Shakey. Jimmy McDonough

Shakey - Jimmy  McDonough


Скачать книгу
fundador de Farm Aid, ha recaudado millones para los granjeros estadounidenses y, con Pegi, ha hecho lo propio para los niños a través del Bridge School. Young nunca se corta a la hora de expresar su opinión. Ha sido un férreo crítico de la industria musical, en particular de temas como la grabación digital y el patrocinio de las grandes empresas. También ha criticado la política medioambiental del gobierno estadounidense. En los ochenta, mostró abiertamente su apoyo a Ronald Reagan. Si hay algo que no es, es previsible. Para bien o para mal, Neil Young siempre ha hecho las cosas a su manera.

      Su determinación resulta inspiradora, pero también puede llegar a convertirse en agotadora e incluso en aterradora. Neil Young tiene su lado oscuro. Como él mismo reconoce, ha dejado a su paso «una gran estela de destrucción».

      Un día, mientras hablaba con Gary Burden —director artístico de una de las mejores portadas de Young y amigo suyo desde hace muchos años—, salió el tema de la voluntad de Neil y yo le dije que me daba la impresión de que se tratase de quien se tratase al final todo el mundo cedía ante Shakey. Burden se rio. «Ah, sí. Yo también lo hice. Y tú estás en ello. Neil es un músico como la copa de un pino, pero también es un cabronazo sin escrúpulos. Él siempre va a la suya, siempre está maquinando algo.»

       —¿Alguna vez has mirado al Diablo a los ojos?

      —No. No me hagas esto.

       —Es una frase que repites constantemente en las entrevistas.

      —Sí… [mira al autor a los ojos] Jimmy, mírame a los ojos, je, je. Te lo tengo que preguntar: no serás tú el Diablo, ¿verdad?

       Tío, odiaría tener que escribir mi autobiografía, cuanto más lo pienso, más claro lo tengo.

       —Entonces a lo mejor deberíamos devolver el dinero de una puta vez.

       —Je, je. ¿Por qué no les sacas toda la pasta que puedas y después entierras el libro de los cojones? Puedes huir a Panamá. Venga, yo te cubro, je, je. Y luego, cuando me muera, todo el mundo podrá leerlo. ¿Qué me dices? Es una buena idea, lo único es que me tendría que morir demasiado pronto.

       —Bueno, o yo.

      —Pues eso.

      Cuando era un chaval, la música de Neil Young cambió mi vida. Un capricho de la fortuna quiso que entrara en su mundo. Era alguien a quien admiraba y quería saber cómo era por dentro; quería abrirle el cerebro con un abrelatas para sacar en claro qué era aquello que fluía por allí que conseguía conmover y llegarle al alma a medio planeta.

      Fue un largo viaje y hubo veces que pensé que acabaría conmigo. Durante este periplo de algo más de una década murieron diez de las personas a las que había entrevistado; hubo matrimonios que se hundieron, familias que se distanciaron; se produjo un vaivén de músicos. Y Young, entretanto, no paraba de avanzar; siempre buscando, creando. Era una locura seguirle el ritmo. Nuestras entrevistas se sucedieron a lo largo y ancho del continente y siempre a la carrera: en aviones, en coches, incluso en barcos. Hay que decir que aún me quedan suficientes preguntas sin responder como para mantenerme ocupado otra década más. Esta obra no es un obituario, sino una pintura de acción, un proceso inacabado.

      A Young no es que le entusiasmara demasiado la idea de abrir de par en par aquellas puertas de su intimidad que había conseguido mantener cerradas a cal y canto durante años. ¿Acaso le entusiasmaría a alguien? Al empezar con el libro le comentó a un colega: «Ya le dije a Jimmy que se iba a encontrar con mogollón de resistencia a la hora de poner en marcha este proyecto. Lo que no le dije es por parte de quién». Debería haberlo visto venir. Hacer promoción no es algo que apasione a Neil. En una ocasión, declaró a la revista Newsweek a propósito de las entrevistas: «No es algo que juegue a mi favor, porque no quiero estar ahí. Casi preferiría que se reconociera mi ausencia, y no mi presencia».

      Así que este libro en cierto modo es todo un misterio; un relato de detectives psicodélico. En una cita aparecida en un viejo recorte de prensa, Neil ya me daba una pista: «Parte de la gente de mi entorno piensa que soy un fenómeno, cuando en realidad los fenómenos son toda esa gente que tengo alrededor». Así que le hice caso y entrevisté a cientos de personas que habían formado parte de la vida de Young de un modo u otro, muchos de los cuales nunca habían hablado del tema hasta entonces. Los testigos de Young pasaron a ser mis guías. Me embarqué en mi propio viaje a través del pasado4, siguiendo sus huellas desde Canadá hasta Los Ángeles y de ahí al resto del mundo. Lo curioso del caso es que cuando por fin regresé y fui a verlo, Young se mostró de lo más interesado en saber qué traía conmigo a mi vuelta. «Yo no puedo hacer esto», me dijo con nostalgia. «Pero tú, sí.»

      Intercalada con el texto biográfico se va desarrollando una interminable entrevista con Young, que va vagando cual fantasma por el recorrido de su propia vida. Es como si en Ciudadano Kane Charles Foster Kane aún siguiera vivo y feliz en Xanadú y estuviera dispuesto no solo a hablar conmigo —aunque fuera a regañadientes—, sino que además al final me acabara llevando hasta el núcleo central de su proceso creativo para desvelarme el secreto de su éxito.

      Esta también es, por supuesto, una historia sobre el rock and roll: lo que significa para Young y lo que ha significado para mí. ¿Es raro cambiar o es el único modo de sobrevivir? Y ¿es mejor quemarse que apagarse lentamente?

       —¿Cuáles crees que son tus defectos?

       —Joder, ¿cuánto tiempo tienes?

       —De sobra.

       —Bueno, pues yo no tengo tanto tiempo, así que vuelve a escuchar el resto de las cintas y punto. Ya te contarán los demás todo sobre mis defectos, y seguro que estarán en lo cierto; todos ellos.

       —Qué fácil ha sido. Mira, así me ahorro tener que contrastar la información.

       —Je, je.

       —¿Te consideras una persona reservada?

       —No, no, no. ¿Tú crees que lo soy?

       —Joder, reservado de cojones.

       —«Reservado.» ¿A qué te refieres? ¿En qué sentido? Hostia, es que no paras de hacer preguntas, ¡es que es toda mi puta vida! Cuando me miras, pienso: «Coño, este tío ha hablado con todo el mundo que conozco, joder; con gente de la que ya me había olvidado».

       Te los he puesto a todos en bandeja. Te he cedido a todos mis amigos. Ahora soy yo el responsable, o sea que espero que el libro de los cojones sea bueno, porque, si no, voy a quedar como un capullo. Uf, Jimmy, no me gustaría nada estar en tu pellejo.

       —Eeeeeeeeh, que esto va tocando a su fin, así que ahora no me jodas.

       —Me ha gustado ese comentario; muy alentador, sí, señor. He intentado cooperar contigo de la mejor manera que he podido, pero ahora me alegro de estar a punto de acabar. Solo de pensarlo llego al nirvana, pero me he propuesto completar esta tarea hasta el punto que sea factible hacerlo, que es precisamente este momento. Después ya…

       Es difícil escribir un relato sobre mí, porque esta no es más que la primera parte.

       —Quiero que eso figure en el libro, en la portada.

       —¿Que es la primera parte? Tú mandas, tío. Es tu libro.

       —¿Qué?

       —Digo que es tu libro, así que tú sabrás lo que haces con él, je, je, je.

      CAPÍTULO 2 MR. BLUE Y MR. RED

      «Pasa. Está abierto.» Me hallaba frente a la puerta mosquitera, con la mano en alto a punto de llamar, cuando esa voz incorpórea procedente del interior me invitó a entrar de manera un


Скачать книгу