La ciudad en movimiento. Группа авторов
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En esta línea se pueden sumar además diversas investigaciones que, desde el urbanismo y la planificación, hicieron una indagación a su desarrollo a través de figuras claves para entender la conformación actual del sistema de transporte colectivo santiaguino, como los textos de María Isabel Pavez sobre el arquitecto Juan Parrochia, que insertan de forma preferencial a la movilidad en el desarrollo de la planificación vial metropolitana durante la segunda mitad del siglo XX. Pese a observar al transporte en una escala que supera lo exclusivamente urbano, atendiendo a una visión que comprende a la vialidad como elemento central para la integración regional, estas indagaciones atienden también al desarrollo del Metro de Santiago, actualmente eje estructurante de la movilización colectiva30.
La historiografía sobre el transporte y la movilidad en el paso del siglo XX al XXI: algunos aspectos de su desarrollo en Chile
En torno al nuevo siglo, la historiografía nacional comenzó a dejar de lado su falta de interés respecto a nuestro problema de estudio: la movilidad –como fenómeno que engloba la totalidad de los desplazamientos– comenzó a llamar la atención considerando sus efectos sobre la ciudad y la calidad de vida de sus habitantes. Esto ha provocado, a grandes rasgos, dos efectos: primero, una transición desde la historia del transporte –más bien centrada en el medio de movilización en tanto objeto– a una historia de la movilidad, abordando los aspectos culturales y los usos sociales de dichos medios de circulación31. En segundo lugar, fue cobrando interés una mirada no especializada, originando algunos importantes libros de difusión sobre la historia de este ámbito en diversas ciudades nacionales, incorporando numerosas imágenes para la construcción de un relato histórico visual. Nos detendremos primero en esta segunda vertiente.
Las primeras publicaciones en esa dirección fueron dos: un libro realizado por el Archivo Chilectra (hoy Enel), que recopiló centenares de fotografías de tranvías, operarios y obras eléctricas en las calles capitalinas –pertenecientes a la antigua Compañía de Tranvías de Santiago– contribuyendo a establecer los principales recursos tecnológicos del rubro en las décadas iniciales del siglo pasado. Este trabajo se complementa con otro de Allen Morrison, Los tranvías de Chile, un repaso cronológico focalizado en los diversos modelos que circularon por el país hasta 1950. Uno de los méritos de ese texto fue proveer una visión panorámica de este artefacto, ofreciendo una suerte de catastro de tranvías, aunque sin profundizar en cuestiones políticas o sociales32. También basado en un rico y diverso material iconográfico disponible en diversos archivos y colecciones, otras investigaciones intentaron ofrecer un panorama general de la evolución en los servicios, a través de una historia visual del transporte, tanto en Santiago como Valparaíso33.
La amplitud de las fuentes iconográficas susceptibles de utilizar para problematizar la movilidad, sus prácticas y objetos es, en este sentido, un aspecto a resaltar por sus posibilidades abiertas para la exploración historiográfica. Durante la pasada década, algunos textos han propuesto lecturas al ámbito y los objetos ligados a la movilidad colectiva, como el artículo publicado por los editores junto a Waldo Vila sobre la ciudad y el transporte público durante el desarrollismo34. De forma más específica, es el caso de la reciente publicación de la historiadora Elisabet Prudant sobre la oficina de fotografía de la Compañía de Tracción Eléctrica de Santiago, que explora las políticas laborales de la empresa con sus trabajadores mediante su archivo fotográfico, que sobreviviendo a sus múltiples propietarios ha llegado hasta hoy, cuando el Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional ha digitalizado una colección de más de dos mil imágenes disponibles en la red35.
En segundo lugar, dentro de los avances de la historiografía, sin duda se encuentra el ámbito académico y su mencionada transición desde una historia del transporte a una de la movilidad. Un aporte relevante fue el libro del historiador estadounidense Richard J. Walter, explorando la actuación del municipio de Santiago en la primera mitad del siglo veinte. Parte considerable de esta pesquisa corresponde a la cuestión tranviaria y su gestión y en particular, a las negociaciones de la corporación con las empresas concesionarias, es decir, a ámbitos pertenecientes más bien a la política del transporte urbano que a los medios de locomoción en sí36. Por otra parte, están las primeras tesis de licenciatura en historia relacionadas a nuestro objeto de interés, realizadas en la década de 1990. Destaca, dentro de una limitada cantidad de producciones, el seminario de título realizado en la Universidad Católica de Valparaíso por Ximena Cuzmar y Daniel Jerez, que abordó la irrupción de los empresarios autobuseros porteños y sus efectos sobre el rubro durante la década de 1920 e inicios de la siguiente. El gran mérito de esta memoria, dirigida por Eduardo Cavieres, es efectuar una historia social de la movilización de pasajeros, concentrando su interés en el surgimiento de un nuevo actor en esta actividad –el gremio autobusero– y las consecuencias que su aparición tuvo en los ámbitos político, social y urbano del periodo37.
Pese a las interesantes propuestas de esta tesis, el tema no tuvo mayores proyecciones como investigaciones académicas a largo plazo. Esta situación cambió a finales de la primera década del siglo XXI, cuando una nueva serie de tesis de pre y posgrado comenzaron a indagar de forma simultánea a este objeto, aunque con énfasis en el estudio de la capital. No es aventurado señalar que buena parte de ese interés provino de la creciente actualidad en el debate público que adquirió el servicio tras la puesta en marcha de Transantiago, hace trece años. Dentro de un amplio marco de temáticas relevadas, surgieron trabajos originales conectados con nuevas dimensiones, como los estudios de género, prisma desde el cual se publicaron a lo menos dos memorias en torno al mundo de las cobradoras de tranvías, protagonistas relevantes y poco conocidas en la movilización colectiva en torno al año 1900. Poco después, se publicaba el primer libro sobre los carros de sangre en Concepción, pesquisa exploratoria de dos profesores de Historia sobre una importante capital provincial38.
Ahora bien, considerando que los estudios sobre el transporte no se limitaron al campo historiográfico, debe reconocerse que buena parte del interés sobre los mismos continuó radicado en las Facultades de Arquitectura y Urbanismo, observando la evolución morfológica de la trama edificada y reconociendo en las redes de servicios –como el tranvía– un elemento configurador de la modernización en la capital chilena39. Parte de estas miradas contribuyeron a renovaciones metodológicas importantes, considerando el interés por el espacio construido y su relación con las nuevas tecnologías, las que fueron recogidas desde la formación historiográfica para construir un discurso basado en la movilidad y sus implicancias culturales. En ese contexto, dos ejemplos importantes en dicho enfoque fueron las tesis doctorales en estudios urbanos de los historiadores Rodrigo Booth y Tomás Errázuriz. Pese a que sus objetos de estudios eran diferentes, ambos incorporaron temáticas relativas a los cambios socioculturales promovidos por la motorización, proceso que generó el interés por relevar a nuevos actores –como el conductor y los pasajeros– sujetos que emergieron al alero de la modernización urbana, junto a relecturas de las relaciones entre sociedad, cultura y tecnología40. En efecto, estos historiadores de la Pontificia Universidad Católica de Chile generaron, a partir de dichas tesis, varias publicaciones que abordaron ámbitos poco o nada explorados: el transporte y la circulación como fuentes de sentido, la vinculación entre infraestructura