Corrientes de psicología contemporánea. Martín Echavarría
2. El psicoanálisis y sus influencias teóricas
2.1. Raíces del inconsciente dinámico: Herbart
Es importante destacar que Freud no crea ni descubre el concepto de inconsciente, sino que le da una interpretación particular y además lo hace funcionar de una manera especial en la práctica psicoterapéutica. Pero Freud no es el descubridor del inconsciente, si es que se puede hablar de “descubrimiento”, porque el de inconsciente es un concepto teórico que sirve para explicar unos fenómenos que pueden admitir una interpretación diversa. Es como decir que Kant descubrió las categorías a priori o las formas a priori de la sensibilidad, o algo por el estilo. En todo caso el concepto de inconsciente psíquico estaba presente en la literatura de la época, sobre todo en la alemana, a partir de varias fuentes: empezando por Herbart o tal vez por Leibniz, en el cual aparece la idea de que hay percepciones imperceptibles6. La apercepción, según Leibniz, es el acto por el que la atención se dirige a una parte de las diminutísimas e infinitas percepciones que son imperceptibles y por lo tanto inconscientes. En Herbart, que está influido por Leibniz y por Fichte, aparece la idea de un inconsciente dinámico.
Johann Friedrich Herbart (1776-1841) ha pasado a la historia como pedagogo, así como por su oposición al idealismo virtual de Kant. Sin embargo, su importancia para la historia de la psicología es tal vez todavía mayor que para la de la pedagogía y la gnoseología, por ser el antecedente principal de la concepción energética y dinámica del psiquismo humano que encontraremos en Freud. Es además, uno de los antecedentes más inmediatos de la psicofísica de Fechner, que es otra de las fuentes del energetismo freudiano, y en él aparece ya el concepto de umbral de la percepción (que en realidad tiene raíces aristotélicas). Por eso, en el s. XIX muchos lo consideraron como el fundador de la nueva psicología.
Como para otros racionalistas, también para él la metafísica abarca toda la filosofía. Por lo que respecta a la psicología, para Herbart tiene tres fuentes: la metafísica, la experiencia y las matemáticas.
La experiencia nos muestra una realidad con muchas aparentes contradicciones; tendemos a ver en la realidad sujetos que permanecen –v.g. una manzana– pero estos mismos muestran cualidades contrarias –v.g. roja o verde–. La metafísica se ocupa de resolver estas contradicciones. Así, se llega a que hay una multiplicidad de realidades que son espirituales y simples. El cambio es apariencia, las cosas en sí mismas no cambian. Según las relaciones que nosotros establecemos entre las cosas percibimos un cambio aparente u otro. Estas cualidades que percibimos de las cosas son el resultado de la tendencia a la autoconservación de cada una. Las cosas, como efecto de una intrusión exterior, se manifiestan en estas cualidades.
Entre las cosas contradictorias que presenta la experiencia está el yo. El yo es contradictorio, o aparentemente contradictorio, porque lo consideramos como único e inmutable, pero al mismo tiempo está compuesto por una multiplicidad de representaciones. Esto lo resuelve diciendo que detrás del yo contradictorio, está el alma inmutable. Ésta se manifiesta según distintas cualidades al recibir una intrusión exterior. Estas cualidades son representaciones, que son el resultado de la tendencia a la autoconservación del alma. Las representaciones se comportan entre sí de modo parecido a las realidades exteriores, se oponen y es por esa oposición que se convierten en fuerzas en conflicto. Las representaciones más fuertes tienden a dominar a las otras. Esto lleva a un estado de equilibrio entre las más débiles y las más fuertes, que terminan dominando.
Así como en Física se distingue una dinámica y una estática, en Psicología también. Herbart divide la Psicología en dos partes:
1) Una Estática Psíquica, que estudia y mide el equilibrio de las representaciones.
2) Una Dinámica Psíquica, que estudia el “ascenso” y “descenso” de las representaciones: las más fuertes se colocan arriba, es decir, se hacen conscientes, y las más débiles se colocan por debajo del límite o umbral de la conciencia. Para llegar a la conciencia, las representaciones deben superar dicho umbral, que sería medible7.
Las representaciones no están aisladas, sino que están agrupadas en conjuntos, en “complejos”. Las representaciones compatibles forman un mismo complejo. Las representaciones incompatibles, se separan, se aíslan, forman conjuntos separados. Este es un clarísimo antecedente de la teoría energética de la represión, de Freud8. De hecho, Herbart utiliza tanto el término represión (Verdrägung), como el término resistencia (Widerstand)9. Las representaciones escindidas o aisladas y oscurecidas, todavía son activas y pugnan por volver a la conciencia. No lo logran mientras los conjuntos de representaciones conscientes sean más fuertes.
El yo, como sucederá más tarde también en la psicología profunda, no es otra cosa que un conjunto de representaciones que tenemos de nosotros mismos. Es el complejo que está en el centro de nuestra conciencia. Las nuevas representaciones o se asimilan en el yo (en la medida en que son compatibles con las representaciones que lo conforman) o son expulsadas al inconsciente (cuando son incompatibles). Es difícil no ver aquí prefigurada la teoría freudiana de la represión.
El proceso por el que asimilamos nuevas representaciones a conjuntos de representaciones preexistentes lo llama Herbart (con Leibniz) “apercepción”. Las representaciones se pueden fundir, combinar o, por el contrario, oponerse y resistirse.
Para Herbart, la libertad no es otra cosa que la fuerza y el dominio de los complejos de representaciones más fuertes en la dinámica psíquica. Este complejo de representaciones dominantes constituye el carácter.
Herbart tiene también el dudoso mérito de haber eliminado las facultades psíquicas. Lo que se explicaba con éstas pasa a serlo desde la dinámica de las representaciones, que suben y bajan. Representar, sentir y desear, que según Herbart eran las facultades clásicas, se reducen a representaciones. Con anterioridad a las representaciones, que surgen de la tendencia a la autoconservación del alma no hay ninguna facultad ni potencia.
Este “vicio fundamental” de la concepción herbartiana, pasa a la psicología contemporánea, y en particular al psicoanálisis. Así como no hay matemáticas sin números, no hay psicología sin potencias. La reducción del objeto de la Psicología a las representaciones (sean estos fenómenos de conciencia, o complejos inconscientes), lleva a una psicología sin sujeto y sin capacidades que termina por vaciarla de su sentido. Su concepción mecánica, o dinámica, es también un obstáculo para el desarrollo de la psicología, que no se puede hacer prescindiendo de la originalidad de las vivencias animal y humana. Ésta no se puede comprender cabalmente sin una correcta teoría de las potencias del alma.
Tal como veremos, la psicología de Freud es una inversión, materialista y evolucionista, del mecanicismo psíquico de Herbart. En vez del alma, mónada inmutable, la vida psíquica (que se reduce a representación y energía) es producto del organismo.
2.2. La genealogía de la moral de Nietzsche
A la influencia de Herbart se suma la de la Naturphilosophie romántica, en la que el concepto de inconsciente juega un papel fundamental. Tenemos a autores como A. Schopenhauer (1788-1860), C. G. Carus (1789-1869), E. von Hartmann (1842-1906), y el mismo Friedrich Nietzsche (1844-1900). Tanto en Schopenhauer10 como en Nietzsche están presentes ideas acerca del inconsciente que son prácticamente las mismas que se encuentran en Freud, por lo menos en aspectos esenciales, como la importancia de los sueños o de la sexualidad. A lo que hay que sumar el evolucionismo darwiniano11.
La influencia de Nietzsche, en particular, es capital, no tanto al nivel de los contenidos teóricos, aunque también en este aspecto se nota su influjo, cuanto al del espíritu de fondo. En efecto, de alguna manera se puede considerar al psicoanálisis de Freud como una realización particular del proyecto nietzscheano de transvaloración12. Como diremos después, el psicoanálisis es una especie de disciplina posmoral que rastrea la genealogía de la vida moral del individuo como causa de su neurosis.
Para Nietzsche, la psicología es el principal instrumento para demoler los antiguos valores y construir nuevos. Por eso, es “señora de todas las ciencias”13. Esa psicología, o “fisio-psicología”, es una especie