Historias cortas, de poder, de amor y de tragedia. Jorge Osvaldo Bazán

Historias cortas, de poder, de amor  y de tragedia - Jorge Osvaldo Bazán


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sus “circunstancias” de los personajes involucrados en este libro, son expuestos con la mayor honestidad intelectual posible, tratando de amalgamar además los “hechos” con las “interpretaciones”. Siempre en relatos cortos, casi íntimos, resumiendo en pocas páginas décadas de vida, de sueños, de triunfos, de sufrimientos, y de muerte.

      Al final de cada una de las historias, se adjunta la bibliografía sobre las fuentes consultadas para todos aquellos que quisieran profundizar más la historia de cada uno de los personajes, o cotejar lo que aquí se escribe. Con respecto a las fuentes, debo aclarar que me he encontrado en algunos casos con contradicciones, es decir, con datos de autores o publicaciones respetables que sin embargo poseen información contradictoria. En esos casos, dejo librado al lector la interpretación libre y razonable.

      Quiero agradecer profundamente al Dr. Marcos Raúl Molares por las cálidas palabras que constituyen el Prólogo de este libro. Que un historiador de su talla, autor de los cuatro tomos que conforman la “Historia General de Formosa” me presente de esta manera constituye un privilegio tal vez desmesurado.

      Dedico esta obra a mi esposa, la Profesora Dora Isabel Caíno, por su ayuda, observaciones, correcciones y sus consejos, y a mis hijos Fernando Raúl, Santiago Jesús y Maria Florencia, que siempre me alentaron en pos de este proyecto.

      Hechas las aclaraciones de rigor, avancemos con la propuesta, y espero que sea del agrado de todos.

      Ciudad de Formosa, enero de 2021.

       “Hay amores tan bellos, que justifican todas las locuras que hacen cometer”

      Plutarco

      El matrimonio entre el ex-Presidente de la Nación Marcelo Torcuato de Alvear y Regina Pacini fue para la época la cuestión más discutida y criticada en los exclusivos salones de la Sociedad Rural o en el Círculo de Armas, y en las mansiones de La Recoleta de las familias acaudaladas que jamás aprobaron que el mejor candidato se casara con una portuguesa plebeya.

Torcuato y Regina

      El romance de Marcelo Torcuato de Alvear y Regina Pacini es una de las historias de amor más desafiantes e impactantes, por no decir novelesca que recuerde la alta sociedad argentina, de finales del siglo XIX.

      Regina Pacini había nacido en Lisboa, Portugal, el 6 de enero de 1871 y era hija de la española Felisa Quintero y del barítono italiano Pietro Andrea Giorgi-Pacini. Por influencia paterna se convirtió en soprano estudiando en París y debutó en Lisboa en 1888. “Soprano” es aquella que posee la voz más aguda en el marco de una armonía. Y Regina la tenía, con creces. Con sólo 17 años construyó, desde entonces, una brillante carrera lírica, en actuaciones memorables tanto en El Liceo de Barcelona, la Scala de Milán y hasta la Ópera de París. Pero pronto aparecería en su horizonte un argentino que daría que hablar: Marcelo.

      Nieto de Carlos María de Alvear, quien alcanzara el rango de general, político, diplomático, y que además integró el Regimiento de Granaderos a Caballo de José de San Martín, del cual fue también su padrino de casamiento. Con sólo 25 años fue Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

      Marcelo había nacido el 4 de octubre de 1868. El padre de Marcelo, Torcuato Antonio de Alvear y Sáenz de la Quintanilla fue el primer intendente de la ciudad de Buenos Aires, entre 1883 y 1887. Su madre fue Elvira Pacheco y Reinoso. Es decir, era casi el único joven porteño con prosapia y alcurnia, a diferencia de las otras familias supuestamente “patricias” de la época, que sólo habían amasado fortuna merced al contrabando o a la generosa repartija de tierras otrora en manos de los indígenas masacrados por la campaña del desierto.

      En 1899, Regina cantó primero en Montevideo y luego por primera vez en Argentina en el Teatro Politeama, situado en la Av. Corrientes 1490. Por sugerencia de su primo Diego, Marcelo se instaló en uno de los palcos. Y allí sucedió el “milagro”. El soltero de 31 años más famoso, “pinton” y adinerado de Buenos Aires, el más codiciado y ganador, dueño de una prestancia que no le iba en zaga con su enorme estatura y simpatía, se había enamorado instantáneamente de esa pequeña joven de 28 años que sería luego tildada de “petiza” y “fea” por las envidiosas y ricas celestinas de fin de siglo.

      Al final de la actuación, Alvear le envió centenares de rosas blancas y rojas y una pulsera de oro y brillantes que llegaron al camarín de la ruborizada soprano, y hasta el presidente Julio Argentino Roca pasó a saludarla junto con sus hijas. Pero la cantante rápidamente devolvió la joya y volvió a Europa. Por aquellos años, un diario porteño dio la lista de regalos que recibió la artista, que incluía “Prendedor con brillantes y perlas del Presidente de la República, “Alhajero cincelado” de la empresa Bernabei, “Estatuilla de bronce del Señor Giudice Caruso, y “Bombonera con miniatura” del Sr. Guglielmo Carusón”.

      Para comprender a Marcelo, debemos estudiar el contexto de la época. La “Guerra de la Triple Infamia”, tuvo lugar entre 1864 y 1870, como veremos más adelante. Y el gobierno de Mitre arrancó en 1862 hasta 1868, al cual lo sucedió Sarmiento (1868-1874). Quiere decir que ambos abarcaron los años de contienda. La “Guerra grande” fue impulsada por Gran Bretaña, que no toleraba el desarrollo independiente y exitoso del Paraguay, que además no se había endeudado en una sola libra esterlina como sí lo había hecho la Argentina en 1824 con la Baring Brothers por un millón de esa moneda con un interés del 6% anual, que con gastos de intermediación y comisiones varias el dinero que llegó al país fue de 560.000 libras.

      Ahora bien, al comenzar la guerra, Mitre solicita financiamiento urgente a Londres, que le facilita 2.500.000 libras, que con la “poda” habitual quedó en 1.735.000 libras. Cuando Don Bartolomé termina el mandato, la deuda externa argentina ya era de casi 5.000.000 de libras, y cuando hace lo propio Sarmiento, la deuda ya estaba en los 14.500.000 libras!Es decir, esos próceres inmaculados nos metieron en la guerra infame, y nos hicieron pagar los gastos con intereses y comisiones exorbitantes, al sólo efecto de cumplir con los deseos imperiales de la Corona. Y hago esta introducción porque ahora aparece Marcelo Torcuato en acción.

      El 26 de julio de 1890 estalló en Buenos Aires un levantamiento cívico- militar que se conoce como la famosa “Revolución del Parque”. La rebelión se gestó como corolario de la gran crisis económica que se produjo por el irresponsable endeudamiento con Inglaterra. En 1889, el gobierno de Miguel Angel Juárez Celman se declaró en cesación de pagos, el primer default formal de la historia y ello hizo que la banca Baring presionara para que, de ser necesario, se utilizara la fuerza para el cobro de las acreencias, lo que ya había pasado con Egipto y Turquía. Las negociaciones se volvieron durísimas e Inglaterra reclamó, para refinanciar la deuda, el control de la aduana, un drástico aumento de impuestos, el remate de tierras productivas y una brutal devaluación, (¿Le resultan familiares al lector estas exigencias?). Es decir, se reclamaba un ajuste salvaje que nadie estaba en condiciones de soportar. Ante ese panorama, en el ejército comenzó a gestarse un movimiento insurreccional, algunos estancieros aportaron dinero y armas y el 26 de julio, bajo el paraguas de la Unión Cívica comienza la sublevación. Los combates duran tres días, con centenares de muertos, al cabo de los cuales se impone el oficialismo, que luego de una victoria pírrica queda muy desgastado. La Unión Cívica se parte en dos, por un lado, la Unión Cívica Radical Antipersonalista, llamados “los rojos” y la Unión Cívica Radical, de Yrigoyen y también de Marcelo, llamados “los líricos”. Los rojos apoyaron más tarde el golpe contra Yrigoyen


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