Corrientes de psicología contemporánea. Martín Echavarría

Corrientes de psicología contemporánea - Martín Echavarría


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      2. El psicoanálisis y sus influencias teóricas

      2.1. Raíces del inconsciente dinámico: Herbart

      Johann Friedrich Herbart (1776-1841) ha pasado a la historia como pedagogo, así como por su oposición al idealismo virtual de Kant. Sin embargo, su importancia para la historia de la psicología es tal vez todavía mayor que para la de la pedagogía y la gnoseología, por ser el antecedente principal de la concepción energética y dinámica del psiquismo humano que encontraremos en Freud. Es además, uno de los antecedentes más inmediatos de la psicofísica de Fechner, que es otra de las fuentes del energetismo freudiano, y en él aparece ya el concepto de umbral de la percepción (que en realidad tiene raíces aristotélicas). Por eso, en el s. XIX muchos lo consideraron como el fundador de la nueva psicología.

      Como para otros racionalistas, también para él la metafísica abarca toda la filosofía. Por lo que respecta a la psicología, para Herbart tiene tres fuentes: la metafísica, la experiencia y las matemáticas.

      La experiencia nos muestra una realidad con muchas aparentes contradicciones; tendemos a ver en la realidad sujetos que permanecen –v.g. una manzana– pero estos mismos muestran cualidades contrarias –v.g. roja o verde–. La metafísica se ocupa de resolver estas contradicciones. Así, se llega a que hay una multiplicidad de realidades que son espirituales y simples. El cambio es apariencia, las cosas en sí mismas no cambian. Según las relaciones que nosotros establecemos entre las cosas percibimos un cambio aparente u otro. Estas cualidades que percibimos de las cosas son el resultado de la tendencia a la autoconservación de cada una. Las cosas, como efecto de una intrusión exterior, se manifiestan en estas cualidades.

      Entre las cosas contradictorias que presenta la experiencia está el yo. El yo es contradictorio, o aparentemente contradictorio, porque lo consideramos como único e inmutable, pero al mismo tiempo está compuesto por una multiplicidad de representaciones. Esto lo resuelve diciendo que detrás del yo contradictorio, está el alma inmutable. Ésta se manifiesta según distintas cualidades al recibir una intrusión exterior. Estas cualidades son representaciones, que son el resultado de la tendencia a la autoconservación del alma. Las representaciones se comportan entre sí de modo parecido a las realidades exteriores, se oponen y es por esa oposición que se convierten en fuerzas en conflicto. Las representaciones más fuertes tienden a dominar a las otras. Esto lleva a un estado de equilibrio entre las más débiles y las más fuertes, que terminan dominando.

      Así como en Física se distingue una dinámica y una estática, en Psicología también. Herbart divide la Psicología en dos partes:

      1) Una Estática Psíquica, que estudia y mide el equilibrio de las representaciones.

      El yo, como sucederá más tarde también en la psicología profunda, no es otra cosa que un conjunto de representaciones que tenemos de nosotros mismos. Es el complejo que está en el centro de nuestra conciencia. Las nuevas representaciones o se asimilan en el yo (en la medida en que son compatibles con las representaciones que lo conforman) o son expulsadas al inconsciente (cuando son incompatibles). Es difícil no ver aquí prefigurada la teoría freudiana de la represión.

      El proceso por el que asimilamos nuevas representaciones a conjuntos de representaciones preexistentes lo llama Herbart (con Leibniz) “apercepción”. Las representaciones se pueden fundir, combinar o, por el contrario, oponerse y resistirse.

      Para Herbart, la libertad no es otra cosa que la fuerza y el dominio de los complejos de representaciones más fuertes en la dinámica psíquica. Este complejo de representaciones dominantes constituye el carácter.

      Herbart tiene también el dudoso mérito de haber eliminado las facultades psíquicas. Lo que se explicaba con éstas pasa a serlo desde la dinámica de las representaciones, que suben y bajan. Representar, sentir y desear, que según Herbart eran las facultades clásicas, se reducen a representaciones. Con anterioridad a las representaciones, que surgen de la tendencia a la autoconservación del alma no hay ninguna facultad ni potencia.

      Este “vicio fundamental” de la concepción herbartiana, pasa a la psicología contemporánea, y en particular al psicoanálisis. Así como no hay matemáticas sin números, no hay psicología sin potencias. La reducción del objeto de la Psicología a las representaciones (sean estos fenómenos de conciencia, o complejos inconscientes), lleva a una psicología sin sujeto y sin capacidades que termina por vaciarla de su sentido. Su concepción mecánica, o dinámica, es también un obstáculo para el desarrollo de la psicología, que no se puede hacer prescindiendo de la originalidad de las vivencias animal y humana. Ésta no se puede comprender cabalmente sin una correcta teoría de las potencias del alma.

      Tal como veremos, la psicología de Freud es una inversión, materialista y evolucionista, del mecanicismo psíquico de Herbart. En vez del alma, mónada inmutable, la vida psíquica (que se reduce a representación y energía) es producto del organismo.

      2.2. La genealogía de la moral de Nietzsche


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