Historia de los sismos en el Perú. Lizardo Seiner Lizárraga

Historia de los sismos en el Perú - Lizardo Seiner Lizárraga


Скачать книгу
mismo afán: no es infrecuente que en muchos casos ofrezca las mismas referencias dadas por Polo, aunque sin citar debidamente las fuentes que utilizó. Es el caso del evento limeño de 1609, para el que conocemos el uso que hizo Polo de la edición original de Carrasco (Hispali, 1609), aunque, tratándose de Silgado, no tenemos forma de saber si simplemente copió a Polo, sin citarlo, o efectivamente tuvo a la vista y consultó el original mencionado. No obstante, debe reconocerse que fue mérito suyo ampliar la oferta de fuentes contemporáneas al suceso. Gracias a sus pesquisas, conocemos la reacción del cabildo de Lima ante el sismo, pues halló la referencia respectiva en los libros de dicha corporación.7

      A fines de la década de 1970, la oferta de fuentes históricas disponible para la confección de un catálogo sísmico era amplia —mayor que a la que tuvo acceso Polo a fines del siglo XIX—, de lo que aprovechó naturalmente Silgado: ello puede apreciarse en las numerosas referencias que aporta, usadas de manera extensa y que no hallamos mencionadas en Polo. No obstante, transcurrido el tiempo y conforme a la sana costumbre de publicar fuentes originales, más y mejores ediciones son las que existen disponibles hoy en día. Varias de las fuentes históricas que empleó Silgado cuentan hoy con ediciones modernas, cuidadosas de reproducir el texto original a fin de poder extraer información fidedigna: son ejemplos de ediciones críticas de alta confiabilidad. Entre las fuentes peruanas que han experimentado una puesta al día a través de ediciones críticas se cuentan las obras de Esquivel y Navia (1980), Feyjoo de Sosa (1984) y el jesuita Anello Oliva (1998). Otras más, extranjeras y que informan sobre el Perú, pueden hallarse incluso en formato digital, reproduciendo los textos originales: es el caso del poema histórico de Martín del Barco Centenera, La Argentina, publicado en Lisboa en 1602, que se encuentra completo en su edición original.8 Sin embargo, también es cierto que muchas obras permanecen a la espera de nuevas ediciones, críticas, entre ellas los utilísimos diarios de Suardo o Mugaburu sobre Lima, para los que seguimos usando las ediciones publicadas por Rubén Vargas Ugarte en la década de 1930.

      Un ejemplo de lo señalado es el de las dos ediciones disponibles de la obra del jesuita Anello Oliva, crónica que se empezó a escribir hacia 1608-1609. Dos intelectuales limeños, Pazos y Varela, junto a Varela y Orbegoso, publicaron en 1895 una versión de la crónica, utilizando como base un manuscrito incompleto, adquirido a una biblioteca privada de Lima, con base en el cual publicaron por primera vez en castellano la crónica de Oliva —que hasta entonces permanecía inédita—, valioso testimonio en el que se aportaban nuevos datos sobre la historia de los incas (Gálvez, 1998: XV, XXIV). Una segunda edición, más reciente, por el contrario, se basa en otro manuscrito, diferente en muchas partes del anterior y que se encuentra depositado en el British Museum de Londres (Gálvez, 1998).

      Largo ha sido el camino seguido por el manuscrito de Oliva. El primer escollo consistió en la expresa prohibición de autorizar su impresión, según orden del padre general de la orden en 1634. Téngase presente que el manuscrito que sirvió para componer la edición limeña de 1895 —adquirido por Felipe Varela de la biblioteca privada del erudito Manuel González de la Rosa— contenía únicamente los libros 1.º y 2.º de la obra —de los cuatro que componían la totalidad—, es decir, la Historia del reino del Perú (libro I) y la primera parte de las vidas de jesuitas, compuesta a fines del siglo XVI (libro II). Se sabe que González de la Rosa, a su vez, compró el primer volumen del manuscrito (libro I) al librero Wieweg, quien a su vez lo compró de Henri Ternaux Compans, bibliófilo francés que había editado una defectuosa e incompleta edición en francés de la crónica de Oliva en 1857. El segundo volumen manuscrito (libro II) fue adquirido por el mismo González de la Rosa en Lima, alrededor de 1882. De acuerdo con pesquisas recientes insertas en el estudio introductorio a la moderna edición de Oliva, ambos volúmenes formaron parte del manuscrito original que este depositó en el Colegio de San Pablo —donde murió en 1642—, en el que permaneció guardado hasta producirse la expulsión de la orden en 1767, cuando pasó a la biblioteca de San Felipe Nerí (ibíd.: XXIX).

      El manuscrito original de Oliva, constaba de un total de cuatro libros, como se desprende del texto de las sucesivas aprobaciones efectuadas por autoridades eclesiásticas a fin de publicarlo.9 Se ha concluido que el ejemplar actualmente depositado en el Museo Británico de Londres fue remitido por la provincia peruana de la Compañía de Jesús a la provincia española, donde tuvo gran acogida.10 No obstante, dicho manuscrito también se encuentra incompleto, pues sólo incluye el primer libro y no se puede determinar cuándo ni dónde fueron sustraídos los tres restantes. Un elemento valioso de la parte conservada es que consigna el índice original de toda la obra, escrito por el propio P. Oliva, donde se indica el título de cada uno de los cuatro libros que la conformaban y que de ese modo nos permite tener una idea siquiera aproximada de tan importante obra.

      ¿Qué cosa ameritaría haber evocado paraderos de manuscritos, alusión a bibliófilos e impacto de una obra? Una indagación de esta índole se explica en función de la necesidad de poder contar con una edición tal que reproduzca lo más fielmente posible el manuscrito original. Y ello lo hacemos en función de las citas hechas a la obra de Anello Oliva, tanto en los trabajos de Polo como en los de Silgado. Polo se basa en Oliva para indicar un sismo ocurrido en Lima en 1568; a diferencia de otras citas, en las que hace gala de su reconocidísima erudición, omite cualquier referencia a la obra de base de la que extrajo la información. Silgado cita a Polo, pero corrige la omisión aportando la referencia a la obra de Oliva en la que se contiene aquella; él mismo indica haber utilizado una Vida de varones ilustres de la Compañía de Jesús en la Provincia del Perú, indicando además lugar y supuesto año de edición: Lima, 1631. ¿Utilizó Silgado alguna edición desconocida, publicada en 1631? Definitivamente, no, porque la indicación al año 1631 solo se refiere a la fecha de conclusión del manuscrito en Lima, tal como el mismo Oliva lo dice. Además, recuérdese que dicho manuscrito nunca llegó a ser publicado, pues pesó sobre él un veto interno de la superioridad de la orden a pesar de las aprobaciones hechas por las autoridades jesuitas de Lima: Oliva mostró claras inclinaciones lascasianas —por consiguiente, de crítica abierta a los excesos de la conquista—, lo cual podría haber alentado ciertas reticencias de la Corona en la medida en que la publicación del manuscrito implicaba una explícita aprobación de la orden y la adhesión a las ideas ahí contenidas, lo que en términos prácticos hubiese significado el relajamiento de las excelentes relaciones que en ese entonces mantenían la Corona y los jesuitas.11

      La referencia de Silgado podría llevar a equívoco sobre una supuesta edición, desconocida para los historiadores; a pesar de lo reseñado, aún queda por identificar la fuente exacta referida por aquel. La única edición de la crónica de Oliva en castellano que Silgado pudo consultar había visto la luz en Lima, recién en 1895. Por otro lado, hasta el mismo título de la referencia ofrecida por éste también induce a equívoco, pues está indicando solo el título del libro segundo, a saber: De las vidas de los varones ilustres de la Compañía de Jesús de la Provincia del Perú con una breve crónica della. Lo sorprendente es que en este libro no hay mención alguna al sismo de Lima de abril de 1568; por el contrario, la referencia a este sismo se halla más bien en el libro primero, titulado De los reynos del Perú. Reyes que hubieron. Descubrimiento, conquista dellos por los españoles. Principio de la predicación evangelica con la entrada de la Religión de la Compañía de Jesús. Dividido en nueve capítulos —cada uno de los cuales se divide en varios acápites—, el libro primero representa el texto central de la crónica de Oliva. Y es en su capítulo octavo, dedicado a historiar el ingreso de los primeros religiosos jesuitas a Lima en 1568, donde se da cuenta del sismo ocurrido el 4 de abril de 1568, coincidente con el primer sermón pronunciado por el P. Jerónimo Ruiz del Portillo, quien encabezó el grupo pionero de jesuitas provenientes de España, y que “así al puncto que se començo el primero sermón tembló la tierra; como si se sintiera aquel grande peso de la eficaz palabra de Dios que con tal fuerza oía”.

      Por consiguiente, y en resumen: Polo utilizó a Oliva, aunque sin mencionarlo; Silgado siguió a Polo, identificando meritoriamente la autoría del jesuita, aun cuando haya equivocado la referencia bibliográfica; y lo que hemos venido a verificar, en suma —aunque en un


Скачать книгу