La cosecha. Eduardo C. Fernández

La cosecha - Eduardo C. Fernández


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arzobispo Patricio Flores, después de haber demostrado por qué la primera evangelización de los indígenas de México había sido tan traumática, muestra lo que, a pesar de todo, infundió esperanza en esta gente:

      Los indígenas estaban profundamente enraizados en su tradición y en sus costumbres; tenían un gran amor por su templo, sus danzas y sus muchas prácticas; y los españoles llegaron con la intención de convertirlos no solo al Estado Español Europeo, sino también a la cultura occidental. Esto fue algo penoso, muy penoso para los indios, porque fueron forzados a aprender una lengua nueva y a aceptar un nuevo estilo de vida; pero, en medio de todo esto, Nuestra Señora de

      Flores está muy consciente de que la evangelización de los indígenas mexicanos no tuvo lugar en un vacío religioso. Nuevamente es cuestión de intentar comprender el contexto de la evangelización, ya sea religioso, filosófico o geográfico. Un enfoque en la historia del suroeste de Estados Unidos (que algunos denominan las “tierras fronterizas españolas), territorio que ha sido tradicionalmente el más hispano, revela mucho acerca del sistema religioso y filosófico que caracterizó la cosmovisión española en el periodo colonial.

      Pero la codicia, que a menudo enceguece el alma humana, no era la única motivación de los conquistadores. Los impulsaba también la convicción de que eran los cruzados de una misión divina: atraer nuevas tierras y nuevos pueblos hacia el “único Dios verdadero”. Después de todo, esta mentalidad de cruzada había logrado la expulsión de los moros y los judíos de España en 1492. Por lo tanto, sin duda alguna, se sentían moralmente superiores a los amerindios que empezaban a sojuzgar. Cristóbal Colón, escribiendo al rey y a la reina de España en 1492, sintetiza esta convicción:

      Vuestras Altezas, como cathólicos cristianos y príncipes amadores de la sancta fe cristiana y acreçentadores d’ella y enemigos de la secta de Mahoma y de todas idolatrías y heregías, pensaron de enbiarme a mí, Cristóval Colón, a las dichas partidas de India para ver los dichos prínçipes y los pueblos y las tierras y la disposiçión d’ellas y de todo, y la manera que se

      Es interesante notar que esta combinación de codicia y entusiasmo religioso también jugaría un papel dos siglos y medio más tarde, en la ocupación del suroeste mexicano, cuando Estados Unidos siguió una ideología similar conocida como el “destino manifiesto”. La ideología católica romana de esa época estaba muy influenciada por el escolasticismo y la teología de santo Tomás de Aquino. Sobre esta base, podríamos sentir la tentación de recurrir solamente al escolasticismo y al tomismo para encontrar la explicación de lo que pensaron e hicieron los españoles. Sin embargo, la explicación es necesariamente más complicada, como también tendríamos que ir más allá de la pompa religiosa española en el siglo XVI para comprender las enseñanzas básicas del cristianismo. La religiosidad popular de la época, muy medieval en su inspiración, en muchos aspectos era tan tradicionalmente católica como los sistemas filosóficos tomistas de los teólogos académicos prevalecientes a lo largo de los siglos.

      A pesar de todo lo que acabamos de afirmar, es importante tener presente que la evangelización de las Américas no se llevó a cabo en un vacío religioso ni filosófico. Los amerindios tenían sus propios lenguajes y creencias religiosas

      respecto a lo sagrado y al cosmos. David J. Weber, resumiendo las ideas de Turner, traza la siguiente distinción entre la tradición religiosa de los españoles y la de los amerindios, concluyendo que en cierto sentido la tradición judeo-

      cristiana de los españoles los había sacado del mundo del mito:

      No importa lo que pensemos acerca de las distinciones que hace Turner con respecto a lo que él llama “mito”, no hay duda de que estas diferencias religiosas y filosóficas no se pueden pasar por alto en el estudio contemporáneo de fenómenos tales como el sincretismo


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