentan la investigación científica, donde los conceptos y las concepciones se relacionan, se reflejan, se oponen y se contradicen, no es tan fácil optar por una sin caer en el círculo de la otra, o de seleccionar un procedimiento sin sustraerse a la gran cantidad de dicotomías, disyuntivas o alternativas que surgen el instante de tomar decisiones. Cerda (2001).

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      Los procesos de investigación y en general todo aquello que se relaciona con sus diseños y realización, se realizan atendiendo a diversas dimensiones o etapas que muchas veces se confunden con los niveles propios de la construcción del conocimiento. Estos niveles son útiles y necesarios para definir, caracterizar y realizar estos procesos investigativos. Como se señala en la Fig 6, son cuatro niveles: epistemológicos, teóricos, metodológicos y técnicos, que iremos analizando en el desarrollo de este trabajo. El nivel epistemológico tiene relación con todo aquello que nos sitúa frente a lo que pretendemos conocer y que se constituirá en el objeto de estudio: cómo lo conoceremos, qué tipo de relación asumiremos ante el objeto para conocerlo, qué utilidad y propósito tendrá la investigación y todas las preguntas que se realizan para definir las actitudes que asumiremos frente al estudio de la realidad. Si bien lo epistemológico hace parte del capítulo teórico, éste se refiere específicamente a las posturas explicativas que asume el investigador en el estudio y donde se vale de los procedimientos epistemológicos para establecer relaciones con los objetos, situaciones o acontecimientos de los estudios. Es la concepción activa frente al objeto del estudio y del cual se derivan supuestos, conjeturas, hipótesis y finalmente teorías. El investigador se vale del abundante bagaje epistemológico para construir teorías. Lo metodológico incluye todas las concepciones y procedimientos que tienen relación con el conjunto de operaciones o actividades que, dentro de un proceso y normas preestablecidas, se realizan de una manera sistemática para conocer y actuar sobre la realidad. Es el camino que recorre para alcanzar estos propósitos. Y finalmente, lo técnico o lo tecnológico están asociados con las acciones más concretas del quehacer científico e investigativo, y todos los instrumentos que utiliza con tal objeto. Todos estos niveles se encuentran estrechamente ligados, en tal grado, que la debilidad de uno puede traer serias consecuencias para el funcionamiento de los otros, en el contexto específico del quehacer investigativo se constituye en una cadena ininterrumpida, continua y dependiente.

      De ahí la dificultad para seleccionar aquella opción que mejor sirva para nuestro trabajo al interior de esta gran variedad de modalidades y procedimientos investigativos, cuyos signos distintivos se asocian con toda una gama diferente de escuelas filosóficas y paradigmas, en algunos casos extraños al ejercicio y a la práctica investigativa. Muchas de estas propuestas son efectuadas por filósofos o epistemólogos ajenos al ejercicio de la investigación, que perciben esta actividad desde su propia racionalidad filosófica, olvidando que la investigación posee sus propios ámbitos y medios de trabajo. Algunos autores plantean que éste es un síntoma del distanciamiento que se observa entre los modelos conceptuales y su extensión operativa o instrumental, que en la mayoría de los casos no logran traducir en actos o productos tangibles la verdadera naturaleza del discurso teórico, y viceversa, las escuelas filosóficas se convierten en discursos ajenos al ejercicio investigativo.

      No siempre el andamiaje teórico-conceptual con el que cada científico ha constituido su conciencia, es capaz de percibir determinadas formas, aspectos o contenidos de lo real, debido a que la lógica de apropiación implicada en la teoría asumida, no siempre permite percibir y resolver un fenómeno o proceso entendido desde una racionalidad distinta a la suya o desde un modo de apropiación diferente al teórico o inherente a la práctica. En otros términos, teoría y práctica, si bien son inseparables están sustentadas en una pertinencia diferente, y articularlas requiere de la comprensión de dos realidades distintas, que al igual que los significados y significantes en el lenguaje, son dos caras diferentes del mismo papel.

      Hay que recordar que los principales componentes de una teoría son conceptos, nociones, leyes, principios, hipótesis, etc, en cambio la práctica trabaja con hechos, fenómenos, procesos y sistemas concretos ¿En qué medida se puede establecer una correspondencia entre dos realidades y racionalidades diferentes? En la historia de la ciencia y la filosofía ha sido una empresa difícil resolver esta articulación, aunque autores como: Nagel, Hempel, Frage, Klimosvky, Carnap y actualmente Morin o Bourdieu, desde posturas diferentes, han contribuido a definir vías y estrategias para establecer puentes mediadores entre la teoría y la práctica.

      El hombre vive permanentemente preguntándose por los grados de correspondencia que existen entre lo que dice y lo que hace, entre lo que lee y aplica, entre la teoría y la empiria, entre el significado y el significante, entre lo que piensa y escribe. Es lo que Bourdieu denomina pares de conceptos, que existen y se sostienen por el otro, pero que en la vida científica y cotidiana muchas veces se constituyen en obstáculos epistemológicos para el abordaje de la realidad social. Cerda (2005).

      Puede suceder también que una teoría sea capaz de percibir formas y contenidos de lo real planteados por otra teoría, pero que a partir de un momento determinado del desarrollo del objeto ya no pueda hacerlo.

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      A similitud de los niveles, el conocimiento y la investigación científica posee sus ámbitos y principalmente sus contextos que nos señala la ruta que sigue un conocimiento que descubre, explica, justifica y aplica sus productos o resultados. H. Reichenbach en 1937 y posteriormente Klimovsky en 1994, nos hablan de los contextos del conocimiento y de la investigación científica, los cuales pueden entenderse en este caso como los lugares, situaciones o momentos que ha vivido o vive la investigación y en general la ciencia. Los autores mencionados nos hablan de tres contextos: de descubrimiento, justificación y de aplicación, (Fig 7). En el contexto de descubrimiento se hace referencia a los factores que dieron origen a un producto, una hipótesis o una teoría científica. Alrededor de todos estos resultados del quehacer científico e investigativo, giran numerosos aspectos sociales, históricos, tecnológicos, culturales, económicos, etc., involucrados en estos. El conocimiento de ellos será de gran utilidad para definir el contexto de justificación, o sea el para qué o por qué de estos productos científicos, ya sea desde la dimensión especifica de la ciencia o la tecnología, es decir, los argumentos empíricos, lógicos o teóricos que lo justifiquen. Para el racionalismo crítico de K. Popper, la epistemología sólo trata el contexto de la justificación. Y finalmente, el contexto de aplicación, que alude a la aplicación que se hace del conocimiento con vistas a la transformación donde se actúa: usos del conocimiento, beneficios o perjuicios que acarrean, etc.

      Muchas veces la investigación científica es víctima de algunas teorías y escuelas filosóficas que perciben el problema del conocimiento desde una racionalidad muy diferente al ejercicio y la praxis investigativa, con lo cual surgen conflictos entre los epistemólogos de la investigación y los investigadores. Diversos autores critican a los teóricos de la investigación de ser los responsables de toda esta proliferación de supuestos teóricos y filosóficos que la mayoría de las veces tienen poca, alguna o ninguna relación con el quehacer investigativo. Por ejemplo, uno de los casos más controvertidos es el uso y aplicación de una clasificación realizada por J. Habermas en su teoría de la ciencia, la cual ha sido adoptada por muchos investigadores como paradigmas de la actividad científica e investigativa. El filósofo alemán distingue tres categorías: ciencias empírico-analíticas, ciencias históricas-hermenéuticas y ciencias orientadas críticamente o ciencias sistemáticas de la acción,


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