Un viaje en el tiempo. Bradley Booth
“Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbreraa mi camino” (Salmo 119:105, RVR 95).
La Biblia es el libro más antiguo del mundo, escrito por diferentes tipos de personas a lo largo de 1.500 años. Contribuyeron agricultores, pescadores, pastores, gentiles, predicadores e incluso un rey pagano. Por desgracia, con el paso del tiempo muchas de las copias originales se desgastaron o se perdieron. Durante la Edad Media, la mayoría de los europeos no sabía leer ni escribir, por lo que el conocimiento bíblico casi se paralizó. Era una época de castillos y fosos, y de caballeros de la Mesa Redonda; una época de pobreza y enfermedad en la que los hombres eran tan pobres que podían ser comprados y vendidos junto con la tierra que cultivaban. Una época de gran ignorancia y superstición, en la que parecía que el mundo entero se había dormido espiritualmente.
Pero Dios no estaba dormido, y mantenía una estrecha vigilancia sobre los ejemplares restantes de sus escritos sagrados. A lo largo de los años, levantó a personas especiales que iban en busca de las versiones más antiguas de la Biblia. El 18 de enero de 1815, nació un hombre así: Constantin von Tischendorf. Se convirtió en un erudito bíblico y, como arqueólogo, viajó por el mundo procurando demostrar que la Biblia seguía siendo la Palabra de Dios. Tischendorf es más conocido por su descubrimiento de uno de los manuscritos más antiguos de la Biblia griega. Hizo su gran hallazgo mientras excavaba en un montón de basura en un monasterio cerca del legendario Monte Sinaí. El manuscrito tiene 44 páginas del Nuevo Testamento, llamado el Sinaítico, y fue escrito en el siglo IV. Hoy es considerado uno de los manuscritos bíblicos más valiosos del mundo.
A principios del siglo XIX, comenzó una nueva era de ciencia y de ilustración. El mundo estaba en el corazón mismo de la Revolución Industrial: un período de fuertes cambios en la forma de vivir, de trabajar y de gobernar. Por todas partes, empezaron a surgir inventos que permitían a la gente hacer más trabajo en menos tiempo. Era una época de enorme poder humano y la gente se sentía muy bien consigo misma. Muchos empezaron a preguntarse: ¿necesito la Biblia? ¿Sigue siendo exacta? ¿Tiene siquiera el mismo contenido que en los días de la Iglesia Cristiana primitiva? El descubrimiento de Tischendorf de esas copias antiguas respondió todas esas preguntas con un rotundo “sí”. Encontró que esos antiguos manuscritos son casi idénticos a los que están en tu estantería ahora mismo. ¿No te alegras de que Dios haya estado cuidando de la Biblia todos estos años? La Palabra de Dios es tan fiable hoy como lo ha sido siempre.
19 de enero
El descubrimiento de la Antártida
“¿Hay algo de lo que se pueda decir: ‘He aquí esto es nuevo’? Ya aconteció en los siglos que nos han precedido. Pero eso ya existía desde siempre, entre aquellos que nos precedieron” (Eclesiastés 1:10, RVR 95).
La Antártida es el lugar más frío de la Tierra, con un glaciar de hielo de más de 1,6 kilómetros de espesor en algunos lugares. No es un terreno pequeño, ya que su superficie es de 40 millones de kilómetros cuadrados. ¿Sabías que la Antártida es el quinto continente más grande de la Tierra, con plataformas de hielo tan grandes como Italia?
Un día como este en la historia, en 1840, el capitán Charles Wilkes completó un viaje oceánico que rodeó la Antártida y el Polo Sur. Reclamó el continente helado para los Estados Unidos y, durante años, se conoció a la Antártida como la Tierra de Wilkes. En realidad, él no fue el primer explorador que la vio, como tampoco lo fueron los otros exploradores europeos y estadounidenses que pasaron por allí a principios del siglo XIX.
Las antiguas leyendas de los nativos de la costa de Sudamérica hablaban de un gran continente inexplorado en el extremo sur. Indicaban que el continente no tenía hielo y que contaba con una costa de acantilados rojos. Si estas leyendas son ciertas, en algún momento la Antártida debió de tener un clima más cálido. ¿Hace cuánto tiempo? Seguramente, después del Diluvio universal de Noé, y en algún momento antes de que los glaciares de las eras de hielo comenzaran a cubrir los polos y las regiones más frías de nuestro planeta Tierra.
No importa realmente quién fue el primero en reclamar la Antártida, o quién cree que la vio primero. Ha existido desde hace mucho más tiempo que cualquiera de nosotros. Salomón lo dijo bien: “¿Hay algo de lo que se pueda decir: ‘He aquí esto es nuevo’? Ya aconteció en los siglos que nos han precedido. Pero eso ya existía desde siempre, entre aquellos que nos precedieron”. Los exploradores se emocionaron al ver la Antártida como si fueran los primeros en posar su mirada sobre ella, pero es el mismo continente de siempre. Solo que cubierto por un montón de hielo, y lo suficientemente frío como para permanecer inhabitable. Como muchas cosas en nuestra vida, solo tiene un nuevo diseño.
Dios es así. Ha existido mucho más tiempo del que podemos imaginar, y seguirá gobernando el universo por la eternidad. No importa realmente si los científicos y los filósofos que discuten sobre su existencia la admiten o no. Existe porque es Dios, y eso es lo único que importa.
20 de enero
Un barco de remos transatlántico
“Todo lo que esté a tu alcance, hazlo con todastus fuerzas” (Eclesiastés 9:10, BLP).
¿Considerarías hacer un viaje en barco a través del Océano Atlántico? John Fairfax lo hizo en un bote de remos de 6,5 metros de eslora. ¡Un bote de remos! ¡Vaya! ¿Te imaginas eso? Debe de haber requerido mucha determinación y una tonelada de energía. Hay gente que ha cruzado el Atlántico en avión, algunos incluso en solitario, y eso es asombroso, ya que cualquier cosa puede salir mal cuando se vuela sobre aguas aparentemente interminables y sin pistas de aterrizaje. Algunos han hecho el viaje en un velero, y eso sería un verdadero desafío, sin nada más que el viento para mantener el barco en la dirección correcta. Pero ¡un bote de remos! Eso sería muy difícil, y John lo hizo todo por sí mismo, ¡usando solo sus dos brazos!
El 20 de enero de 1969, John salió de las Islas Canarias, cerca de Marruecos, en la costa de África Occidental. Desde allí, remó hasta las Islas de Cabo Verde y luego cruzó el Océano Atlántico para, al final, desembarcar en Hollywood, Florida. Sorprendentemente, el viaje le llevó solo 180 días. Eso supone una media de unos 35 kilómetros al día, ya que la distancia total fue de más de 6.400 kilómetros. Ahora bien, no hay mucho que hacer mientras se está en el mar en un bote de remos. Además de comer, que podía hacerlo mientras remaba, John tenía que dormir; así que podía remar entre 14 y 16 horas por día.
El hombre más sabio de la tierra, el rey Salomón, dijo que debemos dar lo mejor de nosotros en todo. “Todo lo que esté a tu alcance, hazlo con todas tus fuerzas”. ¿Por qué no aplicar eso a todo? Da lo mejor de ti en la escuela y en el trabajo. Da lo mejor de ti en el equipo de baloncesto, de fútbol o de vóley. Haz lo mejor que puedas para ayudar con las tareas de tu casa. Haz lo mejor que puedas para que tus padres se sientan orgullosos de ti. Da lo mejor de ti como líder juvenil en tu iglesia. Haz lo mejor que puedas practicando el piano, manteniendo tu bicicleta en buenas condiciones o arreglando ese viejo coche que está en la entrada.
La vida es como remar a través del Atlántico, y la única manera de tener éxito es encararla con todas tus fuerzas. Cuando te duelan los músculos del brazo, sigue remando con todas tus fuerzas. Cuando el sol despiadado te golpee y te queme los hombros, sigue remando con todas tus fuerzas. Cuando parezca que no avanzas, sigue remando con todas tus fuerzas. Salomón dice que debemos emprender nuestras tareas con toda la energía que tengamos y cumplir con todo para la gloria de Dios.
21 de enero
Perdónalos a todos
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9, RVR 95).