Una historia del movimiento negro estadounidense en la era post derechos civiles (1968-1988). Valeria L. Carbone
obstáculo y, como regla general, impidió la conformación de sindicatos integrados. Si bien con notables excepciones100, los sindicatos incluyeron en sus estatutos cláusulas para excluir a trabajadores negros quienes, como forma de resistencia, organizaron – en los casos en los que los afro-estadounidenses predominaban – sus propias agrupaciones, y conformaron en 1869 el Colored National Labor Union. Si bien breve como experiencia organizacional, hasta su desaparición en 1872 luchó para que el Congreso mejorara la condición de los negros mediante la cesión de tierras públicas y el otorgamiento de préstamos a bajo interés, y por la creación de una comisión política para investigar las condiciones de vida en los estados sureños101, donde la vasta mayoría de la población afro-estadounidense trabajaba como aparceros o arrendatarios en los mismos latifundios en los que habían trabajado como esclavos.102 En virtud de que estos últimos carecían de medios económicos, se creó un sistema de endeudamiento perpetuo que los ató a la tierra de propietarios blancos: un aggiornado sistema de explotación esclavista de sharecrop (cultivo de tierra ajena pagando el alquiler con parte de la cosecha) y crop-lien (embargo preventivo de cosecha para el pago de la deuda). En el sur, los sharecroppers, tanto blancos como negros, recibían sus semillas, herramientas y elementos necesarios de los latifundistas a los que entregaban un tercio o la mitad de su producción, generalmente una cuota anual fija, amén de los beneficios producidos. La mayor parte – cuando no la totalidad de la producción restante – era empleada para saldar viejas deudas acumuladas con almacenes de plantación, que cobraban altos precios monopólicos y exorbitantes tasas de interés, y en pagar adelantos y bienes de producción o consumo adquiridos en la/s tienda/s de los terratenientes. Los sharecroppers se encontraban impotentes tanto frente al aumento creciente de sus deudas como a la constante reducción de los beneficios de su propia cosecha. Ante estas condiciones “difícilmente podía llamarse libre al [trabajador rural] negro, siempre endeudado, sin posibilidad de irse a otro lugar, sin educación ni prerrogativas políticas, sometido a tribunales y al terrorismo de los blancos”103.
Excluidos de la Southern Farmers’ Alliance por cuestiones raciales, en 1886 se formó en Houston County (Texas) la que “puede haber sido una de las mayores organizaciones negras de la historia de los Estados Unidos”104: la Colored Farmers’ Alliance (CFA). La CFA organizó a trabajadores y sharecroppers blancos y negros en todos los estados sureños donde estableció una filial, logrando hacia 1891 contar con 1.2 millones de miembros.105 A pesar de haber primado en ambas organizaciones agrarias la solidaridad racial, la CFA propuso a la Southern Alliance anteponer la solidaridad de clase y unidad de propósitos como meta. Asimismo, instó a sus miembros a aprender nuevas técnicas de cultivo, promovió la creación de cooperativas agrícolas que pusiesen fin al sistema de crop-lien, impulsó la creación de almacenes agrícolas con financiamiento federal donde los sharecroppers pudiesen almacenar sus cosechas hasta la mejora del precio de mercado o para utilizarla como garantía para recibir préstamos. En ciertos puertos (Norfolk, Charleston, Mobile, Nueva Orleans, Houston) estableció centros de intercambio que permitieron la adquisición de bienes a precios reducidos y la obtención de préstamos para pagar hipotecas. Una de sus medidas de fuerza más resonantes tuvo lugar en 1891 cuando la CFA convocó a una huelga general de recolectores de algodón por aumentos salariales. La medida no tuvo la masividad esperada, e implicó un punto de inflexión para la CFA: disidencias internas fragmentaron a la organización y su membresía comenzó a declinar rápidamente.106
Ante el creciente deterioro de las condiciones de vida y de trabajo de los sharecroppers, el aumento en los índices de pobreza rural y la perspectiva de una alianza de clase entre trabajadores blancos y negros impulsada por organizaciones como la CFA y algunos sindicatos interraciales, la elite sureña apuntaló la idea de solidaridad racial como fase superadora de la solidaridad de clase. Sobre todo, considerando que a causa de los estatutos de disenfranchisement tanto negros como blancos pobres eran excluidos del ejercicio de sus derechos electorales. El racismo, la raza y “los privilegios de la condición de ser blancos” pasaron a ser la forma de evitar toda posibilidad de organización clasista interracial107.
En este contexto, el debate sobre las estrategias de la comunidad negra pasó por las perspectivas postuladas por los grandes intelectuales afro-estadounidenses de la época. De un lado, Booker T. Washington, un ex esclavo que propugnó no desafiar abiertamente el arraigado sistema de Jim Crow, sino valerse de él para desarrollar autonomía económica e incluso una especie de capitalismo negro que permitiera desarrollar un mercado negro para consumidores negros. Del otro, los críticos de la filosofía “acomodaticia” de Washington encabezados por W.E.B. Du Bois. Su argumento central giró en torno a tres variables: primero, que el poder económico no se traducía directa o necesariamente en poder político y que el desarrollo de un capitalismo negro, aunque necesario, siempre sería – en una sociedad rígidamente segregada – vulnerado por el poder blanco. Segundo, que lo primordial era construir un movimiento político para desafiar la legitimidad y legalidad del sistema de Jim Crow. Y tercero, que una clase media negra educada debía transformarse en la vanguardia de la lucha para lograr una democracia auténticamente multirracial (los Talented Tenth).108
Washington, con el apoyo de políticos progresistas y miembros del establishment industrial, plasmó su ideología en el Instituto Tuskegee (1881), una escuela de oficios dedicada a la capacitación industrial y agrícola, a la alfabetización y formación política, e incluso fuente de crédito financiero para trabajadores rurales negros; y de la National Negro Business League (una cámara de comercio negra creada en 1900).109 Du Bois, por su parte, encabezó junto a numerosos intelectuales, políticos, profesionales y clérigos blancos y negros el Movimiento del Niágara (1905), una iniciativa para luchar por los derechos políticos de los afro-estadounidenses y la eliminación del sistema de segregación racial. Esto dio pie a la conformación en 1909 de una de las organizaciones de derechos civiles más importantes del siglo XX, la National Association for the Advancement of Color People (NAACP).
Sin embargo, y como se destaca desde las páginas de The American Social History Project, lo cierto es que en el medio siglo después de la Reconstrucción, “las grandes masas de negros sureños no marcharon al ritmo de Washington o de Du Bois. Lo que sí hubo fue un movimiento organizado que enlistó a decenas de miles de negros sureños”, un gran movimiento de base que se conoció como la Gran Migración110.
La Gran Migración de afro-estadounidenses del sur (donde hacia 1900 se concentraba el 90% de la población negra, 80% de la cual vivía en zonas rurales111) a los centros urbanos del norte y oeste del país comenzó hacia 1890, como consecuencia del empeoramiento de las condiciones económicas producidas por la mecanización del agro y la crisis desatada por el declive de los precios agrícolas. Ello se conjugó con la incipiente industrialización y las mayores y mejores oportunidades laborales en regiones industriales, y la esperanza de un mayor grado de libertad fuera del sur. Poco después, el advenimiento de la primera guerra mundial ocasionó una importante escasez de mano de obra, consecuencia directa de la partida de miles de hombres al frente y de la interrupción del flujo de inmigrantes europeos, por lo que el sector defensa requirió cubrir ese déficit incorporando trabajadores a las Fuerzas Armadas y a las industrias de guerra. Entre 1910 y