Corrientes de psicología contemporánea. Martín Echavarría
Para Freud, la psique humana es un mero producto de la evolución de la materia. No nos referimos sólo a la evolución de la Humanidad entera a lo largo de los siglos, sino a que también cada individuo repetiría en su desarrollo personal (biológico y psicológico) la historia de la evolución. Esto implica que cada individuo no es ser humano desde el principio, sino que llega a serlo si se dan determinadas condiciones. Llegar a ser un ser humano implica tener un sistema de representaciones y complejos conscientes que después llamará “el yo” (das Ich). Ser persona es ser un “yo”. Pero esto no se daría desde el principio, sino que sería el resultado de la evolución individual.
Las representaciones que conforman el “aparato anímico” están cargadas de energía49. Tal como dijimos, afecto es el nombre cualitativo que recibe la carga energética de las representaciones. Las representaciones son como recipientes de carga energética y tienen importancia en la medida en que son cargadas energéticamente, o para usar el término técnico de los psicoanalistas, “investidas” o “catectizadas” (“catexis” traduce el alemán Besetzung).
Entonces la psique es un complejo, o mejor, un sistema de complejos. Hay complejos que predominan en la conciencia y que identificamos con nosotros mismos, con el yo. Hay otros sistemas de complejos que son repelidos de la conciencia, de un modo que Freud concibe tomando como metáfora la repulsión magnética. Pero, aunque esto sea una metáfora, Freud tiende a concebir el alma humana como sometida a las leyes físicas, como las de la termodinámica; incluso, cuando habla de “lugares psíquicos” (consciente, preconsciente e inconsciente, en su “primera tópica”; ello, yo y superyó en su “segunda tópica”), y dice que el psiquismo se despliega de un modo espacial, no se ve claramente hasta dónde llega la metáfora50. En todo caso, la visión de Freud es mecanicista. Un extraño mecanicismo anímico que se remonta a Leibniz y a Herbart, tal como hemos dicho, pero invertido en sentido materialista y evolucionista. Lo psíquico, para Freud, no es lo mismo que lo orgánico, pero deriva de lo orgánico; traduce las necesidades del organismo y funciona mecánicamente. Según Freud la psique humana es un sistema de fuerzas conflictivas en equilibrio y a lo que tiende es a mantener el equilibrio, que consiste en conservar lo más bajo posible el nivel de excitación del sistema. La operación y la conducta surgen cuando el equilibrio es roto por una influencia exterior al sistema psíquico (su fuente puede ser un estímulo externo, o, sobre todo, un estímulo proveniente del organismo) y la tendencia de todo sistema es a recuperar el equilibrio, mediante la descarga del excedente de excitación. Freud muchas veces explica la psique recurriendo a las leyes de la termodinámica, como dijimos, que es una de las cuasi-metáforas que utiliza, porque no sabe muy bien si son metáforas o si realmente piensa que el psiquismo es un sistema físico. En todo caso, la conducta tendría su origen en la necesidad de deshacerse de un exceso de excitación que desestabilizaría al sistema de fuerzas. De por sí, el sistema psíquico tiende a la quietud, no a la actividad, es conservador. Es decir, no hay una tendencia inherente a la perfección, al acto. El sentido de la acción es el retorno a la quietud (principio de constancia51).
Algunos psicoanalistas y filósofos posteriores han intentado reemplazar el mecanicismo por otra concepción teórica más sofisticada (inspirada en la fenomenología52, el existencialismo53, el marxismo y el neo-marxismo54, la hermenéutica55, la lingüística estructural –Lacan–, e incluso en el tomismo56), pero es difícil pensar que el sistema se sostenga si se elimina el mecanicismo de base, que es fundamento de su determinismo, llave maestra del método. En efecto, el método de Freud supone el mecanicismo y el determinismo absoluto, tal como él mismo declara:
Ya echan de ver ustedes que el psicoanalista se distingue por su creencia particularmente rigurosa en el determinismo de la vida anímica. Para él no hay en las exteriorizaciones psíquicas nada insignificante, nada caprichoso ni contingente; espera hallar una motivación suficiente aun donde no se suele plantear tal exigencia57.
El determinismo radical de Freud supone, no solamente la eliminación de libertad de arbitrio, sino también de la casualidad y la contingencia. Para Freud no existe la casualidad, hay un determinismo perfecto en la naturaleza y especialmente en el psiquismo, y ya veremos por qué esto es tan importante para el método de Freud. Esta concepción, por lo mismo, choca no sólo con toda doctrina que afirme el libre albedrío, sino también con toda doctrina que afirme la posibilidad del indeterminismo físico. Lamentablemente para Freud, la física moderna se ha movido en esta última dirección, quedando su concepción de lo psíquico y de lo físico como un fósil decimonónico.
5. La represión y el mecanismo de formación de síntomas
Hay representaciones y complejos cargados de afecto que son reprimidos, es decir, expulsados activamente al inconsciente (ver Figura 1).
Figura 1 (©2010 Martín F. Echavarría): Dinámica psíquica según S. Freud.
Hay que recordar que Freud elabora su concepción de la psique en el contexto de la explicación de los síntomas histéricos. Estos síntomas tendrían como origen la represión de representaciones y deseos inaceptables para la conciencia. Las representaciones reprimidas son enviadas al inconsciente porque no son coherentes con nuestra imagen del “yo”, con los complejos conscientes. Los motivos de la represión (Verdängung) son éticos o estéticos.
En todas esas vivencias [reprimidas] había estado en juego el afloramiento de una moción de deseo que se encontraba en aguda oposición a los demás deseos del individuo, probando ser inconciliable con las exigencias éticas y estéticas de la personalidad. Había sobrevenido un breve conflicto, y el final de esta lucha interna fue que la representación que aparecía ante la conciencia como portadora de aquel deseo inconciliable sucumbió a la represión y fue olvidada y esforzada afuera de la conciencia junto con los recuerdos relativos a ella. Entonces, la inconciliabilidad de esa representación con el yo del enfermo era el motivo de la represión; y las fuerzas represoras eran los reclamos éticos, y otros, del individuo58.
Lo reprimido es inaceptable para el yo, porque choca con su imagen de perfección moral o con su sensibilidad estética, o las dos cosas a la vez. Las representaciones reprimidas van al inconsciente (Das Unbewusste), pero como están cargadas energéticamente tienden a retornar a la conciencia, lo que Freud llama “el retorno de lo reprimido” (Wiederkehr der Verdrängten). Como la conciencia está defendiéndose activamente con su energía para que ello no vuelva, lo consciente y lo inconsciente chocan, y se ven necesitados de “negociar” y llegar a un compromiso. El compromiso consiste en que aparte de la energía retenida en lo inconsciente se la dejará pasar a la conciencia pero a condición de que sea transformada, disfrazada. Es decir, esa energía deberá desplazarse a otras representaciones o transformarse en inervación orgánica. Eso que ocupa el lugar de la representación reprimida, y que permite parcialmente la circulación de la energía psíquica “estrangulada”, recibe el nombre de formación sustitutiva (Ersatzbildung). Por ejemplo, una parálisis histérica; a una histérica se le paraliza la pierna; esta parálisis sería un representante físico de una representación reprimida, y guardaría con esta un cierto vínculo, una cierta analogía, que permite que la energía psíquica retenida en lo inconsciente, se transforme en una inhibición muscular. Es decir que parte de la energía que estaba asociada a esa representación va a catectizar, a inervar, a excitar o a inhibir, un músculo. También puede haber un representante psíquico; es el caso de las obsesiones o de las fobias, por ejemplo. Los síntomas obsesivos o los síntomas fóbicos serían formaciones sustitutivas de lo reprimido, y causarían el mismo malestar que provocaría lo reprimido si fuera consciente. La diferencia es que se desconoce su causa y significado.
Mediante la indagación de los fenómenos histéricos y otros neuróticos llegamos a convencernos de que en ellos ha fracasado la represión de la idea entramada con el deseo insoportable. Es cierto que la han pulsionado afuera de la conciencia y del recuerdo, ahorrándose en apariencia una gran suma de displacer, pero la moción de deseo reprimida perdura en lo inconsciente, al acecho de una oportunidad de ser activada; y luego se las arregla para enviar dentro de la conciencia, una formación sustitutiva, desfigurada y vuelta