La predicación. Jorge Óscar Sánchez

La predicación - Jorge Óscar Sánchez


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Es evidente que no por tener la Biblia impresa, o en versión electrónica, las personas la leen durante la semana. Y el que no lee no es mejor que el que no sabe leer. Pero además Pablo dice: Ocúpate en la enseñanza. Esta debía ser su arma principal en el combate espiritual, y la herramienta primordial para edificar a los creyentes en la fe. Y esta enseñanza debía tener un tono positivo, ya que debía estar encaminada a alentar y consolar. Luego en los versos 14 y 15 le da varios consejos personales, y en el verso 16, concluye este párrafo enseñándole a Timoteo cuales serían los resultados si ponía en práctica lo que se le recomendaba que hiciera: «… porque si haces estas cosas, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren» (4:16). Cuando Pablo usa la palabra salvación no está hablando de la salvación del alma. Timoteo ya era salvo desde que recibió el mensaje (Hch. 16:1); ahora usa la acepción que nos da a entender «salvarás tu ministerio». Si quieres evitar el naufragio y completar el viaje con éxito, entonces, ¡predica! Y al hacerlo estarás haciendo lo mejor por ti mismo y por todos aquellos que Dios confió a tu cuidado. Pablo, sabía mejor que nadie cual era el corazón del ministerio cristiano. Había aprendido de Jesús, lo aplicaba él mismo, y se lo recomendaba a todos los que tienen oídos para oír, comenzando desde Timoteo.

      Podríamos seguir ofreciendo varios ejemplos más, pero creemos que los que hemos ofrecido son más que suficientes para fundamentar el propósito de este escrito. Ciertamente vivimos en días cuando si a la predicación le preguntáramos, «¿Qué heridas son estas en tus manos?», con las palabras del profeta, nos respondería: «Con ellas fui herido en casa de mis amigos» (Zac. 13:6). Si la predicación está en crisis es porque ha sufrido más en los últimos ciento cincuenta años a manos de los predicadores cristianos, que de todos los burladores unidos de nuestra fe. El enemigo ha empleado algunos cambios culturales y diversos caballos de Troya doctrinales para infiltrar con su engaño la obra de Dios. El liberalismo teológico hizo su obra destructiva en muchas denominaciones que un día fueron baluartes del reino. Al igual que en la parábola de la levadura que citamos en el encabezamiento, esta levadura ha fermentado toda la masa. Las tres corrientes principales del movimiento evangélico han sentido su impacto e influencia y a ello han agregado su propia colección de problemas y prácticas defectuosas. Esto explica la declinación de la predicación y la falta de poder de muchas iglesias contemporáneas. Y de la historia todos podemos aprender lecciones vitales si estamos dispuestos a escuchar, para no caer en las mismas trampas.

       Aquel que no lee no es mejor que el que no sabe leer.

      San Pablo nos explica en Efesios 4:11-14, que nuestro Señor resucitado es la cabeza del cuerpo, es decir, su iglesia. Y que él de forma soberana ha dado dones a distintos individuos para la edificación del cuerpo de Cristo. Así leemos:

      Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo... para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error...

      Este párrafo vital para la iglesia de todos los tiempos, nos informa que Dios eligió dar, de acuerdo a la gracia que nos fue dada antes de los tiempos de los siglos, dones especiales a ciertos individuos. Estas funciones o dones tienen que ver con el establecimiento y crecimiento de la iglesia. Así tenemos los apóstoles para el establecimiento de la iglesia; los profetas y evangelistas para el crecimiento de la iglesia; y los pastores-maestros para edificación y fortalecimiento del cuerpo de Cristo. Cuando analizamos el rol que cumplen estas personas, los cuatro tienen que ver con la comunicación del mensaje cristiano. La predicación y la enseñanza de la Biblia es la ocupación primordial que deben cumplir. ¿Con qué propósito? ¿Cuán importante es su rol? Si usted lee con atención, de forma positiva, se nos habla del crecimiento del cuerpo. Mas también, porque el apóstol no era un ingenuo optimista, nos advirtió en el verso catorce del peligro que todos corremos de llegar a ser como embarcaciones a la deriva en un mar embravecido, agitado por vientos cruzados de doctrinas a cuál más errónea y nociva para la salud espiritual de nuestras almas. Este es el lado negativo. Lo que Pablo nos advierte era cierto en los tiempos apostólicos y mucho más cierto en estos últimos días. Los hombres que usan con astucia las artimañas del error para confundir a los indoctos están muy vivos y saludables. Y nunca olvide, que cuando los tales se le aproximan siempre lo hacen como dulces hermanos y amigos en la comunión del Cristo resucitado.

      Cuán decisivo y vital es, por tanto, el rol que cumplen los guías del rebaño. Ellos han sido colocados por la mano de Dios para formar y desarrollar su familia alimentándolos con la verdad que nos llega por medio de su palabra. ¡Qué privilegio enorme! Pero si el guía está perdido, el daño que hace es inconmensurable. Al igual que a los fariseos de los tiempos de Jesús, bien se les puede aplicar lo que dijo el Señor: «Son ciegos guías de ciegos, y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo» (Mateo 15:14). No solamente está perdido él mismo, sino mucho peor aun, también destruye a otros que le han dado el cheque en blanco de su confianza personal. A estos individuos no les envidio la suerte cuando tengan que comparecer delante del tribunal de Cristo para dar cuentas de todo lo que hicimos en el cuerpo, sea bueno o sea malo (2 Corintios 5:10). ¡Qué tremenda responsabilidad es ocupar un púlpito cristiano!

      ¿Está usted en condiciones de discernir el error doctrinal? ¿Puede usted con los profetas de los tiempos de Eliseo decir; «hay muerte en la olla...»? ¿Puede usted señalar el puerto de destino final con toda seguridad, de modo que quienes confían en su capitán no sean sacudidos por los vientos de enseñanzas falsas? Confío que cada persona que lea estas páginas pueda responder con un «sí» rotundo a cada una de estas preguntas.

      Sin embargo, no todo es oscuro, agrio o negativo en el reino de Dios. A lo largo y a lo ancho de nuestro mundo hay millares de hombres y mujeres que aman a Dios con sinceridad absoluta; que se deleitan en proclamar con fidelidad su mensaje de salvación; que creen las promesas que Dios ha hecho y que tienen el gozo de experimentar sus bendiciones de un modo creciente. Estas personas no le tienen miedo a las acusaciones falsas, ni a las burlas, ni a la falta de popularidad. No les pesa que los carguen con epítetos mentirosos: fanático, mente cerrada, fundamentalista. Sus fotos no salen en las tapas de ninguna revista cristiana, no son invitados a los congresos multitudinarios donde se lucen las celebridades de la música contemporánea, sus nombres son ignorados por la farándula cristiana. Sin embargo, en humildad pero llenos de convicción se levantan semana tras semana para predicar la Palabra (2 Tim. 4:2). La consecuencia es que, Dios aprueba sus ministerios. Sus nombres son muy bien conocidos en el cielo donde son amados y también en el mismísimo infierno donde son temidos. A través de sus mensajes los ciegos recobran la vista, los oprimidos son puestos en libertad, el evangelio es anunciado a los pobres, y la misión que Cristo comenzó en Nazaret continúa en el presente. Tales hombres y mujeres tienen un lugar de distinción entre las filas del Rey de reyes y el Señor de los señores. Las buenas noticias son que cada uno de nosotros podemos pertenecer a esa compañía tan distinguida. Elijamos bien hoy, que mañana segaremos una cosecha de gloria si no desmayamos. Y habiendo cumplido nuestra misión con fidelidad guardando el buen depósito que nos ha sido encomendado, ocupémonos de pasar la antorcha con luz bien encendida a la próxima generación: «Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean competentes para enseñar también a otros» (2 Timoteo 2:2). Si obramos así, podemos esperar con confianza el día cuando digamos: «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día, y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida» (2 Timoteo 4:7-8).

      Preguntas para repaso, reflexión y discusión

      1.El autor describe al liberalismo teológico como una de las tantas corrientes fraudulentas que existen en la actualidad, que trabajan para desmoronar la fe cristiana desde adentro. ¿Ha estado usted en su iglesia local o en su denominación expuesto a esta doctrina espuria? ¿Cómo lo sabe? ¿Puede reconocer a este enemigo de su fe?

      2.Lea Efesios 4:11-14. Este párrafo nos enseña que Dios ha levantado líderes en la iglesia para evitar que los creyentes sean arrastrados por diversos vientos


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