Corrientes de psicología contemporánea. Martín Echavarría
toma explícitamente de Nietzsche la noción de ello15. También está en Nietzsche la idea de que el sujeto redirige a su interior la agresividad en forma de sentimiento de culpa, concepción característica del último periodo de Freud, que éste toma de la Genealogía de la moral de Nietzsche, que fue objeto de discusión en las reuniones psicoanalíticas de los días miércoles en el año 1908. Esta cita es un ejemplo de la concepción de Nietzsche:
Todos los instintos que no se desahogan hacia fuera se vuelven hacia dentro –esto es lo que yo llamo la interiorización del hombre: únicamente con esto se desarrolla en él lo que más tarde se denomina su “alma”. [...] La enemistad, la crueldad, el placer en la persecución, en la agresión, en el cambio, en la destrucción –todo esto vuelto contra el poseedor de tales instintos: ese es el origen de la “mala consciencia”16.
Nietzsche afirma explícitamente el carácter patógeno de la moral y de la religión cristiana, e incluso usa la palabra “neurosis” para designar este mal:
(La neurosis religiosa aparece como una forma del “ser malvado”: de ello no hay duda). ¿Qué es esa neurosis? Quaeritur. Hablando a grandes rasgos, el ideal ascético y su culto sublimemente moral, esa ingeniosísima, despreocupadísima y peligrosísima sistematización de todos los medios de desenfreno del sentimiento bajo la protección de propósitos santos se ha inscrito de un modo terrible e inolvidable en la historia entera del hombre17.
Este autor había llegado incluso a plantearse estudiar medicina y especializarse en psiquiatría para concretar por esa vía su anhelo de crítica de la moral y la religión, y la realización de la transvaloración de los valores, de la que la psicología es un instrumento. El siguiente pasaje de La gaya ciencia parece incluso una especie de profecía del papel de Freud en la historia de la cultura:
El disfraz inconsciente de las necesidades fisiológicas, bajo pretexto de lo objetivo, de lo ideal, de la idea pura, llega tan lejos que asusta, y más de una vez me he preguntado si en términos generales no habrá sido hasta ahora la filosofía una interpretación del cuerpo ante todo y tal vez un error del cuerpo. Detrás de las más altas evaluaciones que hasta ahora guiaron la historia del pensamiento se esconden defectos de conformación física, ya de individuos, ya de castas, ya de razas enteras. Todas esas audaces locuras de la metafísica, sobre todo en lo que se refiere al valor de la vida, se pueden considerar como síntomas de determinadas constituciones físicas. Y aunque estas afirmaciones o aquellas negaciones de la vida carezcan de importancia desde el punto de vista científico, no por eso dejan de dar al historiador y al psicólogo preciosos indicios, como síntomas que son del cuerpo, de su medro o desmedro, de su plenitud, de su potencia, de su soberanía en la historia y también de sus paradas, de sus fatigas, de su enflaquecimiento, de su presentimiento del fin y de su voluntad de finar. Aun espero yo que un médico filósofo, en toda la extensión de la palabra –uno de aquellos que estudian el problema de la salud en general del pueblo, de la época, de la raza, de la humanidad–, tenga alguna vez el valor de llevar a sus últimas consecuencias la idea que yo no hago más que sospechar y aventurar. En todos los filósofos no se ha tratado hasta ahora de la verdad, sino de otra cosa diferente, dígase salud, porvenir, acrecentamiento, potencia, vida...18
2.3. Psicoterapia, hipnosis y método catártico
Para cerrar este panorama de las influencias teóricas de Freud, es necesario referirse a la psicoterapia del s. XIX, que es la vía a través de la cual hace su aparición este “médico-filósofo” que esperaba Nietzsche. Pues, tal como el mismo Freud lo dice expresamente, la psicología es la vía por la cual él realiza su anhelo de pasar de la medicina a la filosofía19.
Los orígenes de la psicoterapia están estrechamente ligados a dos temas que ocuparon particularmente a algunos médicos de la segunda mitad del s. XIX. En primer lugar el de los desórdenes neuróticos y especialmente de la histeria, que fue como el prototipo, en aquel momento, de la “psiconeurosis” –como se decía entonces, antes de que se perdiera el prefijo “psico-” y quedara solamente “neurosis”20–. En segundo lugar, el tema, relacionado con éste, de la hipnosis, pues la hipnosis fue considerada durante un tiempo como el método principal para el tratamiento de la histeria21. La incipiente psicoterapia está entonces estrechamente ligada al tratamiento de la histeria a través de la hipnosis. Uno de los primeros en adoptar el término “psicoterapia” fue Hypolitte Bernheim en su libro Hipnotismo, sugestión y psicoterapia (1891).
El que podríamos considerar tal vez el primer psicoterapeuta contemporáneo de peso es Pierre Janet (1859-1947), un autor francés que fue filósofo antes que médico (era Doctor en Filosofía, y sobrino de un importante filosofo espiritualista francés que se llamaba Paul Janet), influido por Théodule Ribot (1839-1916; filósofo introductor de la psicología moderna en Francia), y por Jean-Martin Charcot (1825-1893; fue uno de los pioneros en la experimentación con la hipnosis). Pierre Janet, interesado por la psicología contemporánea, hizo su tesis doctoral en filosofía sobre el tema del automatismo psicológico22; la noción de un automatismo psicológico que funciona aun independientemente de la conciencia es de Pierre Janet y por ello en autores de habla francesa se encuentra mucho la expresión “automatismos psicológicos” al exponer el psicoanálisis, mientras que Freud mismo, en cambio, no la utiliza. Charcot estaba en el Hospital de la Salpêtrière de París –en donde hizo una estancia de estudio Freud– y allí creó un laboratorio experimental de psicología clínica23 para Janet24. Simultáneamente Janet se doctoró en medicina, pero comenzó su práctica psicoterapéutica siendo filósofo, y este dato es muy importante.
Autores como Charcot, Bernheim y Janet, ya sostenían, antes que Freud, que la neurosis tenía como fundamento un trauma, escondido en lo inconsciente, que generaba síntomas psíquicos y corporales; utilizando la hipnosis como instrumento terapéutico, intentaban cancelar los síntomas y reunificar la síntesis psíquica consciente con los contenidos inconscientes. Charcot había logrado hacer y deshacer síntomas semejantes a los histéricos a través de la hipnosis, y había demostrado que la histeria se podía dar en varones tanto como en mujeres25.
Sigmund Freud hizo su formación en hipnosis primero en la Salpêtrière con J. M. Charcot y luego en Nancy con H. Bernheim, y también en la misma Viena con un médico que se llamaba Josef Breuer (1842-1925), al cual Freud atribuye al principio la creación del psicoanálisis, aunque después le quite este mérito, atribuyéndoselo a sí mismo. Por este lado viene el interés de Freud por lo inconsciente, que era un concepto que circulaba desde hacía tiempo en la cultura del s. XIX.
De Breuer, aprende Freud el método catártico, que fue la raíz del método psicoanalítico según el mismo Freud. Breuer había desarrollado este método para el tratamiento de la histeria hacia el año 1881, durante el caso de Ana O. (Berta Pappenheim26). Sería prolijo describir detalladamente este caso, para poder explicar en qué consiste tal método27. Nos contentaremos con una explicación breve. La paciente sufría de una serie de trastornos cuya causa orgánica no se pudo determinar, por lo que se la diagnosticó como un caso de histeria. Los síntomas los habría contraído durante el prolongado tiempo en que se dedicó a cuidar a su padre enfermo (que posteriormente falleció). Estos síntomas eran múltiples y cambiantes. Freud, los resume en los siguientes:
Sufrió una parálisis con rigidez de las dos extremidades del lado derecho, que permanecían insensibles, y a veces esta misma afección en los miembros del lado izquierdo; perturbaciones en los movimientos oculares y múltiples deficiencias en la visión, dificultades para sostener la cabeza, una intensa tussis nervosa, asco frente a los alimentos y en una ocasión, durante varias semanas, incapacidad para beber no obstante una sed martirizadora; además, disminución de la capacidad de hablar, al punto de no poder expresarse o no comprender su lengua materna, y, por último, estados de ausencia, confusión, deliria, alteración de su personalidad toda [...]28.
Según Breuer, Berta “cultivaba sistemáticamente el soñar diurno, al que llamaba su ‘teatro privado’. Mientras todos la creían presente, revivía en su espíritu unos cuentos: si la llamaban, estaba siempre alerta, de suerte que nadie sospechaba aquello”29, costumbre anterior a su enfermedad que veremos de qué manera afectó el desarrollo