Historias cortas, de poder, de amor y de tragedia. Jorge Osvaldo Bazán
argentino con apenas 22 años había participado de la revolución, que desemboca en la renuncia del presidente, siendo reemplazado por Carlos Pelegrini. Gracias a esa contienda, Marcelo conoce a los flamantes líderes del centenario partido, y se afianza como un cuadro político de fuste, circunstancia que sería decisiva a la hora de elegir al candidato a presidente en 1922.
Persiguiendo el amor
Pero el amor todavía no correspondido no fue óbice para su bautismo en la política. Para Alvear, al mismo tiempo, sus ímpetus juveniles lo llevaron a iniciar la “persecución” de Regina, que ya se había convertido en su obsesión. En los escenarios lujosos de Montecarlo, Madrid, Londres, París y Budapest, y en todos los que cantara Regina, los infaltables ramos de flores ya no sólo cubrían su camarín sino también los teatros enteros. La obstinación constante, casi patológica de nuestro personaje tuvo su recompensa cuando en 1903, tras casi cuatro años de súplicas y declaraciones de amor, Regina también se enamoró y por fin el derrotero europeo tuvo su justa compensación, aunque los compromisos futuros de la soprano la ataron todavía por cuatro años más al viejo continente. La noticia del noviazgo cayó como balde de agua fría en las solemnes fiestas y tertulias de la oligarquía porteña, pero la boda, contra viento y marea, se planificó y llevó a cabo en Lisboa, el 29 de abril de 1907, a las siete de la mañana, para esquivar a la prensa, evitando el indisimulado rencor de las ricas familias, propias y extrañas, que por lo bajo despotricaban contra la “advenediza portuguesa”, y que fueron burlados por los flamantes esposos, que se casaron lejos de Buenos Aires y a una hora poco convencional.
El regalo de bodas fue el castillo “Coeur Volant”, a diez kilómetros al oeste de París, cercano al palacio de Versalles donde la pareja de recién casados (que recién volvió en 1911 para el casamiento de la sobrina de Marcelo) encontró el sosiego y la paz que en la capital argentina no hubieran tenido.
En 1912 Marcelo fue elegido diputado. Y la vida de Regina se había tornado difícil. Su esposo había sacado de circulación todos los discos con las grabaciones realizadas por ella, con lo cual su pasado estaba borrado, como si nunca hubiera cantado. En 1917 la pareja se fue a vivir a Francia al ser designado embajador, Europa estaba en guerra y la residencia de los Alvear se había convertido en un lugar de reunión de diplomáticos y personajes de la realeza, como la propia Amelia, Reina de Portugal e íntima amiga de Regina. Por esos días, Marcelo donó un hospital de sangre, acción que fue correspondida por el gobierno de Francia que le otorga la Legión de Honor, reconocimiento creado en 1802 por Napoleón Bonaparte para distinguir a aquellos que demostraran méritos eminentes al servicio del país galo. Cuando finalizaba el primer mandato de Yrigoyen, éste nombra a Alvear como su sucesor, que sin estar en la Argentina, sin participar de la campaña electoral, el 2 de abril de 1922 logra un impactante triunfo con el 46,06% de los votos superando por más de 36 puntos porcentuales al conservador Norberto Piñero. Marcelo asume el poder el 12 de octubre de 1922. Regina contaba por entonces con 51 años.
Cuentan las crónicas de la época, que era tal el odio que las familias “de la alta sociedad” profesaban por esa “pareja despareja” (para ellas), que sólo cuando el general y ex- presidente Julio Argentino Roca, en una ocasión se acercó a saludar a Regina y Marcelo, que cenaban solos en una mesa apartada, el matrimonio se liberó de “la sanción social”, que de todas formas no había hecho demasiada mella en ellos.
Volviendo a Marcelo Torcuato, fue elegido presidente de la República hasta 1928, (por entonces los períodos eran de seis años) y al finalizar su mandato, Don Hipólito fue electo por segunda vez, pero en 1930 se produjo el primer golpe de estado de la historia, cuando el general José Félix Uriburu tomó el poder con la anuencia de la Corte Suprema.
En cuanto a la obra de gobierno de Alvear, mucho se ha escrito y discutido si fue una gestión de tipo conservadora o progresista. A ese respecto, el docente e investigador universitario Fernando del Corro, explica que durante 1922 a 1928, por la política industrial implementada, se radicaron en Argentina 58 consorcios extranjeros, como General Motors, Ford Motor Company, que llegó a fabricar 100.000 Ford T. También se instalaron las envasadoras Crush y Coca-Cola, la petrolera Standard Oil, la alimentaria Royal, los laboratorios Parke Davis y Colgate - Palmolive. Además, se creó el frigorífico Nacional, que luego pasó a llamarse “Lisandro de la Torre”, para competir con empresas británicas y estadounidenses que manejaban a su antojo ese negocio. Y pocos saben que el ministro de Hacienda de Marcelo era un venezolano que había llegado de niño al país, que se llamaba Rafael Herrera Vargas, que aplicó un arancel del 25% a todos los bienes importados y un impuesto a la herencia. Todo ese combo provocó la llegada de 600.000 inmigrantes, mientras los obreros alcanzaron salarios más elevados con una legislación protectora de mujeres y menores. Pero Alvear también tuvo otro latinoamericano como ministro, y me refiero al almirante paraguayo Manuel Tomás Domecq García, que fue impulsor de la creación de la marina mercante, con el astillero que lleva su nombre. Casi al final del mandato, también se creó la Fábrica Militar de Aviones.
La historia de Domecq es interesante y vale un comentario. Había nacido en Tobatí, Paraguay. Tenía sólo seis años cuando se animó a portar un sable que era más grande que él, durante la Batalla de Acosta Ñú, al final de la guerra de la Triple Infamia. Miles de niños fueron masacrados, y él fue uno de los pocos sobrevivientes. Huérfano, quedó en manos del ejército brasilero, que por ocho libras esterlinas de rescate se lo entregó a una tía, y tiempo después fue enviado a nuestro país al cuidado de un tío estanciero que lo crio, ingresando de joven a la marina de guerra, donde llegó a ser almirante.
Pero volvamos a Marcelo.
La cárcel y el infarto.
Pasaron apenas tres años para que Marcelo fuera encarcelado en la isla Martín García por el nuevo régimen del general Agustín P. Justo, que curiosamente había sido el ministro de guerra durante su presidencia, y que llegara al gobierno en elecciones fraudulentas en plena “década infame”, proscribiendo a Marcelo, que constitucionalmente podía aspirar a un nuevo mandato. Regina cruzó en una barca más de cincuenta veces el Río de la Plata, en algunas ocasiones con las aguas embravecidas y con lluvia, para llevarle ropa, comida y otras cosas personales. En 1933 Marcelo fue deportado a Europa en un barco de la Armada, y cuando éste se quedó sin combustible para seguir el viaje, Alvear avaló el aprovisionamiento del buque con su propio peculio.
Gobernaba como dijimos el general Agustín P. Justo, y resulta jocoso que algunos historiadores/opinólogos como Rosendo Fraga afirmen que el militar, que también era ingeniero, había llegado al poder legítimamente, cosa que se da de bruces con el exilio forzoso, la prisión o la proscripción de los opositores, como le ocurrió a Marcelo Torcuato. Durante la “década infame”, todo estaba permitido, menos la Unión Cívica Radical.
A Alvear la prisión lo afectó gravemente, y la verdad es que complicó viejas lesiones cardíacas. Marcelo había gastado casi toda su fortuna en política, viajes y un estilo de vida que no podía sostenerse aún en tiempos de bonanza. Tampoco durante su paso por la casa rosada había amasado riquezas por métodos “non sanctos”, por lo cual hasta su situación patrimonial había decaído notablemente. De las 60.000 hectáreas que había heredado de su abuelo materno, el general Pacheco, no quedaba casi nada.
En 1937, Marcelo se presentó como candidato a presidente por la Unión Cívica Radical, pero no pudo contra la maquinaria electoral del fraude y perdió contra Roberto Marcelino Ortiz, de la Unión Cívica Radical Antipersonalista que también había sido ministro de obras públicas durante su presidencia, y luego ministro de hacienda de Justo. Alvear sólo ganó en las provincias de Córdoba, Catamarca y Tucumán. Todo eso lo afectó física y emocionalmente, y el deterioro de su salud se hizo cada vez más evidente. A pesar de los avatares de la vida, la soprano siguió cultivando su vieja pasión. Regina fundó en 1938 La Casa del Teatro donde se encuentra el coliseo “Regina” para que funcionara también como albergue