Francisco, pastor y teólogo. Varios autores

Francisco, pastor y teólogo - Varios autores


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solo en palabras o deseos: debe traducirse en obras. No en vano hablamos de «obras de misericordia». Y esta experiencia de los Ejercicios va impregnando la vida de Bergoglio. El «buscar y encontrar a Dios en todas las cosas» ignaciano pasa por la experiencia de que podemos amar porque Dios nos amó primero, y este amor debe traducirse en obras. La «Contemplación para alcanzar amor» es un puente que posibilita ser contemplativo en la acción, deseoso de buscar y encontrar a Dios en el corazón de la vida: en todo amar y servir 8.

      Una Iglesia madre de misericordia y samaritana es una Iglesia que ama, donde las obras verifican las palabras y proclaman «la Palabra». La Iglesia es samaritana porque la fe en Jesucristo, muerto y resucitado, comporta la invitación a dar la vida por amor, como lo hizo el mismo Jesucristo. No podemos decir que creemos en aquel a quien no confiesan nuestras obras.

      Francisco, como buen jesuita –recordemos que la Compañía propagó por el mundo la devoción al Sagrado Corazón– se acerca a la misericordia desde el Corazón de Jesús, desde ese Corazón que es vida para la humanidad y que quiere la vida de todos.

      El corazón de Jesús es el símbolo por excelencia de la misericordia de Dios. [...] En los evangelios encontramos diversas referencias al corazón de Jesús, por ejemplo, en el pasaje donde Cristo mismo dice: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,28-29). [...] Del corazón de Jesús, Cordero inmolado en la cruz, brota el perdón y la vida para todos los hombres. Pero la misericordia de Jesús no es solo un sentimiento, ¡es una fuerza que da vida, que resucita al hombre! 9

      La misericordia es fuerza de vida, le devuelve a la persona su rostro más primigenio, la vuelve a poner en pie cuando ha caído, nos recuerda que Dios no se cansa jamás de perdonar; Dios confía siempre en nosotros, nos acepta más allá de lo que nos podemos aceptar nosotros mismos. La mirada de Dios ilumina nuestro rostro, nuestra vida, nos da vida. Siempre es perdón, amor, llamamiento. Cuando no creemos ser merecedores de nada, Dios nos hace merecedores de todo por su amor entrañable.

      Bergoglio bebe de los sentimientos del Corazón de Jesús; es el Corazón del que extrae la fuerza para amar, el Corazón misericordioso por excelencia. En la formación teológica del jesuita Bergoglio tiene una influencia clara el pensamiento del teólogo jesuita francés, de la escuela de los jesuitas de Lyon-Frouvier, Gaston Fessard, sobre todo a través de su libro La dialéctica de los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola 10. Fessard y el también jesuita De Lubac son protagonistas de la escuela de Lyon y tienen gran influencia sobre Bergoglio. También Michel de Certeau, jesuita, teólogo, historiador y filósofo, tuvo impacto en Bergoglio, sobre todo a partir del prefacio que escribió para el «Memorial» de Pierre Favre 11.

      c) Vida en las periferias

      Nuestra biografía se escribe sobre una biología. Hay una parte importante de nuestra vida que nos viene dada: genética, lugar de nacimiento, familia, etc., pero sobre esta vamos labrando nuestra identidad y nuestra vida misma sobre la base de las decisiones que tomamos, la formación que nos procuramos, las ubicaciones que elegimos, la estimación que ofrecemos y a la que nos abrimos, etc. Tenemos una responsabilidad moral en la educación de nuestra sensibilidad. Hay sensibilidades que nos vienen dadas por el lugar donde nacimos, por la familia y las circunstancias personales, etc., pero hay otra sensibilidad que debemos procurarnos si queremos de verdad amar a todos como Dios ama.

      Bergoglio se ha acercado siempre a las personas que viven en las periferias, en la miseria y la pobreza, no solo materiales. Se procuró una sensibilidad esmerada, como la que muestra Jesús en el relato evangélico de la viuda pobre 12. Es bien conocido que Bergoglio intentaba utilizar siempre el transporte público para hacer sus visitas pastorales, incluso siendo arzobispo de Buenos Aires 13. Esta manera de desplazarse proporciona una mirada y una cercanía con las personas que no da el transporte privado.

      El contacto y la comunicación habituales con la humanidad sufriente han ido configurando la sensibilidad de Francisco, han tocado su corazón y han despertado su «compasión». Francisco ha escuchado el grito del Señor, ha ido adquiriendo una sensibilidad que le ha hecho estar atento al sufrimiento de la humanidad, de los más pobres y apartados de nuestro mundo, de los que a menudo son «invisibles» para quienes tienen poder de cualquier tipo. Bergoglio es pastor que hace camino con las «ovejas» que le han encomendado, intentando que ninguna quede excluida o ignorada.

      3. ¿Qué es la misericordia?

      En el Sermón 358 A, san Agustín explica qué es la misericordia:

      Se trata de lo siguiente: ¿qué es la misericordia? No otra cosa sino una cierta miseria contraída en el corazón. La misericordia trae su nombre del dolor por un miserable: la palabra incluye otras dos: miseria y cor, «miseria» y «corazón». Se habla de misericordia cuando la miseria ajena toca y sacude tu corazón 14.

      Santo Tomás lo corrobora:

      Según san Agustín, en IX De civ. Dei, la misericordia es la compasión que experimenta nuestro corazón ante la miseria de otro, sentimiento que nos compele, en realidad, a socorrer, si podemos. La palabra «misericordia» significa, en efecto, tener el corazón compasivo por la miseria de otro 15.

      4. Iglesia madre de misericordia y samaritana.

      Aportaciones del papa Francisco

      El papa Francisco aporta a la Iglesia su vida, su espiritualidad y carisma.

      a) Teología desde las periferias

      Es harto conocido que el lugar desde el que hacemos teología marca nuestra mirada y nuestra reflexión. El papa Francisco ha vivido y acompañado a las personas que viven en las periferias geográficas y existenciales, sobre todo en Argentina. Los pobres han «tocado» y «trastocado» su vida, y eso ahora lo aporta a la Iglesia universal, pasado por la oración y el discernimiento.

      La teología del papa Francisco es una teología desde los pobres. Cuando uno ha conocido las villas miseria, no puede seguir viviendo del mismo modo, y Francisco ha ido a muchas villas miseria del mundo, no solo en Argentina, y ha dejado que las vidas de sus pobladores le afectaran. Francisco quiere un contacto permanente con las personas, escucha y acompaña, evita repliegues y privilegios.

      El nombre que elige para su pontificado, siguiendo la petición que le hizo el cardenal Hummes –«No te olvides de los pobres»–, es Francisco. Bergoglio elige el nombre del Poverello de Asís. Los pobres están muy presentes en su vida y en la vida de la Iglesia.

      Su teología 16 recoge este clamor de la humanidad, sobre todo de quienes son víctimas de la que él llama «cultura del descarte». Así, frente a lo que denomina «globalización de la indiferencia», Francisco propone la misericordia. La Iglesia que quiere Francisco es una Iglesia pobre, de los pobres y para los pobres. «Hay un signo que no debe faltar jamás: la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha» 17. En el contexto del Jubileo extraordinario de la misericordia, en la homilía del Jubileo de las personas socialmente excluidas, el papa expone:

      Precisamente hoy, cuando hablamos de exclusión, vienen rápido a la mente personas concretas; no cosas inútiles, sino personas valiosas. La persona, colocada por Dios en la cumbre de la creación, es a menudo descartada, porque se prefieren las cosas que pasan. Y esto es inaceptable, porque el hombre es el bien más valioso a los ojos de Dios. Y es grave que nos acostumbremos a este tipo de descarte; es para preocuparse cuando se adormece la conciencia y no se presta atención al hermano que sufre junto a nosotros o a los graves problemas del mundo, que se convierten solamente en una cantinela ya oída en los titulares de los telediarios.

      Hoy, queridos hermanos y hermanas, es vuestro Jubileo, y con vuestra presencia nos ayudáis a sintonizar con Dios, para ver lo que él ve: él no se queda en las apariencias (cf. 1 Sam 16,7), sino que pone sus ojos «en el humilde y


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