La predicación. Jorge Óscar Sánchez

La predicación - Jorge Óscar Sánchez


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para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido por el mundo». Mucho más importante aún para aquellos que son líderes del pueblo del Señor es ¿cómo podemos proteger al rebaño de estos lobos disfrazados de ovejas? ¿Cuál es la manera más efectiva? Más importante aún, ¿cómo podemos edificar cristianos sólidos que tengan los conocimientos requeridos para reconocer a los lobos que vienen disfrazados de ovejas?

       La predicación bíblica incesante siempre ha sido el medio más usado por Dios, porque es el único medio.

      En el párrafo de 2 Timoteo que citamos más arriba el apóstol responde nuestro interrogante: «Te suplico encarecidamente delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su Reino, que prediques la palabra y que instes a tiempo y fuera de tiempo. Redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina...» (2 Tim. 4:1-2). El mejor medio de proteger al rebaño de los oportunistas, ladrones, y falsos maestros es ¡predicar la palabra! De manera continua, sistemática, incansable, señalando la gran necesidad humana y también la salvación gloriosa que tenemos a nuestro alcance en Cristo Jesús nuestro bendito Señor y Salvador. La predicación bíblica incesante siempre ha sido el medio más usado por Dios, porque es el único medio. La iglesia nació mediante un sermón, y el evangelio se difundió por todo el mundo de forma poderosa y efectiva mediante la predicación apostólica. Así, una vez más, Pablo nos recuerda a nosotros, del mismo modo que le recordaba a los tesalonicenses en sus días, que las iglesias se establecieron por la predicación de la palabra: «Por lo cual también nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes» (2 Ts. 2:13).

      Pienso que todos los cristianos genuinos quisiéramos vivir vidas que agraden a Dios y lleven frutos abundantes para gloria de su nombre. En consecuencia, es primordial que nuestras vidas y ministerios tengan un fundamento sólido y una inyección de poder de lo alto. Sin embargo, millones en el presente día olvidan con demasiada frecuencia que es la predicación de la Biblia lo que Dios eligió como el canal favorito para que fluya su poder: «Enviaste tu palabra y los sanaste» (Salmo 107:20), exclama el salmista. Por lo tanto, si queremos ver obras de poder notables, prediquemos la palabra. La mejor contribución que la iglesia puede hacer en el día de hoy para una generación en conflicto, atemorizada y confundida es proclamar la palabra de Dios de manera poderosa, consistente y relevante. Si cumplimos la exhortación del apóstol a Timoteo, edificaremos discípulos sólidos que no serán arrastrados por cualquier viento de doctrina proveniente de tantos «pulpiteros» populares, y tantas veces fraudulentos.

       La mejor contribución que la iglesia puede hacer en el día de hoy para una generación en conflicto, atemorizada y confundida es proclamar la palabra de Dios de manera poderosa, consistente y relevante.

      Sin embargo, al decir que debemos predicar la palabra alguien justamente puede preguntar: «Pero, ¿qué quiere decir con ‘la palabra’? En nuestra iglesia siempre se ha predicado la Biblia. Después de todo, cuando un individuo sube al púlpito y lee la palabra de Dios a la congregación, ¿no es esa práctica anunciar la palabra? Cuando un pastor hace que la congregación busque y lea mil versículos durante el sermón, ¿no es eso predicar la palabra? Cuando se cuenta una historia actual, y se la bautiza con algunas verdades tomadas de la Biblia, ¿no significa esa práctica que estamos predicando la palabra?». Al preguntar en el título de este capítulo ¿Cuál es la predicación que Dios bendice?, queremos responder: la predicación expositiva de su palabra. ¿Qué significa, entonces, predicar la palabra de Dios en forma expositiva?

       La verdadera predicación siempre comienza con un estudio serio, concienzudo y exhaustivo del pasaje bíblico a comunicar, pero es mucho más que eso.

      Antes de ofrecer algunas definiciones será útil mencionar dos conceptos erróneos en relación a la predicación expositiva de la Biblia:

       1. La predicación expositiva no es un tipo de sermón

      Hace tiempo leí a un autor que enseñaba que hay tres tipos de sermones: temático, textual y expositivo. Y explicaba que la diferencia entre el textual y el expositivo es el largo del pasaje que se predica. Este autor tiene un error fundamental de concepto. En el capítulo 6 analizaremos qué clases de sermones se pueden presentar. Sin embargo, desde ya queremos enfatizar que el método expositivo es esencialmente una filosofía en cuanto a nuestra tarea. Debemos recalcar que todo sermón que presentamos, debe estar sustentado en la exposición clara, precisa y práctica del texto bíblico. Ya sea que entreguemos un sermón evangelístico o uno de edificación, siempre debe ser expositivo. Sea que abarque un solo texto, un párrafo de 10 versículos, o que sea la explicación de un determinado tema bíblico, el principio siempre es el mismo, debemos explicar a los oyentes lo que dice el texto bíblico. Si la ocasión es predicar en la iglesia, en una cárcel, o en un congreso, la regla se mantiene. El predicador siempre debe buscar abrir el tesoro que contiene el texto o el párrafo de la Biblia que buscamos comunicar a nuestra audiencia.

       El método expositivo es esencialmente una filosofía en cuanto a nuestra tarea.

       2. No es un comentario verbal de la Biblia

      Usted está familiarizado con la cantidad de comentarios que existen sobre la Biblia. Algunos cubren toda la Biblia, otros todo un testamento, otros solamente un libro. Algunos de ellos son simples y elementales, destinados a ser leídos por la gente que no tiene educación teológica. Otros son eruditos y sofisticados, basados en los idiomas originales, diseñados para educar profesores de seminarios. Algunos son breves, otros son kilométricos. Pero lo que todos tienen en común es el método que emplean, es decir, ir palabra por palabra buscando analizar, explicar e interpretar el texto bíblico. Como veremos en el capítulo 11, la predicación expositiva está basada en el análisis exegético y cuidadoso del texto bíblico, pero es mucho más que un comentario frío, árido y sin vida.

      Hace años llegó a nuestra iglesia un predicador invitado para un evento evangelístico que reclamaba para sí mismo el título de ser un predicador expositivo. Ante una audiencia cargada de no cristianos, comenzó con un análisis gramatical del pasaje, palabra por palabra: participios, conjunciones, preposiciones, verbos, etc. Todos salimos muy educados en gramática griega, pero ninguno aceptó a Jesucristo como su Salvador. Un verdadero ejercicio en futilidad. El hombre pensaba que la predicación expositiva es un comentario verbal. La predicación bíblica siempre estará sustentada en un serio estudio del pasaje a comunicar, pero es mucho más que un mero análisis exegético y hermenéutico del texto bíblico. La verdadera predicación siempre comienza con un estudio serio, concienzudo y completo del pasaje bíblico a comunicar, pero es mucho más que eso.

      Si la predicación de la palabra de modo expositivo no es un tipo de sermón, ni un comentario verbal de las escrituras presentado en forma oral, ¿qué es entonces la predicación expositiva? Varios autores con años de experiencia y bendición visible de Dios sobre sus ministerios la definen de la siguiente manera:

      El Dr. F. B. Meyer dice:

      «Es un pasaje de la Biblia sobre el cual el predicador ha concentrado su corazón y mente, sobre el cual ha pensado, llorado y orado, hasta que haya revelado sus secretos más íntimos, y su espíritu ha pasado al espíritu del mensajero»1.

      Ray C. Stedman afirma:

      «Expositiva es la predicación que deriva su contenido directamente de la Escritura, buscando descubrir su significado divino, observar los efectos que produjo sobre los que primero la recibieron, y aplicarla a los que buscan guía en el presente. Consiste en penetrar y comprender los pensamientos de Dios, presentada con unción para una aplicación a las necesidades contemporáneas. No es un comentario bíblico verbal, sin sentido ni son, ni tampoco es una clase magistral seca como el polvo. Más bien es un cautivante análisis de la realidad, que fluye de la mente de Cristo por el poder del Espíritu y el predicador, hacia las vidas y circunstancias de las personas de este momento»2.

      Merill Unger, declara:


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