La cosecha. Eduardo C. Fernández
1) un especial amor por la tierra y el ambiente natural; 2) una fe profunda en lo sobrenatural; 3) el cultivo de varias formas de arte, como la pintura, la danza y el tejido, y una tecnología de subsistencia que incluía la agricultura y la caza. En lo referente a la primera característica, el amor a la tierra, él ofrece algunos ejemplos:
“La tierra es mi madre”, como lo expresó un indio Spokane. Los indios Taos, en Nuevo México, respetaban tanto la tierra que caminaban con zapatos suaves durante la primavera, creyendo que la tierra estaba embarazada en esa temporada del año y que no debían hacerle daño al cuerpo de su madre. Las montañas eran santuarios sagrados y los lagos eran la habitación de los dioses19.
Otro aspecto de la conquista europea y de la primera evangelización de las poblaciones indígenas en las Américas se relaciona con la época en la que estas fueron conquistadas por los europeos. Por ejemplo, la feroz explotación y las enfermedades causaron casi la total erradicación de los indios del Caribe, la base inicial de las operaciones españolas. La presencia actual de tantos descendientes de africanos en esa región refleja el hecho de que pronto se traían esclavos para reemplazar a la población indígena que estaba desapareciendo rápidamente. En unas pocas décadas, los conquistadores españoles, encontrándose con imperios monumentales, como por ejemplo el de los aztecas y el de los incas, se dieron cuenta de que la labor indígena era un recurso que debía preservarse y no explotarse sin cuidado. De hecho, los matrimonios mixtos, o por lo menos la paternidad de lo que se llamaron hijos mestizos, se volvió un hecho común.
Volviendo nuestra mirada hacia el área que ahora corresponde a Estados Unidos, por ejemplo, se pueden notar diferencias entre los pueblos indígenas. Algunas tribus, como los “Pueblo”, tenían estrechos vínculos con los españoles. Y también, durante siglos, muchas naciones indígenas se habían hecho recíprocamente la guerra. J. Manuel Espinoza sostiene que “después de todo, es muy probable que España salvó a los indios ‘Pueblo’ de ser exterminados” (a mano de otras tribus indígenas20).
Tal vez sea más apropiado dejar que los historiadores debatan la aseveración de Espinoza. Sin embargo, queda establecido que es preciso evitar reunir a todos los amerindios en un solo montón, como si hubieran constituido un pueblo unificado al tiempo de la conquista. Y también tenemos que evitar el error similar de considerar a los españoles monolíticamente. La propugnación de la Leyenda Negra, o sea, la constante e indiscriminada condena de los españoles por su conquista y explotación de las Américas, y al mismo tiempo, la mitigación de la explotación de esta parte del mundo realizada por otras naciones europeas, se hace presente una y otra vez en la historia de Estados Unidos y de la Europa nórdica. Allan Figueroa Deck señala su presencia hasta el día de hoy21.
Hace casi tres décadas, igualmente, en su primer artículo publicado, Deck pidió tal interpretación matizada de la historia del papel de la Iglesia en América Latina22. Su tesis es que no es justo afirmar que todos los miembros del clero, en la historia de Latinoamérica, han estado siempre del lado del opresor. Como ejemplos, cita a Bartolomé de las Casas, Bernardino de Sahagún, y más recientemente, al obispo de Cuernavaca (México), Sergio Méndez Arceo, defensores de los derechos humanos en las Américas23. H. McKennie Goodpasture hace la misma observación en su colección de ensayos:
Los europeos dominaron rápidamente toda región a la que entraron. Con la ayuda de los frailes misioneros, los conquistadores pacificaron y evangelizaron a los indios, y también utilizaron su trabajo. Los métodos empleados ocasionalmente crearon problemas para la conciencia europea. Cuando surgían las protestas, generalmente provenían de las órdenes misioneras. Esto no era sorprendente, porque cuando se estableció la Iglesia entre los indios, el proceso había implicado no solamente la coerción, sino también una genuina preocupación pastoral. Los misioneros sensibles podían ver el impacto destructor del trabajo forzado. Sin embargo, los pocos profetas que había entre ellos no pudieron poner alto a la esclavitud24.
Hasta ahora, se ha hecho un esfuerzo para impedir que el lector llegue a conclusiones superficiales basándose en una lectura simplista de la historia. De la misma manera que había una gran diferencia en términos de composición y de comportamiento de los europeos, había también grandes diferencias entre las poblaciones indígenas. Para empezar, unas eran nómadas y otras sedentarias. La misma geografía es una fuerza poderosa que hay que tomar en consideración, y eso no siempre se hace. Primero, se necesita una mirada a la nacionalidad de los misioneros y, en segundo lugar, una mención acerca del papel que desempeñó la geografía en la conquista y la evangelización de las Américas.
De muchas maneras los misioneros fueron los agentes primarios de la evangelización y del colonialismo español, no obstante, ellos no siempre eran españoles. Theodore Edward Treutlein, usando a los jesuitas como ejemplo, sostiene que “desde un punto de vista religioso, un jesuita que trabajaba en los campos misioneros de la América colonial española no tenía nacionalidad, simplemente servía a Dios y consideraba al rey de España como agente de la cristianización entre los paganos americanos”25. A pesar del absolutismo español, que era muy antagónico hacia todo lo “extranjero”, muchos misioneros no españoles lograron viajar a las Américas. En un sistema como el que caracterizaba a las misiones y los presidios, la presencia de misioneros franceses, flamencos, irlandeses, alemanes, checos, húngaros, italianos y polacos, no debe pasarse por alto en el esfuerzo por entender la vida en el imperio colonial. Estos hombres traían consigo muchas habilidades que dieron forma a la nueva civilización de las Américas. Entre los más hábiles estaban los hermanos legos, que componían un extenso porcentaje de los jesuitas extranjeros en América Latina.
En las filas de los hermanos legos se podían encontrar barberos, cirujanos, boticarios, torneros, herreros, tejedores, carpinteros, sastres, trabajadores de metales, arquitectos, ebanistas, panaderos, cocineros, escultores, pintores, fundidores de campanas, albañiles, cerrajeros, textileros, orfebres, fabricadores de órganos, relojeros, bataneros y latoneros. En la provincia de Chile, en particular se nota un gran número de hermanos legos que eran especialistas en varias artes y oficios. La presencia de numerosos hermanos legos jesuitas en Chile puede ayudar a explicar las acusaciones hechas en contra de los jesuitas chilenos poco antes de su expulsión al tenor que la Compañía competía en los negocios, el comercio y las fábricas con los mercaderes y artesanos españoles, con menoscabo de esos últimos26.
Además, el hecho de que muchos de estos misioneros, por ejemplo, los jesuitas y los franciscanos, sufrieran una o más expulsiones de estos territorios, hace surgir la pregunta de qué sucedió cuando ellos ya no estaban a cargo.
La geografía fue crucial en la formación del vasto imperio español y el portugués. En una situación en la que las jefaturas de cada uno estaban literalmente a un mundo de distancia, el control político y el religioso no se podían obtener fácilmente. A veces, por ejemplo, en la época de la Guerra de sucesión española (1702-1713), España, metida en un embrollo económico, político y espiritual, tenía muy pocas energías o recursos para dedicarse a estos remotos puestos de provincia como Nuevo México27. El imperio era inmenso y abarcaba una gran variedad de terrenos. De los vastos desiertos a los bosques, de las montañas a los llanos, estos extensos territorios no se administraban fácilmente. Áreas como Nuevo México quedaron aisladas. Allá, las tradiciones españolas se hicieron más fijas. Aún hoy en día, algunos habitantes de Nuevo México hablan todavía un castellano más bien arcaico. Una mirada simplista al imperio español y al portugués en el transcurso de los siglos ignora el papel que jugaba la geografía en templar la influencia y los avances europeos en las Américas.