La ciudad en movimiento. Группа авторов
href="#ulink_d96c6661-1f95-573f-b6a6-f0ee7840ae4a">10. Justo con entregar insumos para las discusiones tecnocráticas relacionadas con la movilidad, ofrecen ocasionalmente acercamientos a las problemáticas históricas que ha generado su presencia en las ciudades. La actualidad editorial de estos medios refleja la discusión constante entre el desarrollo urbano y el rubro de nuestro interés, con particular interés sobre los medios de movilización colectiva de uso público, debido a sus alcances sociales.
Advirtiendo el desarrollo intelectual de las diversas disciplinas que construían discursos historiográficos sobre este ámbito, el historiador español Francisco Monclús señalaba a comienzos de la década de 1990 que el avance de estos trabajos había permitido consolidar una articulación historiográfica sobre tres ejes: 1) el paso de la urbe peatonal a la introducción del ómnibus, el tren de cercanías y el tranvía de tracción eléctrica; 2) la introducción del tranvía eléctrico y el transporte rápido; y 3) la ciudad del automóvil.
Esta división promovía el estudio de una relación abierta entre lo urbano y la circulación, sea pública o particular, realzando su desarrollo histórico entre los cambios experimentados por las ciudades y sus procesos de expansión desde mediados del siglo XIX, sin descuidar además la influencia que estos tenían en la conformación de una sociedad en complejización11. Que estas reflexiones hayan surgido desde el mundo ibérico se debió a la adopción de tecnologías por parte de países periféricos –incluso dentro del espacio europeo de la economía capitalista–, lo que advertía sobre la necesidad de hacer una lectura de dichos procesos en realidades regionales no exentas de particularidades, impulsando una corriente de estudios que se consolidó en las décadas siguientes12.
A nivel regional, desde las últimas décadas del siglo XX comenzaron a emerger monografías historiográficas ligadas a los transportes y movilidad urbana. Aunque sin una agenda sistemática, diversos artículos y libros empezaron a indagar en temáticas como la incorporación de nuevos servicios de transporte urbano en los países latinoamericanos, particularmente de las redes tranviarias, uno de los aspectos más estudiados a nivel regional13. El impacto de la tracción eléctrica no solo implicó transformaciones a la morfología y el paisaje de las ciudades, sino que también tuvo alcances económicos, políticos y socioculturales; en los primeros podemos considerar desde la llegada de inversión extranjera hasta los conflictos con las autoridades tanto municipales como del Estado central, pasando por el desarrollo de una cultura laboral moderna y las tensiones entre los trabajadores de una actividad cada vez más estratégica para la vida urbana. Desde el prisma sociocultural, más recientemente se han pesquisado los impactos en la construcción de nuevos imaginarios y sociabilidades en la ciudad masificada, instalando al tranvía como uno de los principales ejes de interés para los nuevos estudios latinoamericanos sobre el transporte urbano14.
Siguiendo estas directrices, se han desarrollado también estudios sobre otros medios de transporte masivo que, a diferencia del tranvía, son hasta hoy de uso generalizado para la movilidad colectiva en América Latina. Tal es el caso de los sistemas de ferrocarriles subterráneos que, partiendo por el temprano caso de Buenos Aires a inicios del siglo XX, se extendieron desde 1960 por otras de las principales urbes regionales como Ciudad de México, Caracas y Sao Paulo. Frente a un panorama basado en un criticado transporte público de superficie, las redes de metro emergieron como epítome de la ciudad moderna: más allá de las fronteras nacionales, velocidad, higiene y tecnología de punta serían los principales valores asociados a su puesta en marcha15. Por otra parte, autobuses y taxis colectivos también han aparecido para América Latina como temáticas de interés en los últimos años, las que se han desarrollado sobre todo inspiradas por las experiencias europea y norteamericana16. Además, el ya mencionado declive del tranvía y la masificación de los vehículos con motor a explosión, han generado diversas monografías referidas a estos y otros medios de movilización en diversas ciudades del subcontinente, dando cuenta de objetos y protagonistas poco explorados17.
El estudio de estos medios también ha tenido un énfasis en los alcances sociopolíticos, económicos y en la calidad de vida metropolitana, producto ya sea de los impactos que en las últimas décadas tuvieron los ajustes a la actividad como también a la desregulación y creciente privatización de los servicios que acompañaron a las agendas neoliberales desde los años noventa. A partir de ello, diversas pesquisas se han acercado a cuestiones como las tensiones en el espacio vial –producto de la presencia descontrolada de vehículos– sobre todo considerando la fuerte informalidad en que opera la oferta de movilidad pública, con externalidades negativas debido a la congestión, los accidentes o la contaminación ambiental, que en rigor emergen como aspectos críticos para la movilidad urbana latinoamericana18. Igualmente, se advierte aún la necesidad de continuar ampliando las temáticas a miradas comparativas e interdisciplinarias que aún permanecen pendientes: una señal de esto es la ausencia de perspectivas regionales, lo que permitiría adentrarse en un análisis más general de la evolución de estos servicios en las principales ciudades de América Latina. En tal sentido, resulta relevante considerar estas referencias disciplinares más allá de las distinciones de un contexto particular, en especial porque proporcionan marcos teóricos y metodológicos para las exploraciones históricas desarrolladas durante las últimas décadas en la región.
Las nuevas preguntas que ha modelado el creciente número de investigaciones contemporáneas sobre la movilidad, acusan indudablemente esta influencia. Ello se ha verificado en particular por parte de los trabajos que indagan los cambios de las sociedades latinoamericanas a partir del siglo XX, a causa de la acelerada expansión de muchas de sus ciudades. La multiplicidad de actores y dinámicas involucradas en este proceso –así como las variadas fuentes documentales disponibles– han estimulado el replanteamiento de las preguntas sobre la relación entre transporte, ciudad y sociedad. Esto cobra mayor relevancia considerando que este fenómeno se ha producido en un contexto donde las miradas históricas a la movilidad no provenían desde el campo disciplinar. Posiblemente, sea este motivo una de las causas por las que la historia del transporte y la movilidad en Latinoamérica se integre más bien dentro de la Historia Urbana, caracterizada en su desarrollo regional por una convergencia de disciplinas diversas. En otras palabras, obligando a cualquier aproximación al problema reconocer sus bases en la producción de ámbitos tan diversos como la historia local, la geografía histórica, la historia económica, de la arquitectura y el urbanismo, por mencionar a algunas de las más atingentes19.
El transporte y la movilidad en Chile: de los estudios técnicos a las investigaciones de la arquitectura, el urbanismo y la historiografía
Siguiendo estas recomendaciones, una mirada a las dimensiones de la movilidad y el transporte desde el ámbito local, torna pertinente retroceder por lo menos hasta la década del 1940, cuando investigaciones interesadas en los servicios de movilización colectiva surgieron desde áreas muy heterogéneas del conocimiento. Estas obras se acercaron a diversas problemáticas que se hacían cada vez más contingentes para la sociedad urbana nacional, sobre todo considerando que su predominio sobre la población rural se alcanzó en este periodo. Varias de estas tesis provenían desde las ciencias jurídicas, impulsadas por los crecientes debates relativos a aspectos como las regulaciones al trabajo en el transporte colectivo, uno de los ámbitos más complejos para controlar por parte de las autoridades: no hay que olvidar que se trataba de un rubro donde la informalidad era más bien una norma antes que una excepción20.