Argumentación y pragma-dialéctica. Jesús Zamora Bonilla

Argumentación y pragma-dialéctica - Jesús Zamora Bonilla


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un papel en la realidad argumentativa a la hora de resolver diferencias de opinión. El interés se centra en aquellos aspectos del discurso argumentativo que tienen que ver con su contundencia.6

      El componente analítico busca una reconstrucción pragma-dialéctica del discurso argumentativo que permita separar y poner en relación las partes de ese discurso en forma de una sinopsis analítica, con lo cual tendríamos un punto de partida para la evaluación crítica. En el discurso argumentativo las cosas no son siempre inmediatamente obvias, e incluso pueden ser diferentes que lo que parecen. A veces es menester una reconstrucción más o menos complicada de lo dicho antes que se pueda llevar a cabo un análisis justificable. Semejante reconstrucción tiene siempre lugar desde una perspectiva que se enfoca a aspectos específicos del discurso, enfatizando unos e ignorando otros. Tal vez se aclaren las cosas si lo comparamos con un análisis freudiano estereotípico. Un analista freudiano examina lo dicho desde una perspectiva psicológica, haciendo uso de las herramientas analíticas que le proporciona una visión teórica particular. Se interesará, por ejemplo, en la fijación con la madre, en signos de un complejo de inferioridad, y cosas por el estilo. Ni que decir tiene que llegará a un análisis solamente examinando cuidadosamente lo que su cliente realmente ha dicho o claramente ha evitado decir. No puede diagnosticarlo enseguida, apenas lo ha visto, como sufriendo de fijación con la madre. Ni tampoco lo puede hacer sobre la única base de que ha elogiado a su madre en todas las sesiones. No obstante, tras una cuidadosa reconstrucción de ciertas cosas dichas o implicadas por su cliente, el analista podrá justificadamente atribuir fijación con la madre a su cliente sobre la base de una serie de observaciones que dan pie a ese análisis. De manera similar, en un análisis pragma-dialéctico del discurso argumentativo se lleva a cabo una reconstrucción del discurso que parte del modelo teórico de discusión crítica, con sus varias fases y división de actos verbales, y toma en cuenta metódicamente todo el saber obtenido por la investigación empírica. En la pragma-dialéctica, la pregunta central del componente analítico es cómo puede reconstruirse el discurso argumentativo de tal manera que enfaticemos aquellos y sólo aquellos aspectos que sean relevantes para resolver una opinión sobre la base de los méritos de los argumentos que se presenten. El análisis resultante puede por ende caracterizarse como orientado a la resolución.

      Finalmente, el programa de investigación tiene un componente práctico en el que se desarrollan métodos para mejorar las habilidades individuales y los procedimientos específicamente argumentales. La competencia para argumentar involucra un complejo de disposiciones cuyo dominio es gradual y relativo a situaciones comunicativas específicas. Ello significa que las habilidades argumentativas solamente pueden medirse adecuadamente si aplicamos estándares asociados a tipos particulares de empeño argumental. Por ello, para mejorar la práctica argumentativa, sea mediante la instrucción explícita en teoría de la argumentación o modificando y rediseñando el formato utilizado en discusiones, debemos estudiar la argumentación en una diversidad de contextos institucionalizados y no institucionalizados que vayan desde el contexto formal del derecho hasta el contexto informal de una conversación entre amigos. En el componente práctico, los pragma-dialécticos hacen buen uso de sus conocimientos filosóficos, teóricos, analíticos y empíricos a fin de desarrollar métodos para mejorar la práctica argumentativa respetando la diversidad de circunstancias en que ella tiene lugar. Debido a su énfasis en promover la conciencia de los prerrequisitos para la resolución de diferencia de opinión y la estimulación de una actitud de disposición a discutir, el enfoque pragma-dialéctico sobre el mejoramiento de la práctica argumentativa puede caracterizarse como reflexivo.

      1.3 Cuatro principios meta-teóricos

      En primer lugar la funcionalización. A la argumentación se la suele estudiar como una estructura de derivaciones lógicas, actitudes psicológicas o creencias epistémicas más que como un complejo de actos verbales (y no verbales) que tienen una función comunicativa específica en un contexto de desacuerdo. Como resultado, a la argumentación se la describe a menudo en términos puramente estructurales, no solamente en los enfoques lógicos formales o informales, sino también en los estudios sobre falacias y argumentación práctica. Tales descripciones estructurales tienden a ignorar el fundamento racional del diseño discursivo. La función general de la argumentación es gestionar el desacuerdo. Surge ella en respuesta o anticipación a una diferencia de opinión, y las líneas de justificación que se eligen en el discurso argumentativo son inventadas con el fin de resolver la diferencia. El estudio de la argumentación debería por ello concentrarse en esa función de gestión verbal del desacuerdo que tiene ella.

      En segundo lugar la socialización. Especialmente en los enfoques que se concentran en el razonamiento, la argumentación se suele ver como la expresión de procesos individuales de pensamiento. La pregunta central se vuelve entonces la de si, y cómo, los elementos que constituyen el razonamiento están atados de tal manera que validen la posición del argumentador. Pero la argumentación no consiste en un individuo solitario que extrae una conclusión, ni es algo que se propone en un vacío social. Es parte del proceso de comunicación por el cual dos o más individuos que tienen una diferencia de opinión llegan a un acuerdo. La argumentación presupone dos roles distinguibles, el de quien protagoniza un punto de vista y el de su antagonista —real o proyectado. La argumentación refleja el modo colaborativo en el que el protagonista dentro de una interacción fundamentalmente dialógica responde a las preguntas, dudas, objeciones y contrapropuestas del antagonista. Esta es la razón por la cual la argumentación debe plantearse en el contexto social de un proceso de resolución conjunta de problemas.


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