El Pastor hacedor de discípulos. Bill Hull
una clase de persona influenciará al mundo y el fracaso de la iglesia en producir este tipo de persona es el error que la ha llevado a esta crisis. La crisis en el corazón de la iglesia es una crisis de producto. ¿Qué clase de persona produce la iglesia? El producto ordenado por Cristo es una persona llamada discípulo. Cristo ordenó a su iglesia “hacer discípulos” (Mateo 28:18-29). Jesús describe a un discípulo como uno que todo lo soporta por Él, que es obediente a Él, que da fruto, glorifica a Dios, tiene gozo y ama (Juan 15:7-17).
Esto tiene mucho sentido. La clase de persona que más glorifica a Dios es llamada discípulo. El mandamiento de Cristo a sus discípulos fue “hacer discípulos”, porque los discípulos influencian su mundo. Un discípulo se reproduce a sí mismo, lo cual lleva a la multiplicación y esta es la clave para ganar al mundo y cumplir la Gran Comisión.
El fracaso de la iglesia en el cumplimiento de este obvio mandamiento sólo puede atribuírsele a una intriga diabólica. La crisis en el corazón de la iglesia es que fomentamos hacer discípulos sólo de labios para afuera, pero no lo practicamos. Hemos perdido la integridad de nuestra misión. El sistema cardiovascular del cuerpo no mejorará hasta que cambiemos nuestros enfoques y prioricemos la saludable producción y reproducción de hombres y mujeres que influyan su mundo. El sistema cardiovascular de la iglesia es lo que produce el producto correcto. Cuando la iglesia produzca y reproduzca el producto correcto, como cualquier cuerpo saludable, podrá cumplir su función. Cuando obedecemos la comisión de Cristo, dos cosas buenas suceden: creamos cristianos saludables; y un cristiano saludable se reproduce y el cuerpo crece, entonces se multiplica y el mundo es evangelizado.
No muchas cosas cambiarán hasta que tratemos el tema y creemos la controversia, hasta que la iglesia en Estados Unidos sea desafiada a asumir seriamente la Gran Comisión, hasta que los pastores estén dispuestos a empezar a reproducirse a través de otros, a preparar cristianos que se alimenten por sí mismos, hasta que las congregaciones le permitan a los pastores invertir más de su tiempo en enseñar y entrenar espiritualmente a la minoría, antes que servir a los caprichos y deseos de la desmotivada y desobediente mayoría, hasta que los pastores puedan ser liberados del “excesivo trabajo” evangélico. Debe ser así; no podemos permitir que esto continúe. ¡Esto debe cambiar!
Notas
1 N.T.: Texto original, Reuniones de Tupperware, ha sido cambiado para su comprensión en el contexto hispanoamericano por la expresión genérica para este tipo de encuentros.
Capítulo 1
La Necesidad
Crisis y Condición de la Iglesia
He arrojado el guante. Sostengo que la iglesia evangélica es débil, autoindulgente y superficial, que ha sido discipulada completamente por su cultura. Como dijo Jesús: “El discípulo no está por encima de su maestro, pero todo el que haya completado su aprendizaje, a lo sumo llega al nivel de su maestro” (Lucas 6:40). Aún más, yo creo que la crisis de la iglesia es más de producto, de la clase de personas que se están produciendo. Yo propongo la solución para ser obedientes a la comisión de Cristo de “hacer discípulos”: enseñar a los cristianos a obedecer cada mandamiento de Cristo.
¿Me encuentro solo en mi análisis crítico de la iglesia? Otros más sabios y experimentados que yo sostienen la misma tesis. Elton Trueblood ha dicho:
Tal vez la debilidad más grande de la Iglesia Cristiana actual es que millones de supuestos miembros no están realmente involucrados del todo y lo que es peor, no se considera extraño que no lo estén. Tan pronto como reconocemos la intención de Cristo de hacer de Su iglesia una militancia, comprendemos que una actitud convencional no puede ser suficiente. No existe ninguna oportunidad real de victoria si el noventa por ciento de los soldados no están entrenados ni se encuentran involucrados, pero este es exactamente el punto donde nos encontramos ahora. Muchos alegan que los cristianos no entienden que la lealtad a Cristo significa involucrarnos personalmente en su ministerio, yendo o permaneciendo, dependiendo de la situación.1
La encuesta realizada por Gallup en 1980, indicaba que de los 22 millones de evangélicos que asistían a una iglesia, sólo el 7% habían tomado alguna clase de entrenamiento evangelístico y sólo el 2% había traído a otra persona a Cristo. ¿Qué tanto le gustaría marchar a la batalla con sólo el 7% de sus tropas entrenadas y sólo el 2% con experiencia en el combate? Mientras oro, estos datos han cambiado en ocho años y pensaría que hoy son casi iguales.2
Esto revela la necesidad de hacernos la pregunta correcta: ¿Cómo pueden tres mil personas reunirse a adorar y ser una gran iglesia, si sólo el 7% está entrenado para dar testimonio y sólo el 2% han presentado a Cristo a otra persona? El examen de una congregación, aparte de la santidad personal, es cuán efectivamente los miembros impactan al mundo. Las bancas de las iglesias en Norteamérica están simplemente repletas de esquizofrénicos espirituales, cuyas creencias y conductas no son congruentes y los sermones son acomodados al gusto de las personas.
Los cristianos no están bien entrenados, debido principalmente a que los pastores no han trabajado en ayudar a las personas a hacer lo que Él ha dicho que debe ser hecho. Como resultado de esto, ellos sienten mucha frustración y culpa.
Muchas iglesias crecen por transferencia: la regla del día es la rotación de creyentes. El número real de conversiones a Cristo en algunas “grandes iglesias” ha disminuido notoriamente. En lugar de eso, las iglesias que atraen mayor número de personas son las que presentan intensas prédicas y un gran programa de música. Así, las personas piensan que la iglesia es grande y que el personal hace su trabajo. En realidad, las iglesias con los mejores programas están llenas, como los mejores restaurantes y teatros, debido a que estas divierten.
En la relación entre el clero y el laicado, los clérigos se han convertido en concertistas profesionales y los asistentes en la audiencia. Entre mejor sea la presentación, habrá más gente. Todo esto prueba que las presentaciones excepcionales atraen gente. Pero significa poco más que eso: de ninguna manera reflejan fielmente las prioridades de Cristo por Su Iglesia. Así como Elton Trueblood ha dicho: “La cristiandad barata puede atraer regularmente una gran asistencia el Domingo en la mañana. Es más económico que las personas piensen de sí mismas como espectadores en una presentación”3 Trueblood señala esto cuando enfatiza acerca de cuántos de los que asisten al culto son pre-cristianos y paganos. “Hemos regresado al pensamiento del Antiguo Testamento, en donde vemos sobre todo cuánta gente llega al templo para el ritual. Eso era lo más importante bajo el Viejo Pacto. Mientras tanto, nos olvidamos de las palabras de Jesús: “Pues yo les digo que aquí está uno más grande que el templo” (Mateo 12:6).4 Siempre es posible reunir una multitud, si usted demanda muy poco y les ofrece un buen espectáculo.
Aparentemente, tal clase de éxito nos enceguece ante los temas reales. ¿Son cristianos saludables, se están reproduciendo, están siendo entrenados para hacer discípulos? ¿Qué se le está pidiendo a la gente? ¿Están viviendo y sirviendo en la forma planeada por Dios? El propósito de reunir a los cristianos es para entrenarlos en su habilidad de impactar al mundo.
Mirando a la iglesia cristiana de hoy, George Barna comentó:
Hay un fuerte apoyo entre los cristianos al hecho de que un individuo es libre de hacer todo aquello que le plazca, en la medida en que sus actitudes no hieran a otros. Dos de cada cinco cristianos sostienen que esta clase de pensamiento es apropiado y, de esta manera, rechazan plenamente el incondicional código ético y moral enseñado en la Biblia. Tres de cada diez cristianos están de acuerdo en que nada en la vida es más importante que divertirse y ser feliz. Los cristianos demuestran tal amor al dinero, posesiones y otros objetos materiales, que no puede decirse que su cristianismo gobierne sus corazones. Por ejemplo, más