Desaprender para transformar. Annette Nana Heidhues
encontrábamos para dialogar sobre nuestras experiencias en estas materias; hoy solemos ser cerca de cien personas muy comprometidas las que nos reunimos para buscar nuevos caminos hacia una educación coherente con nuestra sociedad y para hallar un grupo de referencia y de pertenencia; además, una parte de los seminarios está siempre abierta al público general. En estos encuentros solemos reflexionar sobre cómo llevar adelante una cultura de la memoria que prevenga la revictimización, de qué manera ofrecer un espacio que incluya múltiples experiencias de lucha y de resistencia —por ejemplo de los grupos de resistencia afrodescendiente o indígena o de las luchas feministas—, y que permita aprender de sus múltiples experiencias; conversamos también acerca de cómo avanzar hacia nuevas maneras de desarrollar la democracia y exploramos el potencial del teatro foro, como lo plantea Boal, para la transformación social.
Hay colegas que han expresado el cambio en sus vidas, que hay un antes y un después de Berlín y que las experiencias vividas a través del intercambio son una fuente de la cual permanentemente reciben inspiración para su trabajo en el día a día. La sistematicidad de los encuentros ha ofrecido un espacio para hablar tanto de los problemas como de las experiencias positivas, y para encontrar nuevas ideas a través del diálogo con otros. Una activista del movimiento afrodescendiente de Colombia lo expresó de la siguiente manera: “Sé que en estos espacios puedo confiar; sé que seré escuchada”.
Dado que formo parte de varios equipos interculturales desde hace ya veinte años, tengo la gran suerte de volver a encontrarme cada cierto tiempo con mis amigas y amigos de la Asociación de Perfeccionamiento de Profesores, los “Vagamundos” en Chile, con la “Asociación Triálogo” en Perú, y con las y los más de doscientos colegas en Colombia y Centroamérica que comparten y crean redes de intercambio de experiencias a través del “Archivo Vivo Paulo Freire”9, creándose también con esto relaciones de confianza y amistad entre los participantes, un proceso que se hace aún más importante por el contexto violento de Centroamérica. Lo que se ha desarrollado en estos veinte años lo pudimos conocer en octubre de 2017, cuando cerca de cien colegas, amigos y compañeras de ruta del Instituto Paulo Freire, provenientes de América Latina y de Alemania, nos dimos cita en Berlín. Allí dialogamos durante cuatro días, acerca de los puntos en común de nuestros trabajos y respecto a las fuerzas que han confluido para lograr transformaciones. Cada quien traía sus propias motivaciones y sus propios sueños; participamos con pasión en la gran diversidad de talleres ofrecidos que ponían sobre el tapete las preguntas centrales del enfoque de Freire que tristemente siguen vigentes: ¿cómo superar la cultura del silencio?, ¿cómo adoptar una postura crítica frente a la educación bancaria? Sin importar las trayectorias de cada quien, fue hermoso ver cómo todos y todas estábamos abiertos al aprendizaje mutuo, poniendo en el presente las viejas preguntas que siempre nos han unido para seguir alimentándolas, reflexionando sobre cómo superar nuestro pensamiento y la desigualdad estructural existente, y a propósito del concepto del buen vivir acuñado por grupos indígenas latinoamericanos en resistencia.
Recién cuando hayamos logrado tomar conciencia de la violencia implicada en la subyugación colonial y en su negación, podremos abrirnos a otras maneras más amorosas de relacionarnos. Recuerdo con mucha nitidez varios de nuestros encuentros con Daniel Gaede, el antiguo coordinador del área pedagógica de Buchenwald en Alemania, lugar que funcionó como campo de concentración y que ahora es un sitio de pedagogía de la memoria (ver también el texto de Daniel Gaede en este libro). Visitamos el lugar con diferentes grupos de educadores y educadoras de Chile, Colombia y Centroamérica. En las largas horas de conversación con Daniel, que acompañaban la visita a Buchenwald, cuando lográbamos romper el silencio sobre nuestras experiencias con la guerra y la dictadura, y disolver los miedos asociados a esas experiencias, nos transformábamos en otras personas. Entonces ya no era necesario canalizar toda nuestra energía para reprimir la memoria, sino que éramos capaces de permitir nuevas perspectivas a través de la empatía hacia los otros y hacia nosotros mismos. Para muchos, esos momentos fueron un nuevo comienzo, en el sentido del kairós.
“El corazón de cualquier revolución es la revolución del corazón” dice Perlas. Este es el camino por el cual nos hemos decidido en el Instituto Paulo Freire desde su fundación hace veinte años, y entendemos este camino como una manera consecuente de hacer las cosas. Al momento de evaluar nuestros cursos hemos usado las imágenes de las diferentes partes del cuerpo de una oruga para hacer referencia, simbólicamente, a los diferentes módulos del curso, para que en esas imágenes cada participante escriba sus evaluaciones. Esto lo hemos hecho con la esperanza de que la mariposa que se ha creado en el interior de cada una y cada uno, al final de cada curso vuele al lugar de la persona que participó, llegue al corazón de las personas con su suavidad, y transforme el mundo con su belleza.
A partir del seminario internacional en Berlín en 2017, el Instituto Paulo Freire ha dado un paso hacia el bosquejo de un nuevo futuro. Hoy es relevante discutir el significado de las preguntas centrales de la pedagogía de Freire a la luz de los desafíos del mundo actual. En ese marco, un punto de debate importante refiere a la descolonización en nuestro trabajo y a lo que entendemos por “buen vivir”. Cuando hablamos de descolonizar, es apremiante no restringirse a la ilustración europea desde los aportes de Descartes —lo que implicaría quedarse en la hegemonía que adquirió el imperio de la razón sobre el de las emociones (“pienso, luego existo”)—. Queremos también debatir sobre la poderosa tradición que ha tenido en América Latina y en Alemania la formulación de teoría a la luz del marxismo. Ambas corrientes, que plantean la superioridad del pensamiento sobre el significado de lo divino, se basan en la filosofía griega. Aunque no hemos tomado conciencia de ello, las sociedades europeas somos herederas de esa tradición, que es un requisito del eurocentrismo, y cuya aparición a su vez dio origen al racismo y al colonialismo.
En este punto vuelvo al anhelo de Freire: “Necesitamos también el pensamiento europeo”. Porque en este proceso no se trata de validar el modelo europeo como una base ineludible y como poderoso instrumento, sino de ponerlo en diálogo con las cosmovisiones de los compañeros y compañeras de ruta latinoamericanos y africanos —incluyendo la influyente teología de la liberación— y de reinterpretarlo y refundarlo. “El otro es mi maestro ético”, ha dicho Emmanuel Lévinas, heredero de la tradición judía. Siguiendo su pensamiento, entendemos la educación como un proceso en el que cada ser humano tiene una responsabilidad. El otro nos concierne y debemos hacer lo posible por no invisibilizarlo, y crear las condiciones para reconocerlo. El otro está siempre en una relación asimétrica con nosotras y nosotros mismos, tendemos a percibir nuestro ser como superior al otro y es ahí cuando la mirada crítica sobre sí mismo debe hacer presencia. Así, es desde la “cara del otro” (Lévinas) como nos cuestionamos y a la vez nos hacemos responsables de él. En este proceso, cada ser humano —con su propia cosmovisión, religión, rol social y político— es relevante. Es esta idea la que nos lleva a defender los postulados de Freire y Lévinas, la que nos impulsa a luchar por la democracia y la inclusión: nuestros compañeros y compañeras de ruta de diferentes partes del mundo se convierten, a través de este proceso, en nuestros “maestros y maestras éticos”.
Traducción del alemán: Andrea Riedemann Fuentes
Referencias bibliográficas
Copei, F. (1960). Der fruchtbare Moment im Bildungsprozess. Heidelberg: Quelle y Meyer.
Mitscherlich, A. y Mitscherlich, M. (1973). Fundamentos del comportamiento colectivo: La incapacidad de sentir duelo. Madrid: Alianza Editorial.
Von Hentig, H. (1971). Cuernavaca oder Alternativen zur Schule. Colonia: Klett/Kösel.
Von Lüpke, G. (2009). Raupe und Schmetterling. Entrevista con Nicanor Perlas. Extractos de Von Lüpke, G. Zukunft entsteht aus Krise (pp. 200-244). Munich: Riemann. Recuperado de: https://wirundjetzt.org/ueber-uns/inspirationen-geschichten/die-geschichte-von-der-raupe-und-vom-schmetterling.
Ilse Schimpf-Herken (1946, Frisia, República Federal de Alemania), doctora en pedagogía y sociología. Conoció a Paulo Freire cuando en los años sesenta, después del bachillerato, empezó su búsqueda por formas alternativas