Shakey. Jimmy McDonough

Shakey - Jimmy  McDonough


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que se dedicaba a recorrer los bulliciosos campamentos de la industria maderera de la Columbia Británica en busca de material para sus tan apreciados relatos breves y artículos de revistas. «La libertad con la que se movía el tío Jack me sirvió de inspiración. Llegaba, como caído del cielo, con esa belleza rubia que tenía por esposa, y no paraba de comer, beber y contar historias. Entrabas en una habitación y te lo encontrabas allí, copa en mano, con el codo apoyado en la repisa de la chimenea, y todo el mundo escuchaba embelesado sus historias acerca del Norte.»

      Tras comprar a crédito una máquina de escribir Remington por cuarenta y ocho dólares en 1936, Scott empezó a enviar artículos para que se los publicaran, y su primera firma (y tres dólares) le llegaron de manos del Winnipeg Free Press, por un breve artículo sobre un viejo limpiabotas negro. De ahí pasó a trabajar de recadero en el periódico y, antes de que acabara el año, ya formaba parte del departamento de deportes, para el que cubría los eventos locales de hockey.

      Scott era —al igual que luego sería Neil— un tipo afortunado, intrépido y de una entrega obsesiva. En uno de sus primeros trabajos, que consistía en cubrir en directo la fuga de unos alemanes de un campo de prisioneros de guerra, Young se coló en el campamento usando una vagoneta, escuchó a escondidas lo que decían los soldados a través de la rejilla de la calefacción que había en el suelo de la habitación del hotel, se las arregló para encontrar alcohol en aquel descampado para conseguir que los oficiales se fueran de la lengua e incluso llegaron a amenazar con arrestarlo unos oficiales armados de la Policía Real Montada de Canadá. Y todo esto para conseguir «la noticia que otros eran incapaces de conseguir», como dice en su autobiografía. «La verdad es que admiro la tenacidad de Scott», comentaba Trent Frayne. «Decía: “Basta con pinchar una vena y dejar que salga un poco de sangre”.»

      Hijo también de la Depresión, Frayne vivía con Young y un grupo de otros escritores en ciernes en el 55 de Donnell Street en lo que la mujer de Trent, la novelista June Callwood, califica de «pensión magníficamente espantosa». Algunos de los escritores que Young conoció allí pasarían a ser sus amigos de por vida, y con el tiempo el grupo se ampliaría, para incluir a canadienses de la talla de Farley Mowat, Robertson Davies y Pierre Berton. A la mayoría de ellos fue Young quien los descubrió y presentó al resto del grupo. Como dijo Callwood: «Scott se encuentra a gusto en cualquier entorno. Es un hombre tan obsequioso, posee tal encanto, que se le abren todas las puertas».

      Scott Young en la portada de su autobiografía de 1994, A Writer’s Life. «Es un escritor de pura cepa», comentaba Neil. «Se obligaba a hacer cinco páginas; había días que apenas le costaba esfuerzo, pero otros era como si le sacaran una muela.» © Doubleday Canadá

      Con el pelo ondulado y una enorme y cálida sonrisa, Scott era todo un donjuán. Birdeen Laurence, una atractiva joven de cabello negro azabache, tenía el corazón dividido entre Scott y otro de los escritores del grupo de la pensión, Ralph Allen. Allen no era ni de lejos tan apuesto como Young, pero su carrera tardaba menos en despegar, así que cuando Birdeen acudió a Scott en busca de consejo, este le recomendó que fuera a lo seguro. Birdeen deslizó una desoladora nota de despedida bajo la puerta de Scott en la que lo calificaba de «persona noble», pero sus amigos vieron aquello como una tragedia. «Scott le tenía robado el corazón», comentaba June Callwood. «Pero no se esforzó lo suficiente por conseguirla. Creo que ambos se arrepintieron toda la vida. Creo que Birdeen Allen fue para Scott el amor de su vida, y tanto Ralph como Rassy siempre fueron conscientes de ello; a Rassy le ponía de los nervios.»

      Lo mismo ocurría con Merle Davies, otro bellezón que rondaba el Canoe Club. Como era de Montreal y se mostraba interesada por Scott, Rassy la llamaba «esa puñetera extranjera», incluso, por irónico que parezca, después de que se casara con Bob, el hermano de Scott. A veces, Rassy debía de sentirse acorralada. Por lo visto, Scott se enamoraba con frecuencia y apasionadamente, lo que le acarreó muchos problemas durante toda la vida. En su autobiografía, Young cuenta que una vez oyó por casualidad a una amiga contarle a Birdeen Allen que Scott le había pedido que se casara con él. «¿Y qué tiene eso de especial?», dijo Allen, bromeando. «Eso Scott se lo dice a todas.»

      Al preguntarle a Scott si veía algo de él en Neil, el tema de las mujeres fue el primero en salir a colación: «Me da la impresión de que Neil tiene una actitud con las mujeres parecida a la mía. Según me consta, no se puede decir que ni él ni yo seamos ningunos santos. Yo le pedía en matrimonio a la primera que se me cruzaba. Un tipo me dijo una vez que era un matrimoniator, refiriéndose a que mi adoración por las mujeres es tal que pierdo el juicio por completo cuando tengo enfrente a alguien que me gusta mucho; pero eso ya forma parte del pasado».

      Según bromeaba su hermano Bob: «Scott se regía por la máxima “quiérelas y luego abandónalas”. El problema es que Scott nunca las abandonaba y las seguía queriendo. Scott dejó toda una estela tras de sí; tenía mucho de mi padre en eso de resultar tan atractivo a las chicas, porque todas pensaban que era lo más, ¿sabes?».

      Por lo visto, Rassy Ragland también pensaba así y, haciendo caso omiso de las quejas de sus amigos, rompió su compromiso matrimonial anterior para poder casarse con Scott el 18 de junio de 19407, cuando ambos tenían veintidós años. «Éramos unos críos», dijo Scott, que relataba cómo se declaró a Rassy durante una de sus apasionadas visitas a la pensión. «En medio de aquel calentón, le dije: “A lo mejor deberíamos casarnos”. Rassy se incorporó inmediatamente y preguntó: “¿Cuándo?” Era algo típico de los dos el que Rassy hubiera decidido que iba a casarse conmigo y que yo no se lo iba a discutir.»

      Rassy y Scott eran una pareja llena de vitalidad; ambos eran muy avispados y tenían una gran voluntad. «Rassy era muy diferente a Scott», comentaba Pierre Berton. «Scott se tomaba las cosas con calma, nunca se enfadaba mucho; Rassy se ponía hecha una furia fácilmente, pero no tardaba en calmarse.» El comedimiento de Scott le parecía excesivo a Rassy, que venía de una familia muy temperamental. «Madre no podía con Scott», comentaba Rassy. «Pensaba que era demasiado inglés.»

      Rassy siempre se salía con la suya. Scott cuenta que una vez, cuando él se propuso invitar a la boda a una antigua novia, discutieron. Tras mucho discutir, Rassy acabó por ceder, pero meses más tarde Scott encontraría la invitación para aquella mujer escondida debajo de unos catálogos. «Hay muchas maneras de ganar una discusión», dijo riendo. «Rassy no permitía que le llevaran la contraria y, si lo hacías, aquello se convertía en una gravísima ofensa.»

      Según Bob, el hermano de Neil: «Rassy no se dejaba intimidar por nadie. Desdeñaba cualquier tipo de autoridad, porque su autoridad era la única que valía. Mi padre, por otro lado, venía de un entorno muy pobre y tuvo que luchar mucho para abrirse camino, y siempre le resultó violento enfrentarse a la autoridad».

      A pesar de todo, Scott siempre daba la cara por Rassy, incluso en las circunstancias más difíciles. Rassy tenía fama de cotilla y una vez fue por ahí contando cosas que hicieron mucho daño a una de las amigas de la pareja, para gran consternación de las otras mujeres de su círculo de amigos. «Birdeen y June, y no sé quién más, se confabularon contra Rassy», recuerda Scott. «Querían organizar una reunión con ella, imagínate. Escribí una nota —con copia a todas las mujeres involucradas— y las mandé a tomar por culo.»

      Treinta años después, al escribir sobre su familia en Neil and Me, Scott se seguía mostrando respetuoso. No hacía referencia a los defectos de Rassy; al único que dejaba en mal lugar era a sí mismo, al revelar sus múltiples aventuras, lo que seguramente haya contribuido aún más a que le cuelguen el sambenito de padre que abandonó a su familia. Hasta a los amigos de Rassy les pareció que había sido demasiado magnánimo con ella en su libro, pero tampoco les sorprendió. «Scott es muy cortés con las mujeres», dijo June Callwood. «No habla de sus defectos.»

      A diferencia de sus dos hermanas, Rassy se dedicó en exclusiva a sus labores como esposa y no se tomaba nada a la ligera las tareas domésticas. «Sentía devoción por Scott y se esforzaba al máximo por ayudarlo y ser la esposa modélica», comentaba June Callwood. «Rassy era muy creativa y puso todo


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