Historias del hecho religioso en Colombia. Jorge Enrique Salcedo Martínez S J
de Indias, para consultarle si se podía conmutar la obra del monasterio por un hospital para la atención de la numerosa cantidad de enfermos que se registraban de la armada y la flota. Sostenía, asimismo, que el dinero donado (30 mil pesos), tres casas principales y otros remanentes no alcanzaban para el monasterio, pero sí eran suficientes para la atención de los enfermos79.
La voluntad de Catalina de Cabreros tuvo que esperar hasta 1618, fecha en que se fundó el Convento de Santa Clara de Cartagena. Que el convento se fundara y estuviera sujeto a la orden franciscana no fue olvidado por los mendicantes. Así, en 1617, fray Guillén de Peraza fue a España con poderes, y consiguió la bula pontificia, la cédula del Rey y la autorización de sus prelados para traer religiosas del convento de Santa Inés de la ciudad de Sevilla para que lo fundasen. De ese modo llegaron a Cartagena, con el franciscano José Maldonado, Catalina María de la Concepción (como abadesa), Inés de la Encarnación (como vicaria) junto a Leonor del Espíritu Santo y dos criadas, Luisa Gutiérrez y Celedonia de Camus80.
Se podrían mencionar otras situaciones en las que la intervención de las autoridades fue muy activa en torno a las fundaciones conventuales. Los funcionarios reales, en sus distintas instancias, mediaron (o se implicaron) en muchas ocasiones en los conflictos entre patrones y órdenes o en la promoción de las instituciones religiosas. Los conventos, como se ha insistido, no solo aportaban prestigio y honorabilidad a las ciudades y a sus élites. Ellos mismos eran instrumentos de poder con los que se garantizaba el consenso social, como se ha visto en el convento de Tunja con las dos plazas permanentes. La Audiencia, con ese privilegio, podía colocar a dos hijas de vecinos notables con algún apremio económico. Un hecho del que un gobernante hábil sin duda sacaba un rédito político.
Hubo intervenciones menos felices. En 1600, Fray Martín de Sande, provincial de los franciscanos y hermano del presidente de la Audiencia, con el apoyo de los oidores y el alguacil mayor, ordenó cerrar “la puerta de la iglesia con llave y la del convento la tapiaron con piedra y lodo, dejando apostados diez guardias” hasta que las monjas acatasen su autoridad en detrimento de la del obispo, que era la reconocida por las constituciones de la comunidad81. La intervención de los gobernantes locales podía en muchos casos ser decisiva para la vida conventual. De ello dan cuenta buena parte de sus actuaciones que, por otra parte, confirman la importancia de los conventos femeninos en el marco de la sociedad colonial.
CONCLUSIONES
La fundación de los conventos de monjas marca el inicio de una etapa nueva en los dominios americanos de la Monarquía hispánica, caracterizado por la consolidación de la malla urbana y el control de los territorios conquistados. Las fachadas de estas instituciones reforzaron la primacía de las ciudades. Los conventos —como los cabildos— fueron también un espacio donde las familias de los conquistadores y sus descendientes expresaron el grado de poder que habían adquirido a la vuelta de unas pocas décadas de consolidada la conquista del territorio. Su prestigio, estatus y riqueza fueron exaltados y exhibidos mediante la fundación de estos claustros, un hecho que se confirma con los conflictos en torno al patronazgo de los conventos. En ellos, por otra parte, se lee su preocupación por fundar (y resguardar) sus linajes. Con esa lógica, algunas mujeres de estas familias se destinaron a los conventos, en algunos casos para protegerlas, empoderarlas como abadesas o patronas, al tiempo que se daba lustre al linaje de los fundadores y patronos de estas casas. Los casos aquí revisados permiten establecer cierto patrón en el surgimiento de la vida conventual femenina en el Nuevo Reino de Granada y otros dominios de la Monarquía hispánica. En un lapso de menos de tres cuartos de siglo se fundaron unos trece claustros femeninos. Un aspecto que permite abordar algunos elementos de la mentalidad religiosa y demás expresiones de la religiosidad de la sociedad colonial. Sin duda, la “voluntad de fundar” estos claustros respondía a un modelo aceptado entonces, en plena efervescencia dentro de la cristiandad. La salvación del alma —cosa que frecuentemente se olvida— fue motivo de preocupación recurrente entre los hombres y mujeres de esa sociedad. No debe extrañar que, en cierta forma, orientaran sus vidas en función de alcanzarla.
El estudio de los patronazgos es algo sumamente interesante para la comprensión de la sociedad colonial americana en la medida en que, a través de los conventos, se revela el entramado de vínculos y de intereses existentes en su vértice, así como los conflictos que se desarrollan en su seno. Su estudio, por otra parte, permite conocer otra faceta de las relaciones entre la Monarquía, las élites americanas, las órdenes mendicantes y los funcionarios reales. Los conventos de monjas, asimismo, aportan una dimensión privilegiada para entender, por ejemplo, el ejercicio del Patronato Regio en los dominios americanos desde otra perspectiva. La Corona favoreció y promovió ciertas órdenes como parte de su política para cohesionar su control, y los conventos que contaban con su apoyo (o su título) eran considerados de mayor jerarquía que otros monasterios. Las advocaciones reflejan en parte esa política o, como se ha visto en el caso de los franciscanos, el empoderamiento de ciertas órdenes en su calidad de patronos espirituales de las fundaciones femeninas.
Lo analizado en estas páginas pretende ser un aporte más a los estudios sobre monjas y el mundo de los claustros femeninos, en una perspectiva de conjunto que incluye a todos los claustros fundados en el territorio de la actual Colombia para una mejor comprensión de la historia religiosa. La mirada renovada de la vida conventual continuará sin duda haciendo aportes significativos a la historia social, económica y cultural del mundo colonial americano.
OBRAS CITADAS
Fuentes primarias
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Archivo General de la Nación, Bogotá (AGN). Sección Colonia.
Fondos: Capellanías-Cundinamarca, Conventos.
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Graña