Manual de ética aplicada. Luca Valera

Manual de ética aplicada - Luca Valera


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bien que podemos conocer y hacer. Lo dicho presupone la posibilidad de alcanzar este bien, al contrario de lo que se dice en el Protágoras de Platón: “Pero tú dices, Pítaco, que es difícil ser bueno. Lo difícil, aunque posible, es llegar a serlo; el serlo, imposible”.

      Si creemos en esta posibilidad –con todas las dificultades y complejidades que la vida nos presenta muy a menudo– la ética cobrará sentido.

      Bibliografía

      Beauchamp, T.L. (2003). “A Defense of the Common Morality”, en: Kennedy Institute of Ethics Journal, vol. 13, n° 3, pp. 259-274.

      Beauchamp, T.L., Childress, J.F. (1979). Principles of Biomedical Ethics. New York: Oxford University Press.

      Camps, V. (2004). Presentación. En: Camps V, Guariglia O, Salmerón F. (eds.). Concepciones de la ética. Madrid: Trotta.

      Cortina, A., Martínez Navarro, E. (2001). Ética. Madrid: AKAL.

      Habermas, J. (2002). El futuro de la naturaleza humana ¿Hacia una eugenesia liberal? Barcelona: Paidós.

      Hare, R.M. (1965). Freedom and Reason. Oxford: Clarendon Press.

      MacIntyre, A. (2004). Tras la virtud. Barcelona: Biblioteca de Bolsillo.

      Mayr, E. (1998). Así es la biología. Madrid: Debate.

      Valera, L., Terranova, C. (2016). “An Ethical Dilemma in the Field of Gynecology”, en: Persona y bioética, vol. 20, n° 1, pp. 62-69.

      Vendemiati, A. (2008). In prima persona. Lineamenti di etica generale. Roma: Urbaniana University Press.

      Von Hildebrand, D. (1997). Ética. Madrid: Ediciones Encuentro.

      Zagzebski, L.T. (2017). Exemplarist Moral Theory. New York: Oxford University Press.

      Bibliografía sugerida

      Malo, A. (2015). Yo y los otros. De la identidad a la relación. Madrid: RIALP, pp. 60-100.

      Rhonheimer, M. (2000). La perspectiva de la moral. Fundamentos de la ética filosófica. Madrid: RIALP, pp. 15-20; 31-40.

      Preguntas para la reflexión

      1. Recuerda y escribe algunos ejemplos de tus experiencias personales de escándalo, remordimiento, gratificación, admiración, con referencia a tu vida universitaria.

      2. Busca una situación vinculada a tu vida universitaria en la que un “ambiente entró en crisis” (creándose así un problema ético) y trata de evaluarla a la luz de las normas de la moralidad común propuestas por Beauchamp. ¿A qué conclusión llegas?

      Capítulo 2

      LA ÉTICA DE LA VIRTUD.

      ¿QUÉ ESPERAS DE UN AMIGO?

      Francisco Marambio

      … precisamente quien vive bien es feliz y bienaventurado, al contrario del que vive mal. (Platón, República, 354a)

      Resumen

      En este capítulo se introduce el paradigma ético de la virtud, uno de los tres principales paradigmas de la ética, a partir de una discusión de sus conceptos centrales. En este modelo, el criterio valorativo no es el deber ni las consecuencias de una acción, sino las virtudes que se expresan en el agente moral. Por ello, se discutirá, en primer lugar, el concepto de virtud, a la luz de la definición griega de areté ofrecida por Aristóteles. A continuación, se expondrá la idea de sabiduría práctica o phronesis, virtud intelectual clave para conseguir la unidad de las virtudes humanas, así como el modelo de individuo virtuoso. Como tercer punto se discutirá la conexión entre virtudes y felicidad, destacando el vínculo entre ambas nociones. Y, por último, se examinarán ventajas y desventajas asociadas a este modelo.

      A mediados de los años noventa, Jordan Belfort defraudó a cientos de clientes en el mercado bursátil de EE.UU., siguiendo la lógica de “todo vale en los negocios”. Esta actitud agresiva y decidida, le valió ser reconocido públicamente como el “lobo de Wall Street” y llevó su nombre a ser el protagonista de dos autobiografías, un libro de autoayuda y una película de Hollywood. El éxito de Belfort se basa en una premisa que resulta clave para el mundo de los negocios: al parecer, todas las personas queremos lo mismo en la vida, dinero y placer. Un buen corredor de bolsa no hace más que explotar este deseo innato de los seres humanos y lo aprovecha a su favor para incrementar la ganancia, aunque esta no termine siendo real. Si bien fue condenado por sus delitos tributarios, Belfort no pasó más de dos años en prisión y hoy se presenta ante el público con una renovada imagen, la de un hombre sagaz y ambicioso, uno que supo beneficiarse del sistema ¿Cabría, entonces, considerarlo como el ganador de esta historia? Muchos dirían que sí, ya que, a fin de cuentas, consiguió lo que toda persona quiere y el precio que tuvo que pagar por ello fue bajo. Pero ¿existe otra manera de mirar este caso?

      Veinticinco siglos antes, el filósofo Sócrates, en su defensa ante el tribunal ateniense, reprochaba con vehemencia esta mirada hedonista y superficial de la vida, que ya parecía ser común entre sus conciudadanos:

      Cuando mis hijos sean mayores, atenienses, castigadlos causándoles las mismas molestias que yo a vosotros, si os parece que se preocupan del dinero o de otra cosa cualquiera antes que de la virtud, y si creen que son algo sin serlo, reprochadles, como yo a vosotros, que no se preocupan de lo que es necesario y que creen ser algo sin ser dignos de nada. Si hacéis esto, mis hijos y yo habremos recibido un justo pago de vosotros. (Platón, Apología, 41e-42a)

      Era firme convicción de Sócrates que el ser humano tiene que aspirar en su vida a algo más que al dinero y al placer. Quienes se enfocan en alimentar la ambición y el goce como únicos móviles de su existencia, pasan a ser, según esta visión, “dignos de nada”.

      Luego de su sentencia, Sócrates se vio enfrentado a reafirmar sus palabras, esta vez con sus actos, al recibir la oferta de su amigo Critón: fugarse para ir en busca de una vida tranquila en alguna región del norte de Grecia. Critón tenía los preparativos listos, los guardias sobornados y una casa esperando a Sócrates en Tesalia, y solo restaba que el filósofo aceptara y podría salir de la prisión sin ningún problema. Sin embargo, como sabemos, Sócrates rechazó la propuesta y decidió quedarse para aceptar su condena. ¿Por qué lo hizo? ¿Cuál fue su justificación? Quizá sintió miedo por las consecuencias que podría recibir su familia y amigos si escapaba, o tal vez consideró que violar una sentencia legal podría ser más perjudicial a la larga, pues la gente dejaría de respetar las leyes; o incluso podemos pensar que Sócrates consideró que era su deber ciudadano quedarse ahí. Pero su respuesta fue otra: siempre es malo y vergonzoso cometer una injusticia; un hombre justo y respetable jamás respondería con un acto injusto, aun cuando sea víctima de una injusticia. O, planteado desde otra perspectiva: la justicia es una virtud que el hombre bueno siempre debe reflejar en sus acciones. La respuesta de Sócrates, entonces, se apoyó en lo que hoy denominamos una ética de la virtud.

      Ahora bien, ¿cuál es el fundamento que tendría Sócrates para afirmar que una vida virtuosa es “mejor” que otra enfocada, por ejemplo, en el éxito económico? En otras palabras, ¿por qué deberíamos ser virtuosos?

      La ética de la virtud, junto con la teoría del deber (deontología) y la consecuencialista (utilitarista), forman los pilares básicos de la ética normativa de Occidente. Sus orígenes se pueden remontar, precisamente, a los filósofos del mundo griego clásico, Sócrates, Platón y Aristóteles, quienes cimentaron el núcleo de la teoría y sus principales conceptos7. Ella se mantuvo como la teoría ética dominante en el mundo latino y posteriormente en el medieval, donde se unió con ideas propias del cristianismo. Si bien durante la Modernidad la teoría de las virtudes fue postergada en favor de otras visiones, ya en el siglo XX los trabajos de Elizabeth Anscombe (1958), Alasdair MacIntyre (1984) y Martha Nussbaum (1986), entre otros, han vuelto a colocar el concepto de virtud en el centro de la reflexión filosófica, reivindicando su valor y sus aportaciones frente a las tendencias dominantes de la época, como el relativismo y el emotivismo.

      A diferencia de los paradigmas señalados, el criterio valorativo en


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