La predicación. Jorge Óscar Sánchez

La predicación - Jorge Óscar Sánchez


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      Los fundamentos del discipulado son la lectura de la Biblia, la oración, la asistencia a la iglesia para adorar y la evangelización. Todo pastor querría que cada asistente de su congregación practicase esas cuatro disciplinas. ¿Pero qué ocurre cuando un predicador sirve ensalada todos los domingos? Las personas se sienten confundidas.

      Tantas veces he recibido la queja: «Yo leo mi Biblia, pero no encuentro todo lo que el predicador dice...». Una hermana me dice después de un culto: «¿Cómo hizo ese predicador para sacarle tanto a ese texto?». Mi respuesta fue: «No le sacó, le puso». Cuando un predicador no es expositivo, las personas al escucharle hablar llegan a la conclusión que el estudio de la Biblia debe producir los mismos resultados. Y como los principiantes no pueden hacer lo mismo que hace el palabrero, se desalientan y abandonan.

      Por el contrario, cuando las personas oyen al Pastor, y lo ven que avanza por las Escrituras elucidando el texto y trayéndolo a la vida con sus explicaciones relevantes, entonces, pueden ver de primera mano en qué consiste un buen estudio de la Palabra. Cuando el Pastor le enseña a estudiar la Biblia a los suyos tal como él mismo lo hace, los creyentes también son alentados a ser buenos estudiantes de la Biblia. Y siendo que la mayoría aprendemos copiando de buenos modelos, no hay mejor modelo para imitar que el de un predicador que estudia la Biblia tal como veremos en el capítulo 11.

       La predicación expositiva produce discípulos maduros

      Si el predicador siempre habla de textos aislados, es como si le pidiéramos a alguien que arme el rompecabezas y no le mostramos la tapa de la caja. Si el predicador es fiel a la palabra, no dudamos que el espíritu de los oyentes será alimentado, su fe fortalecida, y sus vidas se harán fructíferas. Pero la efectividad de los discípulos en el servicio será limitada, si toda la vida lo único que reciben son partes aisladas de la verdad. Por otro lado, cuando un predicador combina la exposición de libros de la Biblia, series de sermones temáticos sobre distintos aspectos de la doctrina y la práctica, producirán discípulos balanceados. Si el predicador se propone predicar todo el consejo de Dios (Hch. 20:27) a la congregación, el resultado serán personas completas en Cristo Jesús (Col. 1:28).

       El predicador tiene una fuente inagotable de temas interesantes para proclamar

      Cuando uno está dando los primeros pasos en esta tarea, qué difícil se hace saber cuál será el tema de nuestro próximo sermón. Empero, cuando uno decide confiar en la sabiduría de la Palabra y se propone predicar un libro de la Biblia, sección por sección, la tarea se simplifica de forma notable. Por ejemplo, cuando llegué a la iglesia que pastoreamos en el presente, me propuse comenzar mi ministerio predicando el evangelio de Marcos en el culto principal de los domingos. Lo hice con la convicción de que la necesidad más imperiosa que todos los humanos, cristianos y no cristianos tienen, es la de conocer a Jesús. Prediqué más de setenta sermones sobre la vida de Cristo siguiendo la estructura del segundo evangelio. Lógicamente, no los prediqué de forma consecutiva, porque a lo largo del año debemos hacer cortes naturales que nos indica el calendario. En diciembre, debemos hablar sobre Navidad; en marzo/abril, sobre los eventos alrededor de la cruz y la resurrección, etc. Sin embargo, si usted observa los temas que trata este evangelio, es imposible ser aburrido. En Marcos vemos a Jesús ejerciendo su autoridad sobre el día de reposo, los demonios, las enfermedades, y la muerte. Nos enseña sobre la oración, la fe, el matrimonio y el divorcio. Lo vemos al Señor enfrentando a los miembros de su propia familia, a los fariseos, al joven rico, a Bartimeo. ¿Cree usted que se puede ser aburrido enseñando la vida de Cristo? ¡Imposible!

      ¿Cuál fue el resultado de predicar el evangelio de Marcos en nuestra iglesia? La predicación le abrió las puertas a Jesús para que viniese a nuestra iglesia, y hoy somos 10 veces más que cuando empezamos. Lo cual me lleva a darle una palabra de consejo a usted que es más joven. Si usted está plantando una nueva iglesia, si es llamado a ser pastor de una iglesia con décadas de vida, si es llamado a ser Pastor de una iglesia que acaba de tener una división, no importa cuál sean las circunstancias, exalte a Cristo y él se ocupará del resto. En forma especial le recomiendo que predique del evangelio de Marcos si llega a una iglesia donde los hermanos chorrean sangre de heridas emocionales que han tenido por malas experiencias del pasado. Lo que más se precisa en esos casos es forzar a las personas a mirar hacia adelante, a mirar a Cristo y creer que por su poder lo mejor está por llegar. Además, recomiendo el evangelio de Marcos porque es el que mejor responde a la situación de nuestro pueblo en Latinoamérica donde el ocultismo y la brujería abundan, y en consecuencia millones viven oprimidos por demonios y sufren de enfermedades que tienen su origen en el mundo invisible. Y nada los podrá ayudar fuera del nombre de Jesús y su poder.

       El sermón para quien predica en forma expositiva, ya está creado. Es el escritor bíblico quien le ha dado forma para nosotros.

       El predicador no tiene que crear el sermón, porque ya está hecho

      Cuán difícil es hacer un buen discurso cuando no tenemos una base de la cual partir. Los oradores seculares deben luchar para reunir información que le dé sustento sólido a su exposición y luego deben usar todas sus capacidades mentales para presentar lo que han reunido de forma atractiva. Esta es una tarea ciclópea. Los predicadores cristianos que no usan la exposición del texto bíblico, igualmente, deben recurrir a todas sus capacidades mentales, educativas y emocionales para producir un sermón atractivo. El resultado es que en el 90% de los casos fracasan rotundamente. En mis clases de Homilética, el primer sermón que le pido a mis estudiantes es que proclamen: «Mi mejor sermón». Ese sermón es el mejor que han producido hasta aquí. Ese es el sermón que demuestra todas sus habilidades mentales, capacidad de razonamiento y argumentación, que demuestra su nivel educativo y habilidades comunicativas. Tristemente, la gran mayoría al no haber sido formados en la ciencia de la exposición bíblica usan un texto y sobre él tratan de construir un palacio. Tristemente, por lo general construyen apenas una choza.

      Por el contrario, cuando mis estudiantes aplican lo que estamos compartiendo en este libro, al final del curso el nivel de calidad de sus sermones siempre crece de forma increíble. Mientras al principio ofrecían algo endeble, al final de dos semestres de clases y práctica terminan ofreciendo algo bien sólido. La razón es simple, el sermón para quien predica en forma expositiva ya está creado. Es el escritor bíblico quien le ha dado forma para nosotros. Para el expositor la tarea es mucho más sencilla porque el sermón ya está hecho. Él solamente debe ser creativo y usar su imaginación para ofrecerlo de forma inspiradora para el bien de sus oyentes. El predicador expositivo, cuando finalmente aprende a usar sus herramientas correctamente, tiene una tarea mucho más sencilla que aquel que parte de cero.

      La predicación expositiva glorifica a Dios

      La predicación bíblica que reúne las características que mencionamos produce resultados visibles, genuinos y poderosos porque Dios siempre se ocupa de bendecir esa predicación. Dice Dios a través de Isaías: «Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, …pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra» (Isaías 66:2). Cuando un ser humano toma conciencia que en él no mora el bien, aprenderá a desconfiar de sí mismo y a confiar solamente en las promesas de Dios. Cuando desprecia la arrogancia intelectual y su autosuficiencia, y aprende a apoyarse solamente en Dios y su palabra eterna, siempre tendrá poder espiritual creciente y sobrante. Cuando no forma sus convicciones mirando a otros predicadores y celebridades de moda, sino que tiembla delante de la palabra de Dios, y la predica con pasión, Dios se ocupará de que su ministerio sea fructífero y creciente. Cuando un predicador tiembla frente a la Biblia y la anuncia con fe, el reino de las tinieblas retrocede, las almas son libradas de la muerte y el nombre de Cristo es glorificado. Dios, tal como lo promete, mira a esa persona y honra su mensaje. «Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para lo cual la envié» (Isaías 55:10-11).

      Los predicadores expositivos que honran a Cristo y a su palabra siempre pastorean iglesias que


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