Un viaje en el tiempo. Bradley Booth

Un viaje en el tiempo - Bradley Booth


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o por la enfermedad. Luego, lo peor. Hitler ordenó que los judíos, uno tras otro, fueran ejecutados por pelotones de fusilamiento o en cámaras de gas. Se calcula que, durante la Segunda Guerra Mundial, murieron hasta seis millones de judíos a causa del Holocausto.

      Algún día, tú y yo quizá tengamos que sufrir por Jesús, por el simplemente hecho de ser cristianos. Incluso ahora, en muchas partes del mundo, la gente sufre por ser sus seguidores. El enemigo lleva consigo una filosofía oscura y desprecia violentamente a los seres humanos, los receptores del amor de Dios. Pero, ten valor. Jesús ha vencido a los dictadores malintencionados del mundo, los guetos asolados por la enfermedad, el trabajo esclavo, el hambre y las cámaras de gas. Cuando todos los preciosos seres humanos de todo el mundo reconozcamos cuál es nuestra situación y decidamos ser rescatados, estaremos del lado vencedor. Entonces, cuando esta guerra espiritual termine, seremos ganadores, para siempre.

       Comandante en jefe del Sur

       “Hay camino que al hombre le parece derecho, pero es camino que lleva a la muerte” (Proverbios 14:12, RVR 95).

      El general Robert E. Lee, oriundo de Virginia, Estados Unidos, es considerado uno de los mejores generales del ejército en la historia de ese país. En este día de 1865, se convirtió en el comandante en jefe del ejército confederado durante la Guerra Civil estadounidense. Luchó en batallas como la de ­Gettysburg y la de Bull Run, las cuales, junto con otras, perdurarán en la historia por la terrible cantidad de hombres que murieron en ellas. En esta guerra, murieron más soldados estadounidenses que en ninguna otra guerra de la historia del país. Pero no fue solo la pérdida de vidas lo que hizo que esta contienda fuera tan trágica. También fue la dolorosa división que trajo a la nación y a las familias. No era raro que las lealtades estuvieran divididas entre los miembros de una familia: algunos a favor del Norte, otros a favor del Sur; a veces, un joven vestía el uniforme azul y su hermano se ponía el uniforme gris. “Es bueno que la guerra sea tan terrible, o nos aficionaríamos demasiado a ella”, dijo Lee en la batalla de ­Fredericksburg. Apenas unos meses después de ser nombrado comandante en jefe, rindió su mando el 9 de abril de 1865, cuando el conflicto se desvanecía.

      Aunque Lee luchó en muchas batallas terribles, y se dice que sacrificó muchas vidas con su particular estrategia de guerra, también tenía un lado más noble. Cuando se le pidió que eligiera su bando en la guerra, tomó una decisión firme e inquebrantable. Y debió de necesitar mucha determinación para mantenerse en ese curso, pues sabía que el resultado podría ser la pérdida de su hogar a manos del enemigo. Algo que, efectivamente, ocurrió: su casa se convirtió en el cuartel general del Ejército de la Unión, y en un hospital y cementerio para soldados.

      Lee sintió que estaba haciendo lo correcto al elegir luchar a favor de su estado. Hoy vemos claramente el verdadero significado y las consecuencias de la Guerra de Secesión, asuntos que quizá no eran tan obvios para aquellos involucrados en el conflicto. Los hombres y mujeres de ambos bandos lucharon con valentía por lo que creían correcto, por su versión de la verdad. Cuando el último mosquete disparó y la última espada ensangrentada se clavó en el pecho de otro soldado, más de seiscientos mil corazones habían dejado de latir por la diferencia de opiniones sobre lo que era correcto. Y sobre los silenciosos campos de batalla sembrados de cuerpos sin vida, se cumplió la Escritura: “Hay un camino que al hombre le parece derecho, pero es camino que lleva a la muerte”.

       Un telescopio de cinco metros

       “E hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para que señoreara en el día, y la lumbrera menor para que señoreara enla noche; e hizo también las estrellas” (Génesis 1:16, RVR 95).

      ¿Te imaginas un telescopio de más de cuatro metros? El telescopio más grande que la mayoría de la gente podría tener en su casa mediría de diez a quince centímetros de diámetro, y las cosas se verían bastante grandes al mirar a través de un lente de ese tamaño. Multiplica por 32 un telescopio de 15 centímetros, y tendrás una idea de lo realmente grande que sería.

      En este día de 1949, un telescopio así de grande se hizo realidad en el Observatorio de Monte Palomar en San Diego, California. Tenía un lente convexo de 5 metros de diámetro que pesaba 20 toneladas. Es decir, 18.000 kilos de vidrio sólido. El lente tardó 11 meses en enfriarse a partir de su estado líquido fundido y, luego, 11 años en esmerilarse y pulirse. Se necesitaron 22 años para producir este telescopio gigantesco. Cuando al final se terminó, apuesto a que mucha gente se sintió aliviada. Todo ese trabajo había valido la pena porque ahora los humanos podían ver objetos celestes a 9 sextillones de kilómetros de distancia. ¡Eso sí que es un largo, largo camino! Es difícil entender esa distancia, pero los expertos nos dicen que equivale a 9.000 millones de trillones de kilómetros. Eso es un 9 con 21 ceros detrás. La luz de las estrellas que puede ver este telescopio fue emitida hace más de 100 millones de años luz y viajó a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo.

      Es sorprendente pensar que Dios tiene estrellas tan, pero tan lejos. Y eso es solo una gota en el océano. Sabemos que Dios no tiene un día de nacimiento porque siempre ha sido. Y sabemos que disfrutó creando nuestra Tierra, porque cuando terminó la declaró muy buena. Por lo tanto, parece razonable creer que nuestro planeta no fue su primer proyecto, que su pasatiempo es crear cosas desde que existe, moldeando soles y planetas, organizando sistemas solares, y experimentando con diferentes modelos de galaxias. ¡Qué asombroso e infinito es él, en verdad, para diseñar y realizar todas estas obras maestras! Más fascinante aún es que podamos observar sus creaciones, que nos dejan atónitos e inspiran nuestra alabanza. Pero, lo más asombroso de todo es que nos da la oportunidad de ser sus hijos e hijas, y heredar el vasto universo que vemos a través de te­lesco­pios como el de Monte Palomar. Todo lo que debes hacer para convertirte en una hija o un hijo del gran Diseñador es invitarlo a entrar a tu corazón.

       El primer detector de mentiras

       “Los labios mentirosos son abominables para Jehová, pero le complacen quienes actúan con verdad” (Proverbios 12:22, RVR 95).

      ¿Mentiste alguna vez y pensaste que nadie lo descubriría? Mucha gente lo ha hecho, especialmente los criminales, y Leonard Keeler supo que tenía una buena idea de cómo atraparlos en el acto. Mientras trabajaba en los laboratorios científicos de la Facultad de Derecho de la Universidad Northwestern, construyó una máquina llamada polígrafo, también conocida como detector de mentiras. El 2 de febrero de 1935, el detector de mentiras fue utilizado por primera vez en un caso judicial en el que dos hombres fueron acusados de agresión. Con la ayuda del detector de mentiras, ambos finalmente admitieron su culpabilidad.

      A veces, las personas que son juzgadas y a las que se les pide que se sometan al detector de mentiras se ponen tan nerviosas que no pasan las pruebas aunque estén diciendo la verdad. Por otro lado, hay algunas personas que han aprendido a engañar a la máquina estando absolutamente tranquilas. Por eso, las pruebas del detector de mentiras ya no pueden utilizarse legalmente en los tribunales: son demasiado poco fiables.

      Ser honesto es siempre la mejor norma. El carácter de una persona se mide por lo que hace cuando nadie mira. La Biblia está repleta de historias que revelan que la honestidad es la mejor política, la única que trae las bendiciones de Dios.

      En un viaje a Egipto, Abraham le mintió al Faraón diciendo que Sara era su hermana cuando, en realidad, era su esposa. Tuvo la suerte de que no le costó ni su esposa ni su vida. David le mintió al sumo sacerdote diciéndole a Ahimelec que estaba atendiendo negocios para el rey cuando, en realidad, era un fugitivo que huía por su vida. ¿El precio? Ochenta y cinco sacerdotes fueron ejecutados por el rey Saúl, porque Ahimelec le había dado a David comida


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